21- El signo de interrogación que crece.

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Fugo no pudo pegar un ojo en toda la noche, una sensación horrible lo invadía, las manos le sudaban, su corazón estaba acelerado, todas las posiciones en las que intento dormir le parecían de lo más incómodas, podría decirse que era un mal presentimiento o que simplemente su cuerpo se sentía frío a causa del faltante en su cama.

Varias veces durante la noche pensó en ir a buscarlo, pero de nada serviría forzarlo a hablar, no era lo que pretendía tampoco pues lo único que deseaba era el que su pareja confíe en él, tanto como él confiaba en su pareja.

—Algo pasó mientras estuvo allí y me lo está ocultando ¿Será que le hicieron lo mismo que a mí?— dijo para sí mismo mientras miraba el techo, sintiendo que la preocupación lo invadía, pero al instante se calmó, nadie se atrevería a hacerle algo a Narancia sabiendo el renombre que Bucciaratti tenía hoy en día.

Descartando la horrible opción, lo único que podía pensar es que Nara no confiaba en él y esto era un asunto que lo estaba carcomiendo, porque si no confía en él significa que simplemente siente que no es tomado en cuenta como alguien fiable y eso le duele de sobre manera.

—Aunque...— en ese momento se dio cuenta de que él también olvidó decirle algo, resolvió el hablar luego de ello con él.

Dar mil vueltas en la cama sin poder pegar un ojo se estaba volviendo por demás tedioso, se sentía sumamente incómodo el no poder dejar de pensar en la pelea y al cerrar los ojos lo único que podía ver era el entredicho; nombrado de esa manera pues no quería llamarlo pelea, pues no se sintió tampoco como tal, pero de igual manera se lamenta de haberle hablado de un modo tan desagradable a su novio.

De igual manera y a pesar de todo, sentía una pizca de orgullo sobre algo que ocurrió, pues era la primera vez en la que logro contener su ira y eso era un gran avance pues era algo en lo que realmente se estaba esforzando, aunque no lo pareciera.

Así fue que observando por la ventana se dio cuenta de que estaba amaneciendo. Se encontraba tan sumergido en sus propios pensamientos que habían pasado horas y el chico no se había dado cuenta, por lo tanto ya harto decidió levantarse siendo a penas las seis de la mañana.

Después de tomarse un insulso café amargo, decidió ponerse a organizar cierto papeleo que tenía pendiente, además así se mantendría ocupado y mantenerse ocupado es sinónimo de ignorar el porqué su novio está actuando tan extraño.

Sumergido en su trabajo dejó que las horas pasarán, firmando papeles, chequeando que la información de los mismos sea correcta y que los números den exactos, tareas que Bruno solo confiaba en él por ser el segundo a su cargo, pues gracias a su inteligencia podía hacer todo eso que a los demás les dificultaba tanto o les costaba el doble de tiempo realizar.

Para cuando observo el reloj se dio cuenta de que ya eran casi las once de la mañana y decidió ir a ver a Narancia; entonces se dirigió a la cocina donde de seguro estaría desayunando.

Llegar allí y no verlo merodear por toda la cocina fue extraño notando la hora y al preguntar nadie lo había visto, así que porque consecuente seguía dormido en su habitación.

Sin dudarlo decidió prepararle el desayuno y llevárselo a la cama, tal vez sería una buena manera de iniciar una conversación.

No preparó nada muy elaborado, solo unos hotcakes y un café con leche en la taza del pelinegro que simulaba ser una naranja que guiñaba un ojo, aunque Fugo pensaba que era una mandarina, era algo por lo que discutían a menudo en las mañanas.

Una vez todo preparado lo deposito en una bandeja y partió hacia su habitación invadido por la intriga de tener aquella charla.

Maniobrando y casi derramando todo toco la puerta y esperando unos segundos no fue abierta, extrañado decidió abrir y entrar, encontrándose con el pelinegro aun dormido, pero vestido tal cual el día de ayer, Fugo supuso que se durmió tan tarde que ni siquiera pudo cambiarse.

Dude... dude looks like a lady (FugoNara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora