Sempiterno

28. Nuestro piso

•Recordatorio:
Contexto de la historia: Actualidad. Luisi es jefa de cocina en un hotel. Amelia es actriz, tiene una productora de musicales y actualmente está haciendo un musical titulado como el fic.
En el capítulo anterior: Luisita y Amelia se reconcilian tras su discusión, dejando atrás malentendidos de no-pedidas, pero sabiendo que ambas quieren pasar el resto de su vida juntas. Luisita le confiesa a Amelia que, tras el accidente, no ha sido capaz de volver a montar en moto.

*En este capítulo habrá un salto temporal de unos meses.

Muchas gracias por leerme.

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Tras varios meses en los que necesitó terapia y en los que tuvo el apoyo incondicional de Amelia, de su familia y amigos, Luisita pudo volver a montar en moto sin tener un miedo atroz e irracional. Incluso fue capaz de subirse alguna vez en un coche, que, irónicamente, siendo más seguros que las motos, le producía una ansiedad mayor porque era el tipo de vehículo en el que había vivido el accidente.

Sin duda, el primer paso para recuperarse por completo del accidente lo dio al contarle a Amelia lo que le ocurría. Incluso, cuando a veces tenía dolores en el brazo o hipersensibilidad en la clavícula, se dio cuenta de que su mayor secuela iba a ser psicológica si no hacía algo por remediarlo. Llegó un momento durante esos meses en los que se sintió tan decaída que pensó dejar la hostelería para siempre, especialmente porque, ahora más que nunca, tenía que dedicarse a labores de oficina, ya que a veces le resultaba molesto físicamente hacer funciones de cocina. Al final, el miedo a no saber qué hacer con su vida si la dejaba, la paralizaba aún más y ganaba. Así que, bajo recomendación de su psicóloga, decidió coger unas semanas de vacaciones aunque al volver tuviera que poner todo lo que habían hecho los segundos en orden, a su gusto. En otras circunstancias, las habría cogido para cuando Amelia estuviera libre y ambas pudieran irse de viaje juntas, pero dada la situación, tanto ella como Amelia llegaron a la conclusión de que era lo mejor. Ya habría otro momento para poner en práctica otros planes, ya que la idea de una vida juntas no se había desvanecido para ninguna de las dos.

–Amelia, había pensado que podría aprovechar estas dos semanas para que hagamos la mudanza, ¿te parece? –dijo Luisita jugando con la mano que Amelia tenía sobre su regazo. Estaban en el sofá de casa de Luisi con la televisión de fondo, aunque no le estaban prestando ninguna atención.

–Pero Luisita, si ni siquiera hemos encontrado aún un piso con buena ubicación, que nos guste a las dos y nos lo podamos permitir. ¿Tú sabes cómo están los alquileres en Madrid? ¡Por no hablar de la compra-venta!

–¿Qué si lo sé, Amelia? Para no saberlo, que parece esto una jungla de especulación inmobiliaria, hija mía –se quejó Luisita con razón–. Cariño, yo creo que lo mejor es que te vengas a mi piso, de verdad, dejará de ser mi piso para ser nuestro. Redecoraremos todo si hace falta, ya verás que divertido –dijo con entusiasmo.

–Pensé que habíamos quedado en que lo alquilarías a otras personas para buscarnos otro lugar.

–¿Tan poco te gusta mi piso?

–¿Qué? Para nada, ¡si me encanta! –aclaró–. Pensé que tú querías cambiar de lugar porque lo necesitabas –Amelia frunció el ceño.

–Que va, Amelia. Necesitaré un cambio de aires y parar de trabajar durante un tiempo, pero sabes lo que significa este piso para mí –dijo mirando a su alrededor–. Es lo único que tengo de mis padres biológicos.

–Lo sé, mi vida –Amelia acarició la mejilla de Luisita–. Pues no se hable más, nos quedamos aquí en tu piso.

–Nuestro piso –recalcó Luisita sonriendo y levantando su dedo índice.