35. Tenemos una conversación pendiente.

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•Recordatorio:
Contexto de la historia: Actualidad. Luisi es jefa de cocina en un hotel. Amelia es actriz, tiene una productora de musicales y actualmente está haciendo un musical titulado como el fic.
En el capítulo anterior: Luisita y Amelia vuelven de su luna de miel. Tras una cena en casa de María, donde ésta se da cuenta que Amelia se derrite cada vez que ve a su mujer jugar con Alicia, el matrimonio habla sobre tener hijos y acaban teniendo una discusión tonta.

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Cuando Luisita se despertó, cerca de la cama, en la mesilla auxiliar que usaban siempre para ello, estaba esperándole una bandeja con una taza de café recién hecho, fruta troceada en un bol, unas tostadas, un yogur y una nota que decía:

Buenos días, preciosa.
Espero que puedas perdonarme, me alteré y reaccioné como una idiota, lo siento profundamente.
Eres lo más importante de mi vida y no quiero perderte por nada del mundo.
Te quiero

Luisita leyó la nota y se acercó la taza de café, poniendo sus manos alrededor para sentir el calor. Luego se dio cuenta que se había despertado porque había oído la puerta de la entrada cerrándose. Probablemente, Amelia acababa de irse, aunque la rubia no estaba segura de a dónde.

Tras desayunar con calma mientras veía la tele, llevó todo de vuelta a la cocina y lavó lo que había usado. Cuando estaba saliendo de la cocina, la puerta de la entrada se abrió y apareció Amelia con ropa de deporte y quitándose los auriculares.

–¿Has salido a correr?

–Sí, lo necesitaba –respondió mirando dudosa a Luisita, ya que no sabía cómo estaban las cosas entre ellas ni cómo debía actuar–. ¿Has desayunado?

–Ajá –afirmó escuetamente.

–¿Y... qué tal? ¿Has...? ¿Te ha gustado? –Amelia seguía sin saber cómo dirigirse a ella.

–Ven aquí, tonta, que ya te he perdonado –respondió riendo y abriendo los brazos para indicarle a su mujer que le diera un abrazo. A Amelia se le fue toda la tensión que estaba conteniendo.

–Estoy sudando, te voy a poner perdida.

–Amelia, ven aquí, que tú y yo hemos sudado mil veces juntas –sonrió mientras se acercó a Amelia sin esperar y la abrazó, después se separó y le dejó un beso suave sobre los labios y otro sobre la nariz.

–Voy a darme una ducha, ¿me acompañas?

–Sí, porque me has puesto perdida de sudor, hija mía... ¡Con lo limpita que estaba yo! –Luisi puso una falsa expresión de asco y luego rio. Amelia le dio un suave empujón y luego puso su mano alrededor de la nuca para agarrarla y plantarle un sonoro beso en los labios. Después salió corriendo hacia el baño y Luisi la siguió caminando mientras reía. Cuando llegó al baño, Amelia ya estaba dentro de la ducha y su ropa estaba desperdigada por el suelo, probablemente como consecuencia de la rapidez con la que lo había hecho antes de que llegara Luisita.

Entonces, Luisita se quitó el pijama, que corrió la misma suerte que la ropa de la morena, y se metió en la ducha abrazando a Amelia por detrás en el proceso. La morena puso sus brazos sobre los que rodearon su cintura y echó la cabeza hacia atrás, dejando caer el agua en su cara y con los ojos cerrados, mientras Luisita le besaba el hombro y el cuello, para después ir subiendo sus manos poco a poco por el torso de su mujer. Cuando las manos de la rubia llegaron a su destino, Amelia volvió su cabeza a su posición inicial y se giró sobre sí misma para besar a Luisita mientras sujetaba con sus manos la cabeza de su mujer para impedir que pudiera retirarse, aunque Luisita no planeaba hacerlo. De hecho, no tenía planeado que la ducha, en general, acabara pronto.

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