Sempiterno

37. Ay, yo que sé, Amelia...

•Recordatorio:
Contexto de la historia: Actualidad. Luisi es jefa de cocina en un hotel. Amelia es actriz, tiene una productora de musicales.
En el capítulo anterior: Luisita y Amelia pasan la Nochebuena en familia junto a los Gómez y Devoción. Y con la visita sorpresa de Leonor y su familia.

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Era por la tarde, Luisita y Amelia estaban en casa tras sus respectivas jornadas laborales y acababan de leer una carta que habían recibido y que contenía una notificación importante.

–Dios, mira que sabía que el proceso de adopción era largo, pero esto... Amelia, ¿por qué has permitido que siguiéramos adelante? –Luisita tiró la carta con frustración sobre la mesa mientras caminaba nerviosa de un lado para otro.

–Mi vida, lo hablamos y llegamos a un consenso de que probaríamos con la adopción –respondió Amelia suavemente mientras cogía la carta que había caído cerca de sus manos, las cuales tenían una taza de té entre ellas.

–Si es que María me lo advirtió... Que si papeleo, charlas, que si las dichosas entrevistas... Y ahora, después de todo eso y no sé cuántos meses para saber si podemos seguir con el proceso, ¿más papeleo y más entrevistas? ¡Y a esperar otra vez...! –Luisita se paró y apoyó sus manos en la cintura, suspirando.

–Cariño, entiende que lo hacen por el bien de los niños –señaló la morena.

–Amelia, si lo entiendo, caramba. Pero, ¿sabes que hay gente que aunque cumpla los requisitos no consiguen adoptar nunca? –preguntó con frustración sentándose frente a su mujer.

–Lo sé, pero debemos tener un poco de paciencia, ¿tú te crees que a mí no me afecta? Estoy bastante desencantada, pero nos tenemos la una a la otra para apoyarnos.

–Madre mía... ¡Si es que al final es más largo que un embarazo!

–¿Y qué propones? ¿Qué abandonemos el proceso de adopción y pasemos por otro proceso del que tampoco sabremos cómo será el resultado? Si es que hay resultado –preguntó Amelia indicando que el procedimiento para un embarazo tampoco sería fácil.

–Ay, yo que sé, Amelia. Tampoco sé si es una conversación que estemos preparadas para tener.

–A ver, Luisita, no es tan complicado. Yo ya he dejado claro que, por el momento, no quiero quedarme embarazada. Mi carrer...

–No, si eso ya me ha quedado claro –la interrumpió–. Y tus prioridades también. Que un hijo conmigo no se interponga entre tu carrera y tú, ¡Dios nos libre!

–No te pongas así –pidió Amelia molesta ante el comentario de la rubia.

–¿Que no me ponga así? No me pongo de ninguna manera, Amelia, solo digo la verdad.

–Es que no es la verdad, Luisita. Es más, ¿te has parado a pensar que igual no quiero que mi cuerpo pase por un embarazo? –preguntó Amelia empezando a perder la calma.

–Pues no, Amelia, claro que no, porque tú siempre has puesto como excusa tu carrera. A no ser que me hayas estado mintiendo a la cara para no contarme la razón real –indicó–. ¿Es eso? Porque, o has estado mintiendo hasta ahora, o me acabas de mentir para quitar el foco de tu carrera.

–Madre mía... –murmuró mientras se frotaba ligeramente la frente–. Luisita, no quiero que mi cuerpo pase por algo así cuando estoy en un buen momento de mi carrera, ¿te vale esa respuesta?

–Pues no me vale, Amelia, ¿te das cuenta de que de esa forma me obligas a que sea yo la que se quede embarazada? –manifestó con indignación.