Capítulo 35

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Volteó sin poder creer lo que veía, era cómo si todo su cuerpo estuviera actuando de la misma forma mientras su único deseo era correr hacia a Paulo y disculparse de la manera más correcta posible. No podía, o es más, no sabía cómo hacerlo, pero nubló su mente y lo hizo. Abrió sus brazos y sintió el cálido aroma que tenía; suspiró al mismo tiempo que sentía caer lágrimas por ambas de sus mejillas.

- Perdoname - susurró ahogada en llanto - pensé que no te volvería a ver - añadió con tristeza aferrándose al abrazo que sostenía - perdón... -.

Se alejó y levantó la mirada sin decir nada más, esperando que hubiera una respuesta de su parte.

- ¿Quién te lo dijo? - preguntó dejando su maleta en el suelo - olvidado... - negó con la cabeza sonriendo levemente - es claro que fué el pelotudo de Piero -.

- No sé que decirte, posta - suspiró sin dejar de llorar - pero quería pedirte perdón - dijo agachando la mirada

- Vos no tenés que disculparte - se acercó a Abigail, y tomó su mano sintiendo el frío de esta - al contrario, yo te oculte las cosas sabiendo lo importante que era para vos -.

- No, no Paulo - negó mirándolo - vos lo hiciste para que yo no sufriera - dijo apoyando su cabeza en su hombro - sabes que no tenés la culpa - susurró

Paulo sonrió al escuchar sus palabras, acariciando su cabello suavemente mientras sentía un gran alivio en su pecho.

Durante años se había sentido culpable por las acusaciones de los demás hacia él; y le parecía irreal la escena de aquel momento. Hace apenas unos meses nisiquiera hubiera sido capaz de mirarla sin sentirse mal consigo mismo, nisiquiera hubiera sido capaz de acercarse a ella. Por lo que pensaba que tal vez ahora las cosas cambiarían en su vida, porque con las palabras de Abigail, estaba seguro de que ya no tendría que vivir con lo de siempre, así mismo sentía cómo el destino se compadecia de él y le ofrecía la paz que siempre había deseado.

- No hablemos aquí - dijo tomando su rostro entre sus manos - tenés que abrigarte - añadió tocando sus hombros

- Si, creo que tenés razón - asintió sonriendo a medias - Piero está afuera, podemos ir en su auto -.

- Claro... - tomó su maleta y comenzó a caminar a la par de Abigail hacia la salida del areopuerto

No se dirigieron la palabra durante todo el transcurso del camino, ya que no sabían nisiquiera por dónde comenzar, ni mucho menos en cómo reaccionar al tenerse al frente mutuamente. Abigail miraba el suelo y de vez en cuándo a Paulo con cautela. Por una parte se sentía aliviada de saber que no había abordado el avión, pero por otra parte no sabía lo que pasaría, ni lo que pensaba sobre el tema, tal vez no la perdonaría, pero ahora lo que más le importaba era que ya se había disculpado con él, tal vez no de la mejor manera, pero lo había hecho.

- Paulo - sonrió Piero, abriendo la puerta para que subieran - por un momento pensé que te habías ido - comentó mientras comenzaba a conducir

- Hablaremos de eso más tarde - dijo mirando por la ventanilla que se encontraba a su lado - gracias... -.

- ¿Porqué? - preguntó

- Por decirle - se encogió de hombros - aunque me hubiera gustado ser yo quien le dijera, pero posta, gracias - susurró pasando una de sus manos por su cabello

- No te preocupes, vos sabes que podés contar conmigo - dijo tocando su hombro izquierdo - ¿y a dónde vamos? - preguntó mirando a Abigail

- Nesecito ir a casa - contestó con un bajo tono de voz

Paulo volteó y dirigió su mirada hacia la de ella, dándole a entender que debían hablar lo más pronto posible. Abigail solo asintió, y miró hacia la ventana, dándose cuenta de que la lluvia comenzaba a disminuir con el pasar de los minutos. En ese momento no sabía nisiquiera cómo actuar, porque por primera vez estaba teniendo una especie de crisis de nervios en su sistema. Jamás había tenido que hacer algo parecido, mucho menos lo hubiera hecho, pero justo ahora entendía que Paulo era la gran excepción de todas sus acciones, emociones e incluso pensamientos.

Se estacionaron afuera de su casa, por lo que bajó, esperando que sus padres aún no hubieran llegado.

- Hija... - escuchó la voz de su madre detrás suyo antes de subir a su habitación para cambiar su ropa - ¿podemos hablar? - preguntó ofreciéndole una breve sonrisa

- Si - contestó devolviendole el mismo gesto

- Primero cambiate cariño, tu ropa es un completo desastre - rió levemente, y ella asintió para luego dirigirse a su habitación sin más que decir

Se cambió con rapidez, mientras secaba su cabello con una prqueña toalla, ya que Paulo la esperaba para que ambos pudieran conversar en su casa, dónde no habrían más que ellos dos. En su mente trataba de imaginar una buena conversación con sus padres, pero hacerlo era estar creando en su vientre, una sensación muy desagradable de angustia, junto a un miedo de las reacciones que pudieran tener con ella, pero sabia que tampoco se ayudaba a ella misma en pensar lo negativo, así que suspiró cerrando los ojos para lograr concentrándose en cualquier otra cosa.

Escuchó la puerta abrirse, y se encontró con el rostro amable de su madre.

- Pasa - sonrió nerviosa viendo cómo tomaba asiento en su cama - ¿pasa algo? -.

- ¿Saldrás? - preguntó haciendo caso omiso a la pregunta de su hija

- Si... - se limitó a decir - iré a tomar algo con una amiga de la escuela - mintió encogiéndose de hombros

- Que bueno mi vida - sonrió acariciando su cabello - se que te afectó saber que Paulo es quien te había hecho esa mierda - negó con la cabeza - y era tu amigo el pelotudo - suspiró haciendo una breve pausa - pero, es bueno que salgas después de estas dos semanas -.

- Sobre eso mamá... - se alejó de su lado - quería hablar sobre eso en realidad - añadió con cierto temor - ¿porqué crees que Paulo quiso hacerme daño?

La miró sonriendo levemente, tratando de que sus palabras no fueran tan directas, aunque eso sería lo mejor para todos, pero no podía ir tan rápido, al menos no ahora.

- Tu padre y yo lo vimos - contestó con un bajo tono de voz

- ¿No pensaste en que tal vez él quería ayudarme?, era un niño mamá - explicó mirándola

- No Abigail - negó molesta - vos no sabés cuánto sufrimos por lo que te hizo - dijo levantándose de la cama - ese hijo de puta te arrebató todos tus recuerdos - suspiró tomando su cabello - ¿ lo amas verdad? - preguntó de una

En la habitación sólo existía silencio, porque en ese momento se sentía incapaz de contestarle cuándo sus nervios delataban el amor que sentía por Paulo, y al ver que su madre agachó la mirada sintió que ahora las cosas se le habían hecho peor. Se levantó de la cama sintiendo que de alguna u otra forma había decepcionado a sus padres al amar a quien según la creencia de ellos había traído desgracia y sufrimiento, no sólo a ella, si no que a toda su familia.

- Paulo solo quiso ayudarme - dijo abriendo la puerta sin dirigirle la mirada - recuerda las actitudes que tenía conmigo, ¿no te parece un poco ilógico? -.

- No lo sé, solo recuerdo el dolor que sentí al verte en esa camilla Abigail - contestó

- Mamá... - susurró colocándose a la par suyo - no dejes que el dolor cubra la verdad, piensa mejor en las cosas, tal vez papá no me entienda - se encogió de hombros - pero sé que vos sí -.

La abrazó sintiendo el típico afecto entre madre e hija, se separó y la miró ofreciéndole una cálida sonrisa, para luego bajar las escaleras e irse junto a Paulo.

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⏰ Última actualización: Aug 07, 2020 ⏰

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Antisocial | Paulo Londra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora