Capítulo 30

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- ¿Porqué venís tan tarde Abigail? - preguntó su madre apenas puso un pié adentro de la casa

- Luego hablamos - dijo sin dirigirle la mirada ya que sabía lo enojada que estaba

- Nisiquiera contestaste las llamadas - reprochó nuevamente cerrando la puerta con fuerza

- Estaba con un amigo mamá - contestó molesta - sólo eso - se encogió de hombros sacándose la mochila de la espalda

- ¿Amigo? - escuchó la voz de su padre atrás suyo sabiendo que tendría problemas

Hace mucho tiempo que no tenía ese tipo de discusiones con sus padres. Tal vez había hecho mal en levantar la voz pero realmente le incomodaba bastante que la trataran cómo si fuera una pequeña de cinco años que no sabía cómo cuidarse por propia cuenta. Entendía que los padres se preocuparan por sus hijos sin importar la edad que estos tuvieran, pero también creía que debían dejarlos hacer lo que a ellos les pareciera lo correcto, y si estaban equivocados, pues al final de los errores siempre se aprende.

- Si papá - suspiró tomando asiento en la mesa al igual que ellos. Que patético le parecía todo eso.

- ¿Cómo se llama? - volvió a preguntar sin dejar de mirar a su hija con seriedad

- Paulo - dijo pasando una de sus manos por su cabello - Paulo Londra, papá - lo miró cansada notando que el ambiente se había puesto más tenso de lo que ya estaba antes

Vió cómo sus padres se miraban mutuamente con un gesto completamente distinto al que tenían apenas hace unos minutos. Le pareció extraña la actitud que tomaron pero por dentro le daba igual, siempre que discutían pasaba lo mismo. Aunque sabía que se querían decirse algo por los gestos que se hacían con los ojos. Estaba extrañada enfrente de sus padres en un silencioso e incómodo momento mientras los miraba hacer su juego de miradas.

- ¿Hace cuánto lo conocés? - habló su padre con un tono de voz diferente

- Hace unos meses - se limitó a decir

- ¿Son novios? - esta vez habló su madre colmando toda su paciencia

- No - levantó su voz mientras se ponía de pie - no soy novia de nadie mamá, sólo soy su amiga por la mierda - soltó de una sin medir lo último dicho

Con la mirada en el suelo decidió subir a su habitación para no poder seguir escuchando más. Se había arrepentido de haber dicho una grosería enfrente de sus padres, cosa que jamás se le había pasado por la mente hacer, pero en ese momento no sabía que contestar con esa ola de preguntas estupidas que le hacían.

- ¡No podés ser su amiga Abigail! - gritó su padre con molestia haciéndola estremecer

- ¿Porqué? - volteó a mirarlo sintiendo tanto enojo dentro suyo en ese momento que nisiquiera podría controlarse si alguien de decía algo más fuera de lugar

- Javier... - habló su madre tratando de calmar a su esposo tomándolo del antebrazo - no lo hagas - lo miró pidiendo con la voz corta pero su padre hizo caso omiso a sus palabras

- No podés ser amiga del pelotudo que te hizo perder la memoria Abigail - se apartó del agarre caminando hasta las escaleras que llevaban a las habitaciones

- Deja eso papá - contestó molesta con la intención de irse de una vez

- Paulo Londra es el pibe que te hizo esa mierda, y por eso no podés ser su amiga - habló más calmado - posta - suspiró acercándose hasta su hija - alejate de él -.

Abigail lo miró al igual que a su madre sin saber que contestarle, no tenía ningún otro pensamiento en su mente que no fueran las palabras que había escuchado. En silencio subió hasta su habitación sintiendo su pecho apretarse fuertemente con una sensación de angustia y confusión. Cerró la puerta con seguro comenzando a caminar lentamente para acomodarse en el espaldar de su cama mientras tomaba una de sus almohadas para ponerla cómo apoyo entre sus brazos.

No podía aceptar que Paulo fuera quién le había arrebatado todos los recuerdos de su niñez, claramente no podía ser él. ¿Acaso pudo ser capaz de mentirle todos esos meses tan descaradamente?. Abigail no quería aceptarlo, porque le parecía completamente absurdo, aunque su padre nunca había tenido la necesidad de mentirle y mucho menos con algo tan grave cómo lo era aquello, por eso confiaba en él rotundamente, pero el amor que sentía por Paulo ponía a prueba esa confianza tan grande que tenía ante su propio padre.

- Hija... - escuchó la voz de su madre acompañado a unos pequeños golpes en su puerta

- Decime - dijo abriendo paso a su madre para que pasara a su habitación

- ¿Podemos hablar? - preguntó tomando asiento en la cama

- Claro... - se limitó a decir mientras ponía gran atención en lo que su madre fuera a conversarle, aunque claramente sería sobre el tema reciente

- ¿Estás enamorada de Paulo no es así? - la miró esperando que le respondiera sinceramente

Abigail se quedó en silencio unos segundos botando un suspiro pesado mirando hacía otro lugar que no fuera la mirada de su madre. No quería pensar más en toda esa mierda, porque simplemente no lo quería creer, no quería desconfiar en Paulo, pero tampoco quería pensar que su padre era tan cínico cómo para haber inventado tal cosa.

- No - contestó cortante

- Entonces... - sostuvo su mano con delicadeza - ¿porqué dudas de tu padre? - le preguntó mirando sus ojos fijamente

- Porqué es mi amigo - mintió

- ¿Un amigo te hace dudar de tu padre? -.

Esa pregunta la dejó helada, ya que nunca le había mentido a sus padres y tenía un remordimiento en su alma, se sentía la persona más hipócrita de toda la tierra en ese momento y la tristeza apareció en su alma rápidamente, cómo si de una bala se tratara. Tal vez había sido una pequeña mentira pero para ella mentir a la persona que le había dado la vida era un gran pecado.

- No es eso - suspiró pesadamente - no quiero hablar ahora - la miró fingiendo una sonrisa - papá está molesto - se encogió de hombros tratando de cambiar el tema - por eso quiero esperar hasta mañana - bajó la mirada - ¿puede ser? - preguntó

- Cómo vos gustes hija -.

- Gracias - contestó caminando a la par de su madre hasta la puerta de su habitación mientras esta salía

Tomó su polera y volvió a cerrar la puerta con seguro para poder bajar por la ventana sin ser vista e ir a la casa de Paulo. Esta vez no quería quedarse con la duda en su mente, porque era una tortura muy grande para ella y no quería vivir así...

Antisocial | Paulo Londra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora