Sempiterno

33. ¡Qué guapa estás!

•Recordatorio:
Contexto de la historia: Actualidad. Luisi es jefa de cocina en un hotel. Amelia es actriz, tiene una productora de musicales y actualmente está haciendo un musical titulado como el fic.
En el capítulo anterior: Amelia acepta casarse con Luisita y ambas se lo comunican a sus familiares, quienes están encantados con la noticia.

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Tras varios meses de preparativos, Luisita y Amelia habían decidido casarse en una ceremonia íntima, rodeadas de la familia más cercana y algunos amigos. Tras sopesar opciones, decidieron que se las apañarían para celebrar la cena tras la ceremonia en el King's, un café-teatro que María había comprado hacía unos meses, ya que otras alternativas, como un restaurante o un hotel, les parecía algo arriesgado si no querían que la prensa se hiciese eco de su día especial.

Cuando decidieron el vestuario para ese día, hablaron abiertamente entre ellas sobre si llevar vestido o traje, si elegir el tradicional color blanco o no, o incluso, si usar ramos de flores o no. Después de varias semanas de considerarlo y, tras varios cambios de opinión, decidieron ir de blanco, aunque ninguna llevaría un tradicional vestido de novia. Amelia eligió un vestido sencillo y elegante combinado con un recogido en el pelo adornado con unas pequeñas flores azules, mientras que Luisita optó por un traje de chaqueta adornando el bolsillo frontal con el mismo tipo de flor que Amelia, con respecto a su pelo, optó por dejarlo suelto. Ninguna llevaba más flores que las que habían incorporado en su vestimenta o peinado.

La ceremonia fue corta pero emotiva, especialmente cuando llegó el momento del "sí, quiero" para luego pasar al intercambio de alianzas, momento lleno de un nerviosismo que no era de ayuda y el cual produjo una situación algo cómica, ya que, tras el triunfo de conseguir ponerse las alianzas, se adelantaron a besarse antes de que el oficiante les diera luz verde, quien inevitablemente dijo la famosa frase de "podéis besaros" aunque ellas ya estuvieran en ello.

Tras las firmas, la entrega del libro de familia y varias fotos después, pusieron rumbo al King's. Ambas habrían querido sacarse alguna de las fotos en parajes incomparables de Madrid, como el Templo de Debod, dónde habían acabado tras su primer paseo juntas en moto. Pero la situación las forzó a buscar lugares más íntimos.

Al entrar en el King's, con todos los invitados esperándolas, María apagó las luces y dejó solo las lámparas de las mesas y algunas luces tenues que había en el escenario, y le indicó a Ignacio que pusiera la música que tenía preparada. Entonces, todos empezaron a aplaudir a la pareja, que llegaba sonriente y cogidas de la mano, mientras la fotógrafa, que iba delante de ellas, hacía fotos de su llegada.

Disfrutaron de una velada tranquila, de la compañía y de la comida para luego pasar a la diversión, con música para bailar y barra libre para los invitados.

El primer baile de la noche le correspondió a las recién casadas que caminaron hacia la pista de la mano y sonriendo.

–Amelia, aún no sé si esto está pasando de verdad o si es solo un sueño –susurró Luisita poniendo sus manos en la cintura de su mujer.

–Es un sueño que juntas hemos hecho realidad –Amelia colocó sus brazos alrededor del cuello de su rubia–. Siempre supe que este día llegaría, mi amor –añadió antes de dejar un suave beso en sus labios.

–Amelia, ya sé que te lo dije antes, pero ¡qué guapa estás!

–Tú si que estás guapa, ese traje te queda... ¡Madre mía cómo te queda!

Sus familiares y amigos las observaban sonriendo, pero ellas se sentían como si no hubiera nadie más, cómo si el mundo hubiera desaparecido y solo quedaban ellas, en una nube maravillosa de felicidad. Hasta que todo el mundo se unió al baile y alguien gritó "¡Que se besen, que se besen!" por enésima vez desde que habían llegado al King's. La pareja se besó, pero no por obedecer a quién fuese que lo había dicho esta vez, sino porque se sentían inmensamente feliz y les apetecía besarse una y otra vez.