25. No sé para qué narices me he metido.

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•Recordatorio: 
Contexto de la historia: Actualidad. Luisi es jefa de cocina en un hotel. Amelia es actriz, tiene una productora de musicales y actualmente está haciendo un musical titulado como el fic.
En el capítulo anterior: Luisita, Devoción y Manuela van juntas a ver el musical. Devoción se queda por una semana. El día que va a regresar a Zaragoza, al despedirse de Luisi, le da un anillo para el futuro y sin presiones. Luisita se lo cuenta a María y acaban discutiendo por diferencia de opiniones con respecto al futuro inmediato de Luisita y Amelia.

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Habían pasado varios días desde que Luisita y María habían discutido. María había estado muy ocupada para ponerse en contacto con su hermana, pero no consideraba que la discusión hubiese sido para tanto, ya que, en su opinión, Luisita solo estaba siendo inmadura y orgullosa. La rubia, por su parte, no pensaba intentar hablar con María hasta que ésta se disculpase.

–Pero, ¿aún sigues enfadada con tu hermana? –Amelia y Luisita estaban en casa de ésta última pasando el rato, charlando en el sofá, hasta que Amelia tuviera que irse al teatro.

–Pues sí, Amelia, sí –se cruzó de brazos.

–Mira, Luisita, no sé qué habrá pasado, pero os conozco a las dos y no entiendo que aún no os hayáis reconciliado –Amelia frunció el ceño–. ¿Seguro que es para tanto o solo estás siendo un poco orgullosa?

–¿Orgullosa yo? ¿Pero tú de qué lado estás? –Luisita, que hasta ahora había tenido las piernas sobre el regazo de Amelia, las retiró y se sentó con la espalda erguida.

–Yo no estoy del lado de nadie, mi vida, pero reconoce que a orgullosa no te gana sino tu padre.

–Orgullosa dice... –refunfuñó.

–¿No ves que con esa actitud solo me estás dando la razón? –Amelia rio.

–Amelia –dijo Luisita enfurecida, Amelia la interrumpió.

–Mi amor... –utilizó un tono suave pero firme, como queriendo advertirla de que parara, pero demostrándole que no estaba dispuesta a pelear.

–No, Amelia. Ya me arreglaré con mi hermana cuando me pida disculpas... Y para, porque no quiero acabar discutiendo contigo también.

–Pero, ¿discutiendo conmigo por qué? Luisita, ya te estás relajando porque no entiendo qué está pasando –Amelia se estaba viendo envuelta en algo que se le escapaba de su comprensión, ya que ella solo había iniciado la conversación sobre María con intenciones completamente diferentes a lo que estaba consiguiendo.

–Pues, Amelia, no sé, no es tan difícil... Mi hermana y yo hemos discutido y no pienso hablarle hasta que se disculpe –Luisita suspiró–. Y si tanto te molesta, no sé... Es que no sé para qué te metes.

–Pues tienes razón. No sé para qué narices me he metido –se quejó Amelia elevando un poco el tono de voz y levantándose del sofá–. Me voy a ir, porque está claro que con esa actitud y con esta conversación no vamos a llegar a ningún lado.

–Eso, pues muy bien. Ve –Luisita miró al frente con cara seria, negándose a mirar a Amelia.

–Hasta luego.  Llámame cuando la Luisita que conozco vuelva –respondió Amelia decepcionada antes de irse de casa de la rubia.

*****

Al día siguiente, alguien estaba llamando insistentemente a la puerta de casa de Luisita y ésta se levantó descalza del sofá y fue a abrir, cuando vio que era María dejó la puerta abierta para que pasara y se volvió al sofá. María la siguió.

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