–Ana, ¿y si me lo ha ocultado porque no le gusto lo más mínimo y quiere que piense que es hetero? - Aunque no podía verla, Ana notó que Amelia sonaba realmente preocupada, pero si pudiera meter la mano a través del teléfono, la abofetearía para ayudarla a pensar con claridad.
–Pero ¿qué dices, Amelia? ¿Tú te estás escuchando? A mí me parece lo contrario.
–¿Lo contrario?
–A ver, estoy segura de que no te lo ha contado para qué no pienses que pretende algo contigo. Pero, ahora que ya sabes qué le gustan las chicas, podrías intentar lanzarte tú.
–Es una forma de ver las cosas que no había pensado, la verdad.
–¿Ves? Si es que te has puesto en lo peor sin reflexionar.
–Pero ¿y si me lanzo y estropeo lo que tenemos?
–¿Y si no te lanzas y te pasas la vida preguntándote qué hubiera pasado? –Ana escuchó como su amiga suspiraba–. Amelia, si se estropea vuestra amistad es que no te merece como amiga. Si de verdad es tu amiga, no rechazaría tu amistad aunque no te correspondiera románticamente.
–No sé qué hacer, necesito unos días para pensar.
–Bueno, si necesitas tiempo, concédetelo. Ya sabes que yo estoy aquí para lo que necesites.
–Muchas gracias, Ana. Y siento haberte mantenido despierta hasta tan tarde.
–No te preocupes, para eso estamos. Buenas noches, descansa.
–Y tú. Buenas noches.
*****
–María, yo no sé qué habrá pasado, lleva varios días que nunca tiene tiempo para quedar... Ni siquiera parece receptiva por teléfono, me habla como... seca, no sé –las dos hermanas Gómez se encontraban desayunando juntas en El Asturiano, ya que las dos tenían el día libre.
–¿Y dices que está así desde la merienda con mamá, papá y el abuelo? –preguntó María pensativa, sopesando cuál podría ser el motivo.
–Sí, pero a mí me pareció que habían congeniado de maravilla, pero luego se fue tan de repente... –respondió Luisita con voz apenada.
–Por lo que me cuentas puede ser algo suyo, no necesariamente es algo que pasó en la merienda.
–Ay, no sé, María... ¿y por qué no me lo cuenta? Si somos amigas... O eso creía yo, vamos.
–A ver, Luisi, si es que estas cosas las tienes que hablar con ella, caramba. Por lo que veo no has hecho caso de la última vez que te dije que hablaras con ella, ¿a que no?
–Pues no –susurró–. Pero ahora sí que no pienso decirle que me gusta. Entonces sí que deja de hablarme pa' toda la vida...
–¡Qué dramática eres, hija!
*****
Tras varios días en los que Luisita intentó mantener una conversación con Amelia y ésta se mantenía fría e inventaba excusas para no quedar, la cocinera decidió rendirse y no contactar con la morena durante unos días. Tras esos días decidiría qué hacer al respecto.
Cuando solo había pasado un día en el que le costó muchísimo hacer cómo que Amelia no existía, fue ésta quien le envió un mensaje a la rubia.
Hola Luisita, sé que he estado distante y quería disculparme. Podemos vernos? Por favor, necesito que hablemos y explicarme.
A la rubia le dio un vuelco el corazón al leer el mensaje, aún seguía sin explicarse qué pasaba con Amelia, pero esto le confirmaba que tenía razón sobre su frialdad, aunque valoraba que por fin la morena fuera a darle una explicación. Se planteó no contestarle, o incluso contestarle pero poniendo una excusa de que le era imposible quedar, luego pensó que sería de cabezota pagarle con la misma moneda y no facilitarle que pudiera explicarse.
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Sempiterno
Fiksi Penggemar"Que durará siempre; que, habiendo tenido principio, no tendrá fin." O la historia de cómo una cocinera y una actriz se conocieron y enamoraron. Ambientada en la actualidad.