He venido a matarte

9 2 0
                                    

Lo sostuve y me acordé de cuando estaba sentada con ella en su sala, mezclando las cartas para adivinarle el futuro. Ella llevaba su vestido azul. Se había puesto la mano delante de la boca. ¡Ahora me estás asustando!, había dicho.

¡Cuánto se habría reído de esto más adelante!

—Se está burlando de mí —dije con una voz no del todo clara—. Me ha mandado esto... ¿Estás seguro de que aquí no hay un mensaje, una marca o un signo? Me lo ha mandado para pincharme. ¿Para qué, si no?

—No lo sé, señorita. Lo ha cogido de encima de la mesa. Lo ha cogido rápido, con unos ojos... de loca.

—¿Qué clase de locura?

—No lo sé. No parecía ella misma. No llevaba guantes. Tenía el pelo rizado y raro. Había un vaso a su lado. No me gusta decirlo, pero creo que era de ginebra.

—¿Ginebra?

Nos miramos.

—¿Qué hacemos?—me preguntó.

Yo no lo sabía.

—Tengo que pensar —dije, empezando a deambular—. Tengo que pensar qué va a hacer ella. Se lo dirá a Caballero, ¿no?, y le enseñará nuestra carta. Él se pondrá a buscarnos enseguida. ¿No te han visto volver aquí? Pero alguien más podría haberte visto. No lo sabemos seguro. Hasta ahora la suerte nos ha acompañado; ahora nos abandona. Ah, ¡si no hubiera cogido el vestido de boda de aquella mujer! Sabía que nos traería mala suerte. La suerte es como la marea: empieza a subir y sube tan deprisa que no se puede parar.

—¡No diga eso! —exclamó Baekhyun. Se estaba retorciendo las manos—.¿Por qué no devuelve ese vestido a su dueña?

—Así no se le engaña a la suerte. Lo mejor que puedes hacer es afrontarla.

—¿Afrontarla?

Fui de nuevo a la ventana y miré a la casa.

—La señora Boa está allí dentro ahora —dije—. ¿No bastará una palabra mía? ¿Cuándo me he dejado acobardar por Johnny Vroom? Creo que Joy no me hará daño, ni tampoco Yunho. Y Irene parece nublada por la ginebra. Baekhyun, ha sido una tontería esperar todo este tiempo. Dame el cuchillo. Vamos allí.

Me miró boquiabierto y no dijo nada. Cogí yo misma el cuchillo, tomé a Baekhyun de la muñeca, le saqué de la habitación y le conduje escaleras abajo. Al pie había un hombre y una chica, riñendo; pero bajaron la voz y volvieron la cabeza para vernos pasar por delante. Quizás vieron el cuchillo. No tenía un sitio donde esconderlo. En la calle, ráfagas de viento levantaban arenilla y papeles, y la noche era calurosa. Llevaba la cabeza descubierta. Cualquiera que me viese sabría que yo era Seulgi Kang, pero era demasiado tarde para tomar precauciones. Corrí con Baekhyun hasta la puerta de Yunho, llamé y le dejé solo en el escalón mientras yo me apartaba, con la espalda apoyada en la pared. La puerta se abrió al cabo de un minuto, sólo una rendija.

—Viene muy tarde. —Era la voz de Joy—. El señor Yunho dice... ¡Ah, eres tú otra vez! ¿Qué quieres ahora? ¿Has cambiado de idea?

La puerta se abrió unos centímetros más. Baekhyun se lamió la boca, con la mirada puesta en los ojos de Joy. Luego me miró, y cuando ella le vio hacerlo, asomó la cabeza y miró también. Soltó un grito.

EL ENGAÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora