19- ¿Qué hay después del querer?

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Para cuando llegaron a la casa ya era bastante tarde, el reloj casi tocaba las una de la madrugada, por lo que todos se encontraban durmiendo, así que tomados de la mano subieron las largas escaleras en punta de pies, intentando hacer el menor ruido.

Al finalizar aquel tramo se despidieron para ir cada uno a su habitación, que casualmente eran las más alejadas, siendo que la de Narancia era de las primeras en el pasillo y la de Fugo la última.

—Hasta mañana Amore— susurro el mayor, pero antes de un último beso el rubio habló.

—Nara, ¿quieres que la noche no termine?— dijo dándose cuenta de lo extraño que sonó aquello, así que se apresuró a decir —hablo de dormir juntos, en mi cam... a, suena mal, pero no hablo de hacer...

—Si Corazón, podemos dormir juntos— lo interrumpió, ya que se estaba atropellando con sus propias palabras, cuando ya había entendido que quería estar más tiempo con él.

—Entonces elige, ¿tu habitación o la mía?— volvió a susurrar.

—Tuya.

Así pasaron a adentrarse en el pulcro y ordenado cuarto de Fugo; el cual contaba con una enorme cama en el centro, un armario tamaño medio y grandes libreros en las paredes, que estaban estampadas con un patrón de rombos rojos y negros, además de aquel balcón en donde se besaron por primera vez.

—Está tal cual lo recuerdo— murmuró.

—Ni que te hubieras ido años— contestó el menor riendo una vez cerrada la puerta.

—Es que desde antes de nuestro distanciamiento ya no venía, luego volví solo muy de vez en cuando y luego ya siempre peleábamos, así que deje de visitarte— dijo rememorando su antiguo distanciamiento, pero viendo que ante este comentario Fugo mostró una mueca de disgusto decidió cambiar de tema al instante —¿Usas pijama para dormir?

—¿Quién usa pijama para dormir? Además de un anciano— pregunto confundido ante el repentino cambio de conversación.

—Abbacchio— respondió Narancia instantáneamente, haciendo que ambos comenzaran a reírse del mayor.

Dicho eso, comenzaron a desvestirse, dejando de lado cada prenda, sintiéndose mucho más cómodos, ya que la vestimenta que traía tenía restos de arena que resultaban de lo más incómodas para dormir.

—Ven— lo llamó Fugo estirando sus brazos, luego de que terminó de sacarse su ropa y se colocó un cómodo short, proceso que Narancia no miro, pues pensaba que tal vez lo incomodaría.

Finalmente, se adentraron juntos en esa gran cama. Aunque no servía que sea de un tamaño enorme, si seguramente iban a dormir pegados, o por lo menos era lo que esperaba el pelinegro.

Apagaron las luces, por lo que lo único que los iluminaba era la luz de la luna gracias al gran ventanal que daba al balcón, a Fugo le gustaba dormir viendo el cielo, por lo que le daría la espalda a Narancia.

—¿Me abrazas?— murmuró el menor, causándole una gran ternura a Ghirga. A veces su nuevo novio parecía un niño pequeño.

—Claro Corazón— le dijo terminando de acostarse, apoyándose sobre su espalda, pasando la mano por su abdomen y abrazándolo —Mi pequeño Fugo— pronuncio, acabando por reposar por completo.

—No soy pequeño— dijo fingiendo molestia, pues en verdad le gustaba como es que Narancia se estaba comportando con él, siendo la primera vez que alguien lo trataba con ternura.

—Sí, eres un año menor, así que eres mi pequeño— contesto Narancia pegándose aún más a él.

—Estúpido— murmuró Fugo en medio de una risa.

—Ay, la juventud está perdida— exclamo Narancia, exagerando un intento de voz de anciana, por lo que Fugo comenzó a reírse de lo idiota que podría ser.

Y así ambos chicos, abrazados en ese mullido colchón, fueron cerrando los ojos hasta caer rendidos en los brazos de Morfeo. Finalizando su romántica e improvisada, pero perfecta velada.

Al despertar habían cambiado de posiciones, Fugo estaba completamente desparramado en una pose muy extraña y por algún motivo no había almohadas en la cama, mientras Nara dormía sobre su pecho, aun abrazándolo, prendido a él cuál garrapata.

El primero en despertar fue el menor al sentir un peso extra sobre sí. Aun somnoliento, sin pensar lo que estaba pasando, empujó a Narancia haciendo que este caiga de la cama, despertándolo de forma brusca al caer sobre el frío suelo.

En medio de un mar de insultos logró levantarse y volver a acostarse al lado de Pannacotta. Se preguntó que hacía ahí y porque le hacía falta ropa, aun así se acomodó y se propuso seguir durmiendo, pero como un flash llegaron los recuerdos que habían pasado el día de ayer, la felicidad de Narancia no cabía en sí.

Estaba de novio con Pannacotta Fugo.

—Fugo— dijo intentando que despierte —Corazón— canturreo luego de que ni siquiera se movía. Al ver que no obtenía resultado alguno se subió arriba suyo y comenzó a sacudirlo hasta que este reaccione.

—Buenos días— dijo como si nada el rubio una vez que abrió los ojos.

—Me tiraste de la cama— contestó en un tono ofendido Narancia, fingiendo hacer un berrinche.

—No molestes— le respondió con un extraño buen humor matutino, agarrando a Narancia y tirándolo sobre el colchón, para terminar abrazando su delgado cuerpo y seguir durmiendo, Nara no sabía que tenía un sueño muy pesado.

Tal era el confort que estaban viviendo, que durmieron unas dos horas más.

Hasta que unos toques en la puerta volvieron a despertar al pelinegro. Que con algo de ingenio se liberó de los brazos de su pareja que lo acorralaban y se levantó a abrir el acceso, encontrándose con Giorno qué sorprendido lo miraba notando su desnudez y al estirar el cuello vio a Fugo aun durmiendo.

Le dedicó una sonrisa pícara esperando una explicación. Hasta que Nara cayó en cuenta lo que estaba pensando y comenzó a reír torpemente.

—No es lo que estás creyendo, pero la pasamos bien, después te cuento— dijo algo ruborizado.

—Bien, pero más tarde quiero los detalles— contestó Gio sonriendo, feliz por su amigo —Bruno está buscando a Fugo, por unos papeles o algo así, dijo que él sabe cuáles y que son urgentes, dile eso de su parte— comunico para luego retirarse.

Volviendo a la cama volvió a sacudir a su pareja otra vez, logrando que despierte. Debían comenzar con sus quehaceres diarios, pues no podían vivir en una constante luna de miel cuando hay tanto trabajo por hacer.

Así fue que en abrir y cerrar de ojos concurrieron dos semanas.

Comenzaron su noviazgo de forma tímida, no se mostraban más que nada por pudor de Fugo y Nara decidió darle su tiempo, aunque de igual modo le contó respectivamente todo a Giorno.

Por sus actividades tampoco es que pasarán demasiado tiempo juntos, todo lo contrario, aunque aun así se hacían un momento para darse cariño y continuar cada uno en lo suyo.

Como cuando Fugo estaba encerrado en la oficina de la casa y Narancia pasaba a robarle algunos besos fugaces.

Definitivamente, amaba los labios resecos de Pannacotta. En realidad amaba todo de él.

El ser su pareja era algo con lo que fantaseo desde hace demasiado tiempo y que ahora esté pasando era impensable para él. Aun así, como siempre fue el ruidoso de la casa, nadie vio algún cambio en él, seguía siendo el alegre escandaloso de siempre.

A Fugo, por su parte, se lo veía más relajado, todos lo notaron, pero nadie quiso mencionarlo, pero algo sospechaban, ya que era raro verlo sonreír cada vez que Narancia aparecía en su vista, sobre todo cuando llevaba esas largas faldas de vuelo, entonces suponían por donde venía su repentino cambio.

Podría ser que la relación entre ellos era reciente, pero floreció de manera natural. Como si ambos estuvieran hechos el uno para el otro. Aunque obviamente las peleas por el estudio siguieron pasando, asuntos como ese nunca cambiarían, solo que ahora Fugo media un poco más sus palabras y era un tanto menos violento. De igual forma terminaban apuñalándose con lo que tenían a mano.

Dormir juntos se convirtió en una rutina que ambos disfrutaban. Más ahora que cada vez hacía más frío y sus cuerpos eran lo suficientemente cálidos, como para no sentir el invierno que se aproximaba.

Tan cálida se volvía la habitación que a veces llegaba a hacer calor. Sobre todo cuando bajo las sábanas comenzaban a besarse de ese modo desesperado al que Narancia siempre solía llegar. Pero en cuanto avanzaba un poco más de la cuenta, Fugo parecía sentirse incómodo y Nara al darse cuenta detenía todo, poniendo de excusa que tenía sueño, para terminar durmiendo como si no hubiese pasado nada.

Por más que el mayor se moría de ganas de que le haga el amor, este aún no demostraba entusiasmo en el asunto, hasta era retraído en ese tema. Aun así, con todo el deseo que poseía no lo presionaría.

Una de las tantas tardes en las que Nara le llevó un café y unas galletas a su novio, mientras este estaba en el despacho trabajando, el rubio tuvo una idea.

—Quiero decirles, tal vez sospechan y preferiría contarles antes que nos encuentren— le dijo mientras saboreaba su café.

—Me parece bien, ya estaban preguntando el porqué te traigo cosas— contestó riendo.

Así que planearon esa misma noche revelar su noviazgo.

Bucciarati había cocinado y estaban todos esperando a que termine de cocerse la pasta para servir, esta noche la comerían con salsa carbonara.

En la mesa el aura era relajado, había una charla fluyendo cortesía de Mista, pero como era de costumbre no le estaban prestando mucha atención.

—Chicos, tenemos algo que contarles— comenzó a hablar Narancia una vez que Mista se calló.

—Con Narancia comenzamos una relación, es reciente, pero estamos juntos— confeso Fugo algo nervioso, tomando la mano de su pareja y viendo en cualquier dirección, evitando las miradas que cayeron sobre él.

—Chicos, los felicito, me alegro por ustedes— respondió al instante Bruno abandonado su plato para abrazarlos a ambos, sobre todo a Fugo y dirigiéndose a él le dijo —Estoy orgulloso de ti— Narancia no entendió esto, preguntaría luego el porqué de esto.

Por su parte, Abbacchio se sorprendió, pero sinceramente les deseo lo mejor. Mista algo sospechaba gracias a Giorno y este último solo sonrió, feliz de que sus amigos vayan en serio, pues él ya lo sabía de ante mano.

Todo estaba tan tranquilo, las risas fluían en lo que quedaba de la cena, abrieron un segundo vino y brindaron, hasta acabada la misma se quedaron charlando animadamente, hace mucho que no compartían un momento todos juntos. Inclusive los obligaron a darse un pequeño beso que fue festejado por todos.

Hasta que el celular de Narancia sonó, tomándolo por sorpresa, anunciando un mensaje que no esperaba leer.

< Hola, no te olvides de mí >

Dude... dude looks like a lady (FugoNara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora