9- Un ángel.

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FOTO MULTIMEDIA: CHRIS CARTER (Zac Efron)

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Hoy era lunes, y tenía mi último examen antes de empezar la última etapa del año escolar. Biología, nada peor que eso. Salí corriendo de la casa en dirección al edifico, ya estaba llegando tarde.

Una vez que llegué al salón me senté en una de las mesas del fondo, a los segundos entró mi profesor.

-Saquen una hoja –gruñó. Oh si, era un malhumorado de primera.

Luego de dos largas y horribles horas, el timbre sonó y todos se levantaron a entregar. Terminé de escribir unas palabras y caminé hasta el escritorio del profesor, donde dejé mi examen.

-Señorita Turner –habló el profesor mientras guardaba unas cosas-. Espero que sepa que la nota de este examen es muy importante para usted... -asentí-. No me decepcione.

Luego de eso, caminé hacia mi casillero. Cuando estaba terminando de guardar unos libros, escuché unas fuertes risas. Miré hacia la punta del pasillo, donde venía caminando Ryder, seguido por otros chicos. Al pasar, hacía un extraño choque de manos con... casi todos. La gente se corría del medio sin que se lo pida, dejándolo pasar. Las chicas, lo miraban con descaro y lo elogiaban.

Hice una mueca mientras cerraba mi casillero y me apoyaba en este. Tanto tiempo dentro de la casa junto a un Ryder idiota que vivía para joderme, que había olvidado lo que realmente era en la escuela y para la gente.

Un popular.

La forma en la que lo respetaban, en la que lo miraban, en la que hablaban de él. Era un dios para todos ellos. Los chicos querían ser sus amigos, las chicas... bueno. Tenía a todo el campus dominado. Él era la estrella, el rey, el asombroso Ryder. Las veces que había escuchado hablar de él, lo describían como alguien de otro mundo. Si no lo conociera, y escuchara sobre él, lo creería realmente perfecto. Y bueno, en sí... era perfecto.

Iba tan seguro de sí mismo, con sus vaqueros desgastados, remera ajustada y su campera de cuero. Todos lo amaban. Él podía humillarlos frente a todo el mundo, y ellos seguirían pensando que era genial. Lamentablemente, para mí, solo era un idiota.

Él pasó por mi lado y ni si quiera me miró. Rodé los ojos. 

Engreído.

Entré a la cafetería y empecé a buscar una mesa.

-¡Eh, Penny! –escuché como gritaba Mila mientras se acercaba a mí.

-Mila –sonreí.

-Escucha, como sabrás el sábado no pudimos ir a tatuarte por esa maldita lluvia –bufó-. Así que pedí turno para hoy en la tarde.

La miré enojada.

-¡Mila, me tienes que avisar antes!

-Lo sé, lo siento, es que Derek no tenía más horarios, pero hizo una excepción por mí solo por hoy –se acomodó el cabello y sonrió coqueta.

-Qué perra –reí mientras nos sentábamos en una mesa.

-¿Qué? De alguna forma tenía que conseguirlo –se encogió de hombros y reímos-. Oh, vamos, no me vayas a decir que nunca hiciste eso -bajé la mirada intentando ocultar una sonrisa-. ¡Lo sabía, perra fácil! –gritó, atrayendo la atención de todos, incluyendo la de Ryder y Simon, que hablaban entretenidos con los chicos del equipo de fútbol en una mesa cercana.

Simon trotó hacia nosotras.

-Ugh, ¿qué quieres? –rodó los ojos mi amiga.

-¿Quién es la perra fácil de la que hablaban? –preguntó con una sonrisa divertida.

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