Capítulo 31

86 13 7
                                    


Caminó pensando en que era exactamente lo que le iba a preguntar, no era fácil ir a su casa para hacerle un cuestionario sobre algo cómo aquello, y aún más cuándo era a la persona que más se ama en la vida. Abigail tenía un gran deseo de que todo fuera una mentira de su padre, sólo dicha por la molestia que sentía por el comportamiento que había tenido con él. Sería un dolor muy grande saber que todo lo que no quería era verdad, y que todo lo que sentía por Paulo se derrumbara en un minuto por no ser sincero, aunque lo creía imposible, no podía ser capaz de sacar tan rápidamente ese sentimiento tan puro aunque se tratara de la peor mentira del mundo.

- Hola - Paulo sonrió al ver que era Abigail quien había tocado la puerta de su casa

- Hola - contestó de igual manera sin dirigirle la mirada haciendo su mayor esfuerzo para que no se notara su preocupación

- Pasa - se colocó a un lado dejándola pasar - no sabia que vendrías - comentó acomodando su cabello con una de sus manos

- Perdón por venir sin avisar - se encogió de hombros mientras tomaba asiento en uno de los muebles

- No te preocupes posta -.

Sin contestarle nada más miró sus ojos por inercia, sintiendo que todos los nervios de su sistema reaccionaban al mismo tiempo y de la misma manera, pero por alguna razón que no pudo entender su mente comenzó a recordarle todos los momentos que había vivido a su lado durante todos esos meses. Cómo si de un último adiós se tratara.

- ¿Puedo preguntarte algo? - suspiró tratando de ir directo al tema

- Claro - contestó sentándose en uno de los muebles

- ¿Te acordás cuándo te conté sobre lo que me pasó? - preguntó y Paulo asintió cómo respuesta - bueno - hizo una breve pausa al sentir cómo ese típico nudo en la garganta aparecía - quería saber si vos tenías algo que ver en eso.

Al final ese día había llegado, y sabía que ya no podía seguir mintiendo. Aunque una vez más el destino le había dejado en claro que estaba en su contra, porque tenía que haberse enterado cuándo lo único que quería era estar a su lado hasta que todo se supiera.
La miró sin nisiquiera mover los labios, las palabras no salían de su boca, mucho menos la verdad.

- Antes quisiera hablar sobre otro tema con vos - susurró con la mirada baja - por qué no sabés la verdad - negó incómodo

- ¿Entonces? - preguntó en un hilo de voz mientras que en su pecho se formaba una desagradable sensación

- No sé que decirte, posta - se encogió de hombros - pero créeme que nunca querría hacerte daño - suspiró pesadamente

- ¿Me querés decir que sos ese pibe? - volvió a preguntar con más insistencia

- Si - se limitó a decir levantando la mirada

Abigail sólo pudo mirarlo mientras su mente comenzaba a odiarlo, y odiarse a ella misma por no haberse dado cuenta ¿Cómo es que el ser humano puede llegar a ser tan hipócrita?. Le había mentido desde el primer día que le habló, y nisiquiera entendía con que objetivo. No lo sabía. Era una herida tan grande saber que la persona que más amas en todo tu alrededor sea quién al mismo tiempo te había hecho el peor daño de tu vida. De repente una ola de preguntas vinieron a su mente, y nesecitaba respuestas, pero no de Paulo, porqué en ese momento lo creía capaz de mentir hasta con lo más sagrado.

Luego de unos minutos de gran silencio decidió hablar con el único sentimiento que tenía en ese momento: la ira.

- ¿¡Entonces me viste la cara de pelotuda todos estos meses?! - gritó entre lágrimas para ponerse de pié con un gran dolor de cabeza

- No es lo que vos crees - contestó imitando su acción - sólo escúchame unos minutos

- ¿Pará qué me vuelvas a mentir? - preguntó con una sonrisa irónica - hablamos durante tanto tiempo y nunca fuiste capaz de hablar con la verdad pelotudo de mierda - suspiró caminando con paso firme hasta llegar a la puerta

- ¡No podía Abigail! - levantó la voz para evitar que se fuera y se acercó para quedar a unos pocos centímetros de ella - juro que intentaba decírtelo - comentó con la voz quebrada - pero no podía porqué tenía miedo de perderte

- ¡No jures nada Paulo! ¡porqué permitiste que me acercara a vos sabiendo quien eras! - gritó empujando con ira su cuerpo - ¡hiciste que me entregara a vos!, ¡y dejaste que te amara hijo de puta! - lloró cómo nunca antes sin despegar su mirada de la suya

- ¿Y alguna vez te pusiste a pensar en lo que yo sentía por vos? - preguntó tomando su brazo - en todo lo que sufrí, y en todo lo que tuve que pasar... - habló frustrado  - todo fué por que te amaba Abigail - dijo sabiendo que no le creería ninguna palabra que le dijera en ese momento

- No sabés lo qué es amar Paulo - susurró aún con más ira - amar no significa mentir, y vos me mentiste por mucho tiempo - lo miró con rencor - pero yo no - negó soltándose de él - porque yo realmente te amo, pero ahora prometo dejar de hacerlo - habló cerrando la puerta con fuerza

Caminó hasta llegar a una esquina solitaria, porque su cuerpo sólo hasta ahí podía llegar.

Siempre escuchó que el amor era lo más hermoso del mundo, pero encontró el error después de aver amado. Lo más hermoso era la honestidad, porqué si una persona es capaz de mentir, es capaz de decir que te ama sin sentir algo tan puro cómo lo era ese sentimiento. Levantó la mirada tratando de calmar su llanto, pero era inútil que lo intentara cuándo las lágrimas salían de lo más profundo de su alma. Nunca había amado de esa manera, y no creía poder volver a amar a alguien cómo lo había amado a Paulo, por que desde la primera vez que se fijó en su mirada supo que todo cambiaría para ella, pero nunca se imaginó que el chico antisocial de su clase podría ser el causante del mayor dolor que había tenido en toda su vida.

- Es inútil - suspiró secándose unas cuantas lágrimas que caían por sus mejillas - te amo Paulo - agachó la mirada volviendo a romper en llanto - cómo a nada pelotudo - escondió su rostro entre sus brazos dejando que los minutos pasaran hasta que sea dable volver a su casa

Al ver el cielo completamente oscuro decidió irse de una vez, aunque sabía que sus padres le harían mil preguntas, y por cómo estaba no tenía ganas de soportar esas mierdas, ¿pero a dónde más podía ir si no era a su casa?. No tenía opciones, así que comenzó a caminar tratando de no dejar notar su dolor...

Antisocial | Paulo Londra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora