Para este punto es esta bizarra historia tendríamos que decir que Fugo aprendió a amar gracias a Narancia, que simplemente Narancia aprendió a sobrellevar la pesada personalidad de Fugo y que por fin tuvieron su final feliz, pero, así como en la vida real no siempre las cosas salen como las planeamos y a este par le faltaba mucho por vivir.
Pero, ¿Qué tuvo que ocurrir para que esta historia no tenga aún su final? Pues es que un irascible junto a un impulsivo son una bomba que estallaría cada cinco segundos y todavía están demasiado lejos de llegar a comprenderse, aunque en sí tuvieron pequeños avances, pero con cada a avance surgía un retroceso.
Se hizo habitual que Fugo se aparezca en la intimidad de la habitación de Narancia a cualquier hora, solo para robarle algunos tímidos besos, besos que el moreno siempre intentaba que terminen en algo un poco más sugerente, de hecho, no tenía ningún amparo en demostrarle que ganas no le faltaban, pero en cambio el menor ante cualquier insinuación terminaba huyendo mientras inventaba cualquier excusa. Esta actitud le parecía de lo más graciosa a Narancia.
Por su parte, Narancia no tenía ningún tipo de tapujos en demostrarle todo el cariño que le tenía, no solo haciendo alusión al sexo, si no cada vez que podía acariciaba su cabello o estrechaba su cuerpo en un fuerte abrazo, hechos que al rubio lo hacían sobresaltar, ya que no estaba acostumbrado a tales actos de afecto, mismos que le daban vergüenza realizar en público, donde residía su mayor problema, pues en cuanto aparecía algún otro miembro de su grupo no dudaba en sacarse de encima a Narancia de la forma que sea, eso implicaba formas violentas, es decir por consecuencia terminaban peleándose, finalizando en puñaladas, golpes y tenedores clavados en el rostro.
El conflicto latente era obvio, pero enceguecidos por el afecto que se tenían Narancia y Fugo se permitían mantenerse positivos.
Así fue como su día a día transcurrió por una semana completa, intercalando entre momentos en los que podían besarse por horas, tanto como instantes en los que se gritaban cuanto se odiaban.
Volviendo a la rutina y saliendo de su intento de drama adolescente tenían trabajo por hacer. Bruno les había encargado realizar el día de hoy algo que llamaban "cobro por protección", es decir, iban a ir a un restaurante a sacarle dinero al dueño a cambio de que la mafia no les cierre el sitio, una tarea para nada complicada, de hecho, era algo que cuando eran mejores amigos disfrutaban bastante, ya que luego de realizarlo solían ir a por un helado, si es que no terminaban muy ensangrentados, pues solían tener que golpearlos para que paguen.
Llegada la hora de partir, Fugo se encontraba esperando a Narancia, algo impaciente, ya que tendrían que haber salido hace veinte minutos teniendo en cuenta que tenían al menos una hora de viaje. Podría haber ido a su habitación a buscarlo, pero en cambio prefirió solo quedarse parado al final de la escalera testeando su reloj cada treinta segundos cuando pasado poco más de cinco minutos Narancia -por fin- se encontraba dirigiéndose hacia él, deslizándose por aquella escalera como si de una pasarela se tratase.
Para todo mundo a esta altura era normal el verlo con reveladoras prendas, incluyendo en algunas ocasiones trabajo vestido de aquella forma, pero siempre fueron días en los que sabían que no habría un enfrentamiento, pues, aunque Bruno no le haya dicho nada al respecto era algo implícito, entonces Fugo en este momento se planteó el por qué se encontraba vestido así.
Narancia lucia una falda tableada color rojo, la cual era muy corta -diminuta si le preguntabas a Fugo-, en la parte superior llevaba una camisa blanca de mangas cortas y de calzado lucia unas zapatillas de la marca "converse" blancas. Además de detalles que lo hacían ver como una colegiala, pues en el cuello llevaba un moño rojo, medias hasta la pantorrilla también blancas y en vez de cartera tenía una mochila, tranquilamente podría aparentar el ser una chica que salía de la escuela.
—¿Vamos?— preguntó animado el chico, a lo que Fugo solo asintió con el ceño fruncido mientras se encaminaba hacia la puerta.
El viaje en auto fue corto, pero sumamente incómodo sumergido en silencio.
—No hace falta que bajes del auto— dijo Fugo antes de llegar, a lo que Narancia lo miro extrañado.
—También es mi trabajo, debo bajar y acompañarte— retruco en medio de una risa nerviosa, no entendía que pasaba.
—Puedo hacerlo solo, será rápido, te pido que te quedes aquí— dijo apretando los dientes, manteniendo el control lo máximo posible, pues al estar al volante era peligroso que su ira desate. Narancia contesto chasqueando la lengua y procedió a ignorarlo mirando hacia la ventana.
Estaciono de golpe, pues no era muy bueno conduciendo, se bajó y entro directo al local, el cual era un restaurante de mariscos, que era conocido por no ser el mejor de la zona ni tener la mejor atención, es por eso que no le iba demasiado bien y siempre que les tenían que cobrar surgía una pelea en cuanto intentaban regatear algo de dinero, de hecho, a ese lugar solía ir Bruno escoltado de Abbacchio, por lo que era extraño que no hayan ido ellos dos esta vez.
No pasaron ni tres minutos en que entre dos hombres algo corpulentos sacaron a rastras a Fugo, quien gritaba insultos y amenazaba con traer en persona a Bucciarati. Los tipos, quienes parecían no estar en sí, terminaron por arrojarlo al suelo dándole de patadas, momento en el que Narancia decidió intervenir.
—Oigan, dejen a mi amigo— les grito fingiendo su voz y afinándola lo máximo posible mientras se acercaba, pues tenía un plan en mente.
—Ahora Bucciarati contrata niñas, que bajo— dijo riendo uno de los tipos.
—Qué bonita verdad- pregunto riendo uno, a lo que el otro no tardó en responderle mientras miraba a Narancia de arriba a abajo.
—Podríamos divertirnos tanto, abandona a este idiota y vamos a adentro— dijo tomándolo del brazo y sonriendo como un pervertido.
—¿En verdad te gustaría?— pregunto Narancia con su mejor sonrisa seductora —lástima que no podrá ser— contesto Narancia, quien usando el efecto sorpresa en un segundo desfundo su navaja y la clavo en la boca del tipo, cortando desde las comisuras de su boca hacia casi tocar el pómulo, el hombre grito y el otro intento arrojarse contra él, pero en ese instante Aerosmith disparo hacia los pies del inepto gigante, quien retrocedió cayendo al suelo al lado de donde estaba Fugo, quien solo se limitó a observar.
—O pagan o están muertos, no vinimos a negociar— finalizo habiendo desarmado a dos hombres de dos metros de altura —espérame en el auto— pronuncio de forma altanera viendo hacia Fugo.
No tardó demasiado dentro del lugar, en menos de cinco minutos ya estaba de vuelta con un fangote de billetes bien guardados dentro de su mochila, visualizo a Fugo, quien estaba apoyado en la ventanilla del auto fumando, le era difícil distinguir que es lo que pasaba pues nunca había visto esa expresión en su rostro.
—¿Conduces o conduzco?— pregunto en cuanto lo tuvo frente a frente, Fugo contesto arrojándole las llaves y sentándose en el asiento del copiloto.
Otro viaje tenso comenzaba, quizás sea algo habitual en ellos, aunque esperaban que no.
—Te pusiste en peligro— dijo molesto Fugo luego de un rato.
—No, desde un principio supe que era algo fácil, solo que no confías en mí.
—Eran gigantes, podrían haberte lastimado.
—Pero el que termino en el suelo fuiste tú, no yo, sabía que no me golpearían sin antes intentar otra cosa, fue una ventaja vestirme así— explicó —Son simios— murmuró al final.
—¿Usas ese truco a menudo?— pregunto asqueado.
—¿Truco?— pregunto —si te refieres a seducir a tipos para sacar provecho de algo la respuesta es sí, es fácil cuando piensan con la otra cabeza— respondió con simpleza.
—Eres un asco— dijo mordaz Fugo sin pensar.
—Suenas celoso— rio el mayor viéndolo de lado, aprovechando que estaban en un semáforo —No puedes ponerte así porque jugué con esos dos estúpidos, literalmente mutilé parte de la cara de uno.
—No me guste que hagas esas cosas cuando estamos juntos— grito Fugo molesto.
—¿Juntos?— pregunto Narancia algo confundido —Vaya, ahora estamos juntos, ¿Cuándo me pediste que sea tu novio Fugo?— dijo con sarcasmo.
—Estamos juntos, tenemos algo— contesto igual de enojado que antes mientras se cruzaba de brazos.
—No lo sé, nunca me lo propusiste y evitas el tema de nuestra relación, ¡Cómo voy a saber que estamos juntos!— grito de la misma manera, acelerando de golpe.
—Es que, no sé cómo hablar de eso— dijo algo tímido, a lo que Narancia tomando el volante estaciono en donde pudo.
—No puedo creer que sigamos en lo mismo— dijo Narancia cerrando los ojos.
—No sé qué quieres que haga— respondió el chico esta vez menos molesto.
—Que hables— grito —Me desesperas, demuestras celos, que quieres estar conmigo, pero solo cuando estamos solos, Fugo no puedo seguir así cuando no me dices aún que te pasa conmigo.
—No solo cuando estamos solos...
—También lo haces cuando estoy vestido así— finalizó su frase algo adolorido.
—Es que así te ves bien— dijo balbuceando con torpeza, se notaba que no sabía qué decir.
—Fugo, ¿me quieres a mí o a una versión de mí?— pregunto sin poder mirarlo, no estaba listo para una respuesta negativa, pero esta vez no hubo respuesta, pues Fugo simplemente se quedó callado —Si no respondes es porque no eres muy diferente a aquellos tipos— finalizo.
Narancia arranco el auto y con el corazón estrujado manejo de regreso a la casa, finalizando su viaje en silencio y controlando que no se le escape ni una lágrima.
Una vez llegado, ambos se dirigieron a la oficina de Bruno, a dar el parte sobre lo ocurrido y entregar el dinero. El clima era tenso, pero no debían interrumpir asuntos laborales por culpa de sus sentimientos.
—¿Paso algo?— pregunto Bruno al verlos, pero ambos solo se limitaron a explicar lo ocurrido en el restaurante de manera breve, querían terminar con esto lo antes posible.
—Bien, puedes retirarte Fugo— dijo el capo una vez explicado todo —Narancia quédate un momento, tengo otro trabajo para ti— ante esto se sorprendió y se molestó de igual manera, solo quería acostarse a dormir en ese momento.
—¿En qué puedo ayudarte Bucciarati?— pregunto una vez que estuvieron solos.
—Hay una misión especial, necesito que ayudes en otro grupo— eso le sonó extraño, pero de igual manera era algo que debía que hacer, Bruno tenía la amabilidad de pedírselo, pero en realidad sabía que no podía negarse, así que solo se limitó a escuchar a su superior.
—Vas a ir al otro lado del país, en Venecia hay un grupo llamado Squadra Di Esecuzione, son asesinos despiadados que hacen el trabajo más sucio de los altos mandos, pero están bajo amenaza, alguien está intentando asesinarlos y corren peligro, el señor Pericolo me pidió por favor que me encargue de esto, pues él está al tanto de quienes están a mi cargo, por lo que sabe que tengo gente apta para este trabajo.
—Dime que tendría que hacer y por qué un escuadrón completo de asesinato no puede con esto— pregunto algo confundido.
—Simplemente ninguno puede rastrear un objetivo, digamos que no son muy táctiles, aunque sí recuerdo que pueden ser letales, tú eres perfecto para este trabajo gracias al visor de Aerosmith— explico.
—¿Y por qué no va Abbacchio?— pregunto extrañado el chico —No es que no quiera hacer esta tarea, pero creo que si es algo de solo rastreo Moody es mucho más preciso que Aerosmith.
El rostro de Bruno cambió de expresión a una un tanto contrariada tan solo un momento, pero fue suficiente como para que Narancia lo note.
—Es que Abbacchio no se lleva bien con el líder del escuadrón, tuvieron algunos problemas en el pasado y no pueden estar juntos en una habitación sin intentar matarse, o por lo menos eso pasó la última vez.
—¿Quién es su líder? ¿Es alguien peligroso?— preguntó intrigado queriendo saber más.
—En realidad lo es, pero no te hará nada, hable con él para evitar que ni siquiera se le ocurra el hacerte algo, a decir verdad, no me extraña que lo quieran ver muerto— dijo algo molesto —Su nombre o el alias con el que se lo conoce es Risotto Nero.
—Un nombre peculiar— contestó sin indagar más, no se lo veía para nada cómodo a Bruno hablando sobre aquel hombre —Y bien, dime algunos detalles del trabajo, ¿Cuándo iré a Venecia?
—Saldrás mañana mismo, es algo clasificado como urgente por lo que en cuanto hubo un vuelo este fue reservado para ti, tienes de tiempo límite una semana, pero en lo posible resuélvelo cuanto antes— advirtió.
Terminaron de concretar detalles y salió a preparar su maleta, el hermoso Venecia le espera, aunque solo sea por trabajo.
El resto del día paso rápido y aún más la noche, por lo que al día siguiente a primera hora Fugo se cruzó a Narancia algo apurado arrastrando una maleta lo suficientemente grande como para pensar que se iría por un mes.
—¿A dónde vas?— fue lo primero que se le ocurrió decir.
—Buenos días, tengo un trabajo fuera— respondió molesto, pero el menor se interpuso en su camino antes de que puede escaparse de él.
—¿Dónde vas? ¿por cuánto tiempo? ¿Por qué no me dijiste que te irías?— interrogó de inmediato.
—A Venecia por algo que me encargo Bucciarati, estaré fuera una semana y me lo dijo en cuanto saliste de la oficina ayer— contestó algo cansado.
—Tenemos que hablar sobre lo de ayer— dijo intentando sonar decidido, pero su misma voz lo traicionó quebrándose al final.
—¿De un momento a otro decides hablar? ¿Qué te hizo cambiar de opinión?— preguntó algo contrariado Narancia.
—Solo no quiero que estés enojado conmigo.
—Fugo, no estoy enojado, estoy dolido.
—Exageras, no hice nada esta vez— contestó molesto y la defensiva.
—¿No puedes responder si en verdad te gusto yo o solo una parte de mí y que me duela eso es exagerar?— pregunto Narancia con los ojos llorosos.
—Te dije que necesitaba tiempo para pensar— contestó con simpleza, restándole importancia al asunto.
—Que necesites tiempo no lo hace menos doloroso, me iré y tienes una semana para recapacitar, nos vemos entonces Panni— finalizó dándole un sonoro beso en la mejilla y dándose la vuelta, dejando a Fugo detrás de él pensando en que es lo que iba a hacer.
El papeleo del aeropuerto fue algo engorroso, pero en realidad luego de eso disfruto bastante del vuelo, en parte porque se lo paso durmiendo, despertándose solo cuando el avión aterrizó.
Venecia era de esas ciudades que tenían un aura mágica, dignas de visitar con una pareja en un viaje romántico, algo que lo hacía poner nostálgico, pues no sabía si en algún momento de su vida viviría algo así con Fugo.
Al llegar nadie iba a ir a esperar por él, de hecho, tenía indicaciones de ir a un hotel que quedaba algo alejado del aeropuerto, su habitación allí ya estaba reservada, por lo que tomando un taxi en menos de cinco minutos llego.
Sin mediar más que lo necesario pidió las llaves en la recepción del hotel, se dirigió al que sería su cuarto durante esta semana y se instaló, más bien tiró su maleta por ahí y se recostó.
No pasó mucho tiempo hasta que tocaron a su puerta, y de mala gana atendió, encontrándose con el que supuso que era un trabajador del lugar.
—El señor Nero lo espera para tratar algunos asuntos en esta dirección— dijo aquel tipo entregando un papel, Narancia solo asintió y cerró la puerta.
Sin poder descansar un momento comenzó a planificar todo lo que tenía para hacer durante su estadía en Venecia.
Así como llegó salió por la puerta, la dirección era la misma que la del hotel por lo que solo tenía que buscar la numeración, la cual parecía ser cercana, tenía fe de en qué no se perdería.
Tomando una bocanada de aire camino apenas una cuadra en donde en la esquina se encontraba un bar algo clásico, antiguo diría, decorado en madera con luces bastantes opacas.
Al llegar preguntó por el susodicho y un mesero lo llevo al primer piso donde había un área reservada.
Al subir allí se encontraba un hombre apoyado sobre una ventana, observando por la misma, mientras en una mano sostenía un tarro de cerveza. Al escuchar pasos detrás de él se dio a penas media vuelta observando a su visitante.
Narancia no perdió tiempo y procedió a analizarlo, físicamente era alto, muy alto, de cabello plateado y corto, que portaba los ojos más extraños que alguna vez vio, de escleras negras y pupilas rojas. Y ni hablar de su ropa, solo vestía un pantalón a rayas y el torso desnudo, dejando a simple vista una marcada musculatura. La descripción de auténtico le quedaba a la perfección y a Narancia la autenticidad le encantaba.
—Hey, soy Narancia, vengo de parte de Bucciarati— dijo en forma de saludo apenas sonriendo mientras intentaba no sonar nervioso, pues estaba algo inquieto de tener al frente suyo a tal adonis.
Aquel hombre le dio un vistazo de arriba a abajo, como examinándolo y luego de un silencio mordaz respondió.
—Buenas tardes Narancia, parece que tenemos mucho de qué hablar.
ESTÁS LEYENDO
Dude... dude looks like a lady (FugoNara)
FanfictionNarancia tenía un secreto, nunca había salido del "closet" y a su vez su closet tenía otro secreto. Fugo pensaba que era heterosexual, hasta que un cambio en su amigo hizo que su vida de un giro inesperado. -Advertencia: los protagonistas van a desa...