43. ¿No quería conocerme?

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•Recordatorio:

Contexto de la historia: Actualidad. Luisi es jefa de cocina en un hotel. Amelia es actriz, tiene una productora de musicales.

En el capítulo anterior: Amelia se pone de parto, tras largas horas en el hospital, acaban decidiendo practicarle una cesárea, ya que la pequeña tiene el cordón umbilical enrollado de una manera que no pudieron detectar antes.

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–Aquí tenemos a la pequeña, por fin –dijo la enfermera al salir, con un rollito hecho con una manta y que contenía una bebé a la que solo se le veía la cara–. La mamá está bien, está en la sala de recuperación –a Luisita, el tiempo que pasó en la sala de espera se le hizo eterno. Aunque lo entendía, le daba mucha rabia que no estuviera permitido estar en quirófano–. ¿Quieres cogerla? –la enfermera se dirigió a Luisita, que se había levantado en un abrir y cerrar de ojos cuando notó las puertas abrirse. La rubia asintió emocionada, no siendo capaz de pronunciar palabra.

La enfermera se la acercó a los brazos con cuidado y Luisita se sintió la persona más feliz del mundo cuando los ojos grandes y aún grises de su hija la miraron una vez la tuvo en sus brazos.

–Familia, os presento a Carla Gómez Ledesma –dijo emocionada y sin dejar de mirarla. Ella y Amelia habían decidido el nombre hacía unos meses, pero aún no se lo habían dicho a nadie.

–Que preciosidad, cariño –dijo suavemente Manuela.

–La niña más bonita que he visto nunca –añadió Devoción con las dos manos en el pecho.

–Sí, hija, es igual de guapa que tú –dijo Marcelino intentando no llorar. Luisita sonrió y miró a su padre durante unas milésimas de segundo, para volver a mirar la cara redondita y adorable de Carla.

La enfermera volvió a cogerla en brazos y se dirigió, seguida de Luisita, a quien le había dicho que la acompañara hacia la habitación en planta donde dormirían Amelia y Carla.

Los Gómez y Devoción se quedaron a la espera de que sacaran a Amelia de la sala de recuperación para trasladarla a la planta de maternidad. Una vez pudieron comprobar que estaba bien y que ya la trasladaban, se fueron a casa a dormir, puesto que eran más de las 2 de la madrugada.

Mientras, en la habitación del hospital, con una Amelia extremadamente cansada, la enfermera intentaba sin éxito y de manera un poco brusca que Carla accediera a que su mamá la amamantara. Al comprobar que la recién nacida no estaba por la labor, acabó llevándoles un biberón con fórmula. Cuando la enfermera se había ido, Luisita decidió ser ella quien alimentara a su hija para que Amelia pudiera descansar, lo cual la morena agradeció enormemente.

Cuando Amelia volvió a despertar, tres horas más tarde, fue consecuencia del llanto de Carla, quien tenía hambre. Justo en ese momento, Luisita se levantaba de su sillón para cogerla en brazos y una enfermera entraba en la habitación, sabiendo que a la bebé le tocaba volver a comer.

Amelia aún estaba intentando despejarse cuando la enfermera le dijo que debía intentar otra vez darle el pecho a Carla. Luisita le acercó a su hija y la depositó gentilmente en los brazos de su mujer. Luego, la enfermera, a diferencia de la enfermera anterior, le indicó a Amelia como debía hacerlo y no trató en ningún momento de forzar a la pequeña, que aún lloraba por hambre. Luisita la miró agradecida y la enfermera le sonrió antes de salir para dejar que Amelia lo intentara sin presiones.

Entonces, la rubia bordeó la cama para ponerse por el otro lado, puso su mano suavemente sobre la cabeza de Carla y ayudó a Amelia a guiarla hasta su pecho. La expresión en la cara de la morena cambió cuando notó que su hija empezó a lactar, era una sensación rara, pero no pudo evitar sonreír. Luisita se sentó a su lado y le dio un beso en el hombro, para después dejar un suave beso sobre la cabeza de Carla.

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