Capítulo 7

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Pasaron tres horas, por lo que Abigail llamó a Flavia para que le pase los apuntes del día, sacó una botella de ron para empezar a tomar mientras la esperaba.
Tocaron el timbre y fué a abrir de inmediato.

- Wacha, ¿qué pasó? - preguntó mientras pasaba para sentarse en uno de los muebles

- Me sentía mal - mintió, nisiquiera Flavia podía saber lo que ella había pasado, suficiente era con que Paulo sepa de su situación cómo que para otra persona más lo sepa

- Me hubieras avisado, ¿Y... Paulo? - dudó por un segundo su nombre

- No lo sé, no quiero hablar de él - dijo antes de que hiciera un cuestionario a los cuales no tendría con qué responder, era demasiada coincidencia para ser algo casual

- Te traje los apuntes - cambió de tema sacando algunos papeles de su mochila

- Gracias - agarró cuyos papeles parándose y ponerlos en el escritorio de la sala

- Vamos a una joda, Javier volvió - habló de la nada haciendo que Abigail se estusiame al escuchar dicho nombre.
Javier era el primo de Flavia y muy amigo de ella, pero hace más de un año se había ido a España por lo cuál no lo había visto, nisiquiera mantuvieron contacto.

- ¿Regresó?, no me lo esperaba, pero está bien, vamos - aceptó con una sonrisa pegadiza, era lo que quería, salir por un rato.

- Mamá nos llevará, vas a mi casa - dijo y asintió.
Flavia se fué ya que tenía que buscar un vestido para la noche mientras Abigail comenzó a ponerse al día, pensaba en Paulo, estaba en su mente cómo un bicho el cuál parecía nunca salir, no entendía porqué en tan poco estaba sintiendo ese maldito sentimiento de amor, cómo lo consideraba ella.

9:00 pm

Ya estaba en la casa de Flavia, se estaban arreglando para irse de una vez pero justo en ese momento a Abigail se le estaban quitando las ganas de ir, sentía mucha bipolaridad en ella pero que le podía hacer.

- ¡Ya bajen wachinas! - escucharon la voz de la mamá de Flavia, la cuál estaba en la planta baja esperándolas hace más de media hora

- ¡Ya vamos mamá! - contestó acomodándose el cabello para atrás.
Ambas bajaron y subieron al auto rápidamente.

- ¿A que hora paso por ustedes? - preguntó mientras manejaba hacía el boliche

- No te preocupes ma, regresamos en un uber - dijo mirando a Abigail para que diga lo mismo que ella

- Eh si, vamos en un uber señora - habló siguiéndole la corriente a su amiga

- Está bien, y no me trates cómo señora Abi, ya te he dicho - las tres rieron y sin darse cuenta ya habían llegado

Bajaron mientras se despedían... cuándo vieron aquel boliche se sorprendieron al ver lo grande que era, pero era de esperarse, Javier era un chico joven pero millonario, podría hacer lo que quisiera con su plata y esto debe averle parecido lo más mínimo.

Pasaron y lo primero que sintieron fueron un poco de nauseas al oler cigarrillos, y droga por montón, eran chicos más grandes los cuales estaban en una esquina haciendo lo suyo.

- ¿Ese no es Paulo boluda? - habló Flavia llamando por completo su atención, miró hacia donde lo estaba señalando discretamente y en efecto, era Paulo quién estaba junto a dos amigos más.
Al principio le pareció raro, demasiado, pero al final de cuentas era un chico cómodo todos y tenía los mismos derechos.

- Si, ¿qué tiene? - preguntó

- Se ve muy distinto, cualquiera pensaría que es un pibe alocado - dicho eso ninguna habló más del tema mientras iban a buscar a Javier.

Por su parte Paulo ya había visto que en aquel lugar estaba Abigai, que lo había visto al igual que Flavia.
Sintió algo de nervios pero trató de disimular perfectamente, él era amigo de Javier, al igual que sus amigos por lo que habían sido invitados.

- La piba si que a cambiado - dijo Alan al volver a verla después de tanto tiempo

- No mucho, pero tenés razón, está distinta - habló Piero tomando un poco de fernet

- Pueden callarse, esto es algo malo, comportense tranquilamente porfavor - pidió y ambos asintieron para seguir tomando más pasivos...

- Che voy a traer unos chocolates - Abigail estaba un poco aburrida y tenía hambre por lo que fué a coger unos chocolates que habían en aquella mesa grande de centro.

Al hablar con Javier sintió mucha confianza, la misma de antes, sabía que él la quería cómo una hermana menor ya que se conocían desde los nueve años, o eso era lo que recordaba, pero era linda amistad, una de las mejores que había tenido.

Agarró un refresco y al querer voltear topó con alguien derramando todo el contenido en la remera de aquella persona.

- Perdón - alzó la mirada chocando con esos ojos azules y esa melena rubia, se miraron sin decir nada pero reaccionaron de inmediato.

- No te preocupes - sonrió haciendo que todo se tiemble en Abigail, su sonrisa era una de esas cosas las cuales vez, te encanta y no puedes sacarla de tu mente.
Se quedó muda maldiciendo aquel momento, de seguro había quedado cómo una completa idiota ante los ojos de Paulo.

- Vení - fué lo único que dijo agarrando su mano para llevarlo al baño.
Al entrar sacó un pedazo grande de papel higiénico para limpiar el desastre que había cometido

- Posta, no tenés porqué preocuparte - dijo mirándola hacer lo suyo.
No pudo evitar sentir ternura por lo que estaba haciendo pero sólo era porqué la veía cómo esa nena pequeña.

- Almenos salió un poco - ambos rieron y al intentar salir de aquel lugar sintieron que la puerta no se abría.
Se miraron e intentaron una vez más pero era imposible, se habían quedado atrapados en un pequeño lugar, donde apenas cabían los dos...

Antisocial | Paulo Londra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora