Que se escuchen gritos en la casa no era nada nuevo, desde que se mudaron todos juntos no había un solo día en que no se escuchara alguna queja o discusión por más absurda que sea, en algún punto ya era parte de su normalidad.
En sí, esta vez lo extraño no era eso, era que esta vez el que se oía furioso era Giorno, quien discutía ávidamente con su pareja, Mista, con quien estaba en una relación desde que prácticamente se unió al grupo.
Al parecer, el chico venía arrastrando algo de celos gracias a que a su novio solían acercárseles señoritas y este en vez de rechazarlas solía seguirles el coqueteo, aunque al final les terminara diciendo que tenía pareja, declinando toda clase de propuestas.
Esta absurda discusión sería el desencadenante de una serie de situaciones que nadie se esperaría.
Narancia había escuchado algunos gritos desde su cuarto, de hecho, estaba por bajar de su habitación hacia la sala de estar para comprobar que todo esté bien y en el proceso enterarse del chisme, pero primero debía terminar sus deberes, deberes que habían sido otorgados por Fugo, quien solía ser su profesor particular; prefería terminarlos lo antes posibles para que aquel enojón del que estaba enamorado vea que no era un inútil, para demostrarle que en verdad se estaba esforzando esta vez, ya que recientemente habían peleado por esta razón, Fugo decía que perdía el tiempo enseñándole.
Parecía que discutían cada vez más seguido, de hecho, esto los estaba haciendo cada vez más distantes. Ya no pasaban tiempo juntos como antes, no compartían esos momentos de calma que solían tener de antaño, hoy en día solo eran peleas entre ellos dos.
En cierto punto Narancia agradecía esto, así podría borrar esos sentimientos que no fueron bien recibidos por parte del otro. Aún dolía su rechazo, aun hoy, meses después de todo lo acontecido, le duele pensar en la crueldad con la que fue rechazado, aunque en la actualidad y muy de a poco comenzaba a sanar, o por lo menos eso quería creer.
Un portazo hizo que salga de sus pensamientos, cuando la puerta fue abierta de par en par, dejando ver a un muy despeinado Giorno, a quien se lo veía furioso.
—Necesito ayuda para poner celoso a Guido— pronuncio de corrido, casi sin respirar.
El chico tardó en procesar lo que le habían dicho y seguido de eso se largó a reír, provocando que el rubio se cruzara de brazos molesto.
—Estoy hablando en serio— dijo denotando su determinación en este asunto.
—Si quieres que crea que pasó algo entre tú y yo la respuesta es no Gio— dijo en cuanto terminó de reír.
—Solo quiero salir esta noche, no tengo con quien, acompáñame— explico el menor, alivianando a Narancia.
—¿Cuándo y dónde? — pregunto interesándose en el tema, hace ya bastante que no salía y en verdad le vendría bien abandonar su habitación por una noche, tal vez era lo que estaba necesitando.
—Salimos en dos horas a PlepParty— dijo seguro de sí mismo como si Narancia no pudiera negarse.
—No— pronuncio con firmeza —aún no estoy listo para ir a un lugar de esos.
—¿Te refieres a que es un lugar gay? — pregunto, aunque ya sabía la respuesta —Nadie nos verá ir, saldremos tarde, vamos Nara, algo de diversión, no te vendría mal...
—No creo que sea buena idea, no quiero que Fugo se entere.
—A quién le importa lo que piense Fugo, salgamos solo nosotros, tomaremos algo, bailaremos y luego volvemos no muy tarde, con que Mista nos vea salir es suficiente— dijo en un intento de convencerlo.
Narancia se silenció un momento, pensando alguna excusa por más estúpida que sea para no ir a aquel lugar, pues se sentía incómodo en esos lares, de hecho, todo lo que tenga que ver con su homosexualidad lo ponía sumamente ansioso, pues luego de aquel rechazo por parte de Fugo comenzó a tener vergüenza de sí mismo.
—Esos lugares suelen tener derecho de admisión, no entra cualquiera y dependiendo de tu vestimenta pueden negarte la entrada y justo ahora no tengo que ponerme, eso es— dijo intentando creer su propia mentira —lo siento, otro día saldremos Gio— finalizo dándose la vuelta y comenzando a fingir que terminaba de realizar unos ejercicios.
—Eso no puede ser verdad cuando tu habitación cuenta con un vestuario— dijo abriendo aquella puerta de par en par.
Narancia se dio cuenta de esto cuando ya era tarde, Giorno lo había descubierto, había abierto la puerta de su closet, en donde guarda un último secreto que nadie sabía.
Giorno no supo cómo reaccionar, de por sí no iba a juzgarlo en lo más mínimo, pero era extraño que le haya ocultado aquello cuando eran amigos.
—Deberías prestarme esta blusa, es bonita— pronuncio fingiendo indiferencia o por lo menos intentándolo.
—Maldita sea Giorno— dijo furioso Narancia —No hagas como si no lo hubieses notado.
—Lo siento— contesto apenado —¿Quieres hablar de eso?
—No hay mucho que decir al respecto...
—¿Entonces por qué te enojas? — pregunto nuevamente.
—Porque pensaba en contarte, pero me ganaste siendo un metido.
Un silencio incómodo los invadió, Giorno sabía que Narancia había quedado afectado con respecto a su sexualidad así que no quería incomodarlo aún más, por lo que no sabía cómo preguntar la duda que tenía, pero leyendo su pensamiento Narancia contesto su pregunta.
—Solo me gustan las prendas femeninas, creo que me quedan bien, por eso comencé a comprarlas, es todo— explico en pocas palabras.
—¿Se supone que eso explica el por qué tienes un vestuario repleto de prendas de vestir de mujer? — pregunto Gio algo confundido aún.
—No son de mujer— dijo frunciendo él entre cejo —Es ropa, se supone que no tiene género, si te gusta te la pones y ya.
—¿Y si solo es ropa porque te avergüenza? — pregunto Giorno dando en el punto.
Narancia enmudeció, tenía un punto y hasta él sabía que era lo que lo incomodaba de eso.
—Me avergüenza que Fugo me vea— contesto con algo de tristeza.
—Nara, sus trajes tienen agujeros, no puedes avergonzarte frente de él por usar una falda— dijo haciendo que el chico ría del sentido de la moda que este tenía —Además, todos nos vestimos extravagantes, no tienes por qué ocultar algo que te gusta, solo piénsalo de esa forma.
—Gracias Gio— solo contesto el chico con una media sonrisa.
—Podrías agradecerme acompañándome— canturreo el rubio —Vístete como quieras, pero ven conmigo, tomaremos algo y bailaremos unas horas, luego volvemos.
—Bien— contesto a secas, haciendo que el menor abra los ojos sorprendido, en verdad no esperaba que acceda a su capricho, así como si nada —Ahora vete, tengo mucho que hacer— finalizo sacándolo a rastras de su habitación.
Cerró la puerta tras de sí y se apoyó en ella, deslizándose hasta caer sentado.
Suspiró temiendo en lo que se había metido, pero de igual manera una sonrisa se formó en su rostro, una aventura nueva estaba por comenzar y él estaba propuesto a disfrutarlo.
Se adentró en su vestidor, que en sí no era tan grande, pero era suficiente para él, aunque el mismo podía desbordar en cualquier momento, ya que allí también guardaba todo tipo de maquillaje y productos para la piel, de hecho, así comenzó todo.
En su último cumpleaños, Leone le había regalado un set de lápiz labial con sabores y unas sombras para ojos que combinaban entre sí. A Narancia este regalo le pareció extraño, así que solo le agradeció prometiendo usarlo algún día.
Paso el tiempo y estos productos solo quedaron en un cajón archivado, cuando Narancia por curiosidad decidió probarlos. Los colores llamativos fueron sus preferidos y le encanto como estos contrastaban con su piel, tal vez comenzaría a usarlos más seguido, aunque le daba algo de vergüenza hacerlo en público, él no era como Leone, quien usaba labial violeta a diario e intimidaba a quien se atreva a mirarlo, simplemente Narancia temía que se burlen de él, aunque en realidad solo temía que él se burle.
De igual manera siguió interesándose en estos, por lo que los siguientes días se la paso yendo a diferentes tiendas a comprar distintos productos que ni siquiera sabía para qué servían, pero que de igual manera le llamaron la atención y termino por adquirirlos, por ejemplo, había comprado un rizador de pestañas, el cual al intentar usarlo por primera vez termino clavándoselo en un ojo, a sabiendas de que es propenso a infecciones oculares decidió jamás volver a tocarlo.
Así fue como su colección comenzó a ampliarse cada vez más, delineadores de distintos tipos y grosor, bases de diferentes tonalidades hasta encontrar la adecuada a su color de piel, aún más sombras y por sobre todo labiales, obteniendo el mismo color con apenas un tono de diferencia varias veces.
Amaba jugar con estos probando distintas combinaciones, viendo así como resaltar sus grandes ojos o simplemente haciendo que sus labios luzcan coloridos, podía pasar horas encerrado en su habitación intentando perfeccionar el resultado final, aunque en la mayoría de las veces terminaba siendo un desastre, ya que era un completo novato en esto.
Quien no era un novato era Abbacchio, quien con facilidad pudo darse cuenta de que Narancia estaba teniendo problemas, ya que para él fue demasiado obvio ver que sus pestañas estaban completamente grumosas a causa de un mal intento de remover el llamado rimmel.
El mayor lo encaro y a rastras los llevo a una tienda en donde lo aprovisiono de todo tipo de productos para limpieza de la piel, dándole advertencias sobre el cuidado de la misma, esa fue una tarde que pasaron juntos, mientras le explicaba para qué servía cada objeto comprado y como mantener una piel sana con textura suave.
Ese día Narancia le agradeció dos cosas, en primer lugar, el que se haya preocupado en enseñarle con paciencia como cuidarse y en segundo lugar el que guardara su secreto, pues le había rogado que no le cuente a nadie, aunque esto ni siquiera hacía falta, ya que Abbacchio se dio cuenta por sí mismo que este asunto estaba conflictuando al chico.
Tiempo después, cuando una tarde entro a una tienda en la que además de maquillaje vendían bonitas prendas de vestir quedo maravillado por una falda color naranja con un bonito entramado amarillo y negro. De inmediato no dudo en llevársela, la dependienta le pregunto en aquella ocasión si era para su novia y el de inmediato lo afirmo, pidiendo que se la envuelvan para regalo.
En sí moría por usarla en público, así que ideo el ponérsela por sobre sus pantalones negros que usualmente lucia, así que significativamente esto no llamo la atención de nadie.
Pronto comenzó a notar que esta clase de vestimentas le gustaba más, por lo que cada vez que salía terminaba comprando alguna prenda nueva, la cual quedaba archivada en su armario, pues no tenía el valor de salir vestido así, pero por lo menos se conformaba con modelar en la soledad de su habitación.
Así fue como su vestuario termino rebalsando de lo que era todo tipo de prendas, faldas de distintos largos, vestidos de diferentes entramados y colores, abundando en general el negro, el cuero y el encaje.
En cierto punto esto estaba abrumándolo, el ocultar algo tan simple como un pasatiempo comenzaba a molestarle, así que usaría a su favor el que Giorno le haya propuesto salir.
Solo por esta noche ignoraría a Fugo y a todos sus pensamientos con respecto a él, pues nada tenía que perder teniendo en cuenta de que ya lo había rechazado, no es como que cambie en algo el que lo vea vestido de otra forma, ¿verdad?
Sin ningún tipo de freno se puso en marcha saliendo desde su habitación al cuarto de baño, en donde se bañaría para luego comenzar a alistarse, tenía mucho por hacer.
No era sorpresa cruzarse a alguno de sus compañeros en los pasillos, lo que si lo sorprendió es que fuera de su habitación Fugo estaba parado a punto de tocar su puerta.
—¿Nara quieres ver una película? — pregunto, aunque sonó más a una afirmación.
—No puedo, saldré con Giorno— contesto un muy sonriente Narancia —Tal vez otro día— finalizo esquivándolo y dirigiéndose al cuarto de baño.
Fugo se quedó plantado allí, viendo como su amigo había pasado de él, otra vez, pues esto se venía repitiendo en varias ocasiones. Sin saber que hacer se dirigió a la habitación de Giorno, por algún motivo sintió el deseo de pedirle algunas explicaciones.
Toco a su puerta y al rubio menor le sorprendió el verlo allí, más aún viendo que a este se lo notaba cabizbajo.
—¿Paso algo Fugo? — pregunto intrigado.
—¿A dónde saldrán con Narancia?— fue lo primero que dijo.
—¿Por qué la pregunta? — contesto al instante, algo sorprendido por el aparente interés.
Fugo no contesto, aparentemente esperando a que el otro le responda.
—¿Quieres venir? — repregunto Gio.
—No, solo quiero saber dónde es que van— dijo con aparente calma, pero era notable que estaba algo molesto, era demasiado obvio. A Giorno no se le hizo difícil el leer aquello gracias a la tensionada postura que este mantenía.
—Mmmh, pasa— contesto luego de un rato —creo que debemos hablar.
Fugo se adentró en la habitación y se sentó en uno de los sillones que este tenía, Giorno tomo lugar a su lado.
—Bien, ahora cuéntame, que pasa Fugo, nadie va a escucharnos— sentencio haciéndole saber al chico que no tenía escapatoria.
—Narancia está esquivándome, desde hace un tiempo que me evade cada vez que quiero pasar el rato con él, solo quería saber el por qué me rechazo esta vez— confeso sin emitir excusa alguna.
—¿Desde hace cuánto pasa de ti? — pregunto, aunque ya sabía la respuesta, haciendo que el chico no quiera contestarle —Sé que lo rechazaste, también sé cómo fue que lo hiciste, está herido aunque finja que no lo está, déjalo sanar.
—Solo quiero a mi amigo de vuelta— contesto el chico de forma seria.
—Lo más seguro es que no vuelva jamás y creo que deberías hacerte la idea de ello— dijo Gio de la forma menos cruel que pudo, aunque no había una forma en la que aquello no sonara cruel.
Fugo trago en seco sin saber cómo responder a aquello, porque en el fondo sabía que tenía razón.
Mientras tanto un muy emocionado Narancia debatía entre como vestirse esta noche. No es que aquel lugar al que asistirían sea muy elegante o exclusivo, pero en sí quería verse presentable, o por lo menos lo que él creía que eso significaba.
Sacaba prenda tras prenda, se la media frente al espejo y terminaba por desecharla en la cama, junto a otras tantas, hasta el momento ya se había cambiado de vestimenta varias veces sin encontrar nada que le parezca adecuado, aunque esto no tenía que ser demasiado complicado, ya que en su mayoría vestía de negro y no era difícil de combinar.
Termino optando por una falda de corte campana, obviamente muy corta, acompañado de unas medias red y un top translúcido de este mismo material, además calzaba unos zapatos con algo de plataforma que hacían lucir aún más largas sus bonitas piernas. Cada prenda era de color negro.
Su cabello, que por naturaleza era rebelde, jamás quiso peinarse y esta no sería la excepción, por lo que simplemente opto por secarlo y revolverlo libre, sin su bandana este se veía bastante largo, al punto de casi tocar sus hombros.
El maquillaje, aun después de meses de intentarlo, seguía sin ser su fuerte, pero hoy en día ya había aprendido todo lo básico y un poco más, terminando por realizarse un delineado amplio que hacía resaltar sus amatistas, además agrego algunas sombras negras y grises en un intento de degrade, se conformó en como había quedado en cuanto vio que no parecía un mapache. En los labios solo agrego su labial preferido, un color rojo con gusto a fresa.
El resultado final era simplemente hermoso. Su pecho plano hacía que luzca como un chico, pero su acentuada cintura hacia dudar a cualquiera. Se sentía atractivo y por primera vez saldría vestido tal y como le gustaba, sin miedo al prejuicio de los demás, sin intentar encajar en lo que no es.
Ese chico con tal silueta andrógina podía llevar a la confusión a cualquiera que pose sus ojos en él, aunque para su mala suerte su único interés ya le había aclarado que no tenía intensión alguna para con él, más que mantener una desabrida amistad.
Dándose una última mirada en el espejo, termino colocándose perfume, suspiro con fuerza y piso fuera de su habitación.
A paso firme e intentando no arrepentirse toco la puerta de Giorno, esperando a que este ya esté preparado para salir.
—Nara, si eres tú pasa— gritó desde adentro el rubio, haciendo que Narancia abra la puerta de par en par dejándose ver.
Para su sorpresa dos pares de ojos extras lo observaban, pues Fugo aún se encontraba allí.
Fugo estaba por completo congelado. Ver su bonita figura masculina adornada con aquellas reveladoras prendas femeninas lo tomo por sorpresa. Su estado se podía resumir a que se quedó sin aliento, se sentía... extraño.
Luego de un silencio incómodo para el mayor, Giorno por fin habló.
—No pensé que te atreverías— dijo estupefacto.
—Creo que es demasiado— contesto Narancia algo cohibido, el encontrar allí a su amado le había quitado toda la confianza en sí mismo.
—Te ves genial— exclamó con entusiasmo —¿O no es así Fugo? — pregunto intentando adivinar lo que el chico estaba pensando, aunque esté no contesto, solo asintió con la cabeza.
—Vamos, se hace tarde— dijo Narancia apurando a su amigo, quería salir de allí cuánto antes, ya se había arrepentido de estar vestido así.
Giorno comenzó a apurarse, retocando solo un poco su peinado, pues ya se había cambiado hace rato, traía puesto un pantalón símil cuero negro con una camisa de seda con detalles en encaje, nada demasiado revelador, pero de igual forma se le acentuaba perfectamente.
—Ya estoy, adiós Fugo— dijo el rubio, haciendo que los tres salgan hacia el pasillo, en dónde el par de amigos tomaría camino escaleras abajo.
Fugo lo observaba marcharse, su falda se movía con su caminar, dejando ver algo más que sus formadas piernas, notando por primera vez que el chico tenía un cuerpo demasiado llamativo, de hecho, era la primera vez que notaba la silueta que este portaba. Se preguntó además si siempre tuvo una cintura tan marcada y al instante se preguntó el por qué no podía dejar de observarlo.
—Narancia— llamó cuando por fin salió de su ensoñación, esperando a que este logre escucharlo a la distancia.
El chico se dio vuelta y con algo de miedo lo observó, esperando algún comentario chocante por parte de este.
—Te ves muy bien— solo dijo, haciendo que el chico con algo de nervios aparte algo de su cabello tras su oreja y le dedique una tierna sonrisa.
—Gracias— murmuro con timidez, dándose media vuelta y siguiendo los pasos de Giorno desapareció al final del pasillo.
Fugo se encontró suspirando, sintió sus mejillas calientes y se quedó parado en el mismo lugar durante algunos minutos, preguntándose qué es lo que le pasó a Narancia que ahora se veía así y mismo que era lo que le pasaba a él, ya que sentía un nudo en el estómago y sus manos sudaban más de la cuenta.
Se sentía tan... distinto.
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Dude... dude looks like a lady (FugoNara)
FanfictionNarancia tenía un secreto, nunca había salido del "closet" y a su vez su closet tenía otro secreto. Fugo pensaba que era heterosexual, hasta que un cambio en su amigo hizo que su vida de un giro inesperado. -Advertencia: los protagonistas van a desa...