27. Sempiterno

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•Recordatorio:
Contexto de la historia: Actualidad. Luisi es jefa de cocina en un hotel. Amelia es actriz, tiene una productora de musicales y actualmente está haciendo un musical titulado como el fic.
En el capítulo anterior: Tras pedirle consejo a su madre, Luisita organiza una cena para disculparse con Amelia.

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Amelia, ¿tú te quieres casar?

–¿Qué? –Amelia estaba anonadada.

–Que si te quieres casar.

–A ver, espera, espera... ¿Aún no hemos aclarado las cosas y me estás pidiendo que me case contigo? ¿Esa es tu solución? –preguntó Amelia arqueando la ceja derecha.

–¿Qué? Ay, no, no –Luisita se maldijo al darse cuenta de su error–. Que me estoy explicando muy mal, Amelia –dijo atropelladamente con voz de preocupación.

–Pues explícate, Luisita, porque no estoy entendiendo nada –Amelia esperó pacientemente con sus manos apoyadas en su cintura.

–A ver, sentémonos, por favor –pidió Luisita echando una de las sillas hacia atrás para que Amelia se sentara, después se sentó en la otra–. No te estoy pidiendo que te cases conmigo, sé que es un poco pronto, pregunto si te quieres casar... así, en general, si es algo que entra en tus planes de vida.

–Pues... no lo he pensado, Luisita, pero supongo que sí. Con la persona adecuada, ¿por qué no? –respondió Amelia suavemente poniendo su mano sobre la de Luisita.

–¿Y crees que estás con la persona adecuada? –preguntó Luisita con miedo.

–Ay, cariño, sabes que nunca he sentido por nadie lo que siento por ti.

–Amelia, te quiero y siento mucho haberme portado tan mal contigo –dijo procurando no llorar.

–Ya está, Luisita, no te disculpes más. Pero explícame qué pasó, por favor –suplicó Amelia.

–Pues estaba comentando con mi hermana lo de casarse y me dijo que no me precipitara, que estaría cometiendo un error. Y, pues... aunque no entra en mis planes inmediatos, pues me molestó que usara esa palabra y reaccioné exageradamente... y entré en pánico pensando que tú probablemente no querrías y que me rechazarías... –los ojos de Luisita no tardaron en ponerse llorosos, con lágrimas que amenazaban con caer de un momento a otro–. Y, no sé, Amelia, se me vino el mundo encima y no supe reaccionar. Y cómo no te lo podía contar, pues... que lo hice mal, Amelia, muy mal –Luisita había dejado de luchar contra las lágrimas y éstas ya corrían libremente mejillas abajo–. Amelia, por favor, no dejes de quererme.

–Pero, mi amor, ¿cómo voy a dejar de quererte? Me duele que no hayas confiado en mí, pero nunca podría dejar de quererte... ¡Si estoy loca por ti, tonta! –Amelia acarició las mejillas de Luisita gentilmente con ambas manos, al tiempo que le retiraba las lágrimas que no paraban de caer.

–Ay, Amelia. Si yo confío en ti, pero es que tenía miedo –Luisita cogió las manos que Amelia tenía en sus mejillas y le dejó un beso en cada una de ellas.

–Pues la próxima vez que te sientas así, habla conmigo, por favor –pidió gentilmente dándole un suave apretón en las manos de la rubia. Luisita asintió como muestra de estar de acuerdo y luego se acercó despacio para darle un beso a Amelia, pero dejando tiempo a la morena para retirarse si lo deseaba. Cuando Amelia no se retiró, sino que además, se acercó, Luisita terminó de recorrer el camino que quedaba entre sus bocas.

Tras dejar atrás malentendidos y discusiones, Amelia accedió a quedarse a cenar y disfrutaron de una velada amena, charlando y volviendo poco a poco a ser las mismas de antes.

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