CAPÍTULO 3

437 20 25
                                    

JISUNG P.O.V

Salí de la ducha de la habitación de aquél hotel dónde nos alojábamos en Tokio, habíamos llegado hacía unas horas y no tardaron nada en darnos habitaciones para todos y a nuestro gusto, por ejemplo, yo dormía con Jeno y JaeMin.

Salí con la toalla enredada en la cintura del baño y me senté en mi cama, al lado de Jeno, que se abrochaba los pantalones de sus tejanos negros mientras se miraba en el espejo.

Nos preparábamos para ir al casino de la ciudad, dónde tendríamos que robar la placa a un líder mafioso japonés, teníamos pruebas que decían que se presentaría en el casino para venderla a un líder de otra mafia, eso no pasaría, esa placa la cogeríamos nosotros y no podíamos fallar.

-¿Dónde está JaeMin? Ni siquiera se ha duchado aún – pregunté yo dejando mi móvil sobre el colchón.

-No lo sé – suspiró y picaron a la puerta – ábrele, debe ser él.

Salté de la cama y crucé el corto recibidor para ir hacia la puerta y abrirle la puerta a nuestro amigo, pero no resultó ser él. Cuando la abrí vi delante de mí a la chica que me hacía sudar y tartamudear cuando la tenía delante, NaYeon iba con un vestido rosa pastel ajustado a su cuerpo, bien maquillada, con el pelo mojado y una amplia sonrisa en sus labios.

Yo me miré a mi mismo y maldije no haberme puesto unos pantalones.

-Hola – dije yo en un suspiro.

-Hola, ¿podéis dejarnos un secador de pelo? – preguntó endulzando su sonrisa – es que Momo y Sana están usándolos y van a tardar, no me va a dar tiempo.

-Sí, claro, espera – asentí con nerviosismo y me di la vuelta, volví a cruzar el recibidor y cuando giré a la derecha vi a Jeno reírse en silencio por la situación – dame el secador – se lo quité de las manos.

-No, tío, lo iba a usar – se quejó él.

-Tú no necesitas secador – dije enredando el cable alrededor del aparato.

-Ten cuidado con la toalla – bromeó cuando volvía a caminar hacia NaYeon.

El secador se me cayó por el camino pero aunque me estuviese muriendo de vergüenza lo cogí con agilidad y se lo di a la chica de la puerta.

-Cuando acabe te lo devuelvo – dijo riendo un poco por la caída del secador.

-No hace falta, nosotros no lo usamos – le dije yo rascándome la parte de detrás de la cabeza.

-Gracias, jefe – se inclinó un poco con educación y después se dio la vuelta para ir a su habitación.

Yo cerré la puerta y suspiré con frustración, no podía comportarme como un gilipollas siempre que NaYeon me hablaba, joder, que era su jefe.

-¿Ha sido muy patético? – pregunté mirando como Jeno se peinaba con las manos.

-Demasiado patético – objetó él mirándome por el reflejo del espejo – se te ha caído el secador de las manos, tío.

-Lo tenía mal cogido – me excusé yo empezando a cambiarme.

-Ya, ¿también tenías mal cogidas las cuerdas vocales? Porque has tartamudeado – bromeó él riendo.

-La próxima bromita te tragas el peine de la mesa– lo amenacé yo.

Jeno estaba siempre bromeando sobre lo nervioso que me ponía con NaYeon, era normal y nunca me lo tomaba a mal porque él siempre me apoyaba en que me acercase a ella, para hablarle y decirle cualquier cosa, pero no era capaz.

THE LEGACYWhere stories live. Discover now