Capitulo 5

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Se miraron por un momento, lo único que se escuchó entre el tiempo de silencio en el que estaban sometidos era el cerrar de la puerta. Paulo no podía irse a su casa por como había cambiado el clima de un momento a otro, y eso ambos lo entendian a la perfección. Pero por otro lado no sabían que hacer, aunque un gesto de cordialidad no estaría de más.

- ¿Querés ver una película? - preguntó rompiendo el silencio que había en el lugar

- Está bien - contestó tomando asiento en uno de los muebles

- Escoge lo que vos gustes - dijo encogiéndose de hombros mientras buscaba el control remoto para entregarlo, pero al hacerlo, sintió como su mano rozó con la de Paulo tan sutilmente.

Una extraña sensación apareció en ella.

Paulo por su parte, comenzó a buscar una película entre todos los canales con cierta inseguridad. No quería incomodarla al poner algo que tal vez a Abigail no le agradara, jamás había tolerado estar en la casa de alguien más y que le dieran escoger sobre algo que terminarían viendo los presentes solo por compromiso. Por lo mismo era que la miraba de vez en cuando con cautela y serenidad.

Después de unos minutos dejó en una, la cual en realidad a ninguno les llamaba la atención por el cansancio que tenían.

Abigail sentía como su sola presencia le provocaba escalofríos en su cuerpo. Volteó por un momento, apreciando como solo la luz que brotaba del televisor iluminaba el rostro de Paulo, negó con la cabeza para sí misma volviendo a mirar la película. Estaba a menos de un metro de él, y aquello no ayudaba a que los nervios que sentía reducieran su intensidad.

El tiempo pasaba, y ya ninguno de los dos tenía la voluntad suficiente como para seguir soportando el cansancio que venian sosteniendo. Se dejaron caer el uno al otro quedando en un profundo sueño mientras las gotas de lluvia se escuchaban topar con las ventanas.

Lo primero que vió al levantarse, fue a Abigail recostada en su pecho, mientras su cálida respiración topaba con su piel a través de su ropa. Sonrió para sí mismo y con delicadeza acarició su mejilla derecha. Era increíble como su corazón había comenzado a acelerarse con solo verla tan cerca suyo. Le parecía tan irreal.

- ¿Paulo? - escuchó la voz de Abigail mientras sentía que se apartaba de él - ¿qué hora es? - fue lo primero que preguntó al ver cómo el sol alumbraba su casa

- No lo sé, me acabo de levantar - contestó acomodarse en el mueble mirando todo lo que ella hacía

- Tenemos que ir a clases - se alarmó poniéndose de pié, suspiró volteando a verlo con cierta preocupación

- Si, será mejor que nos alistemos de una vez, luego podemos hablar - comentó encogiéndose de hombros

- Está bien, solo espérame un momento - dijo subiendo las escaleras hasta llegar a su habitación.

Su cabello estaba desordenado, y en su rostro solo se notaba un cansancio extremo. No recordaba en que momento se había dormido en los brazos de Paulo, ni siquiera lograba entender como era que en ningún momento ninguno de los dos se habían levantado por la posición tan incómoda en la que amanecieron

Dejó sus pensamientos de lado para luego tomar su mochila y bajar de su habitación, para así poder irse con Paulo a la escuela, sabía que era tarde, pero faltar no era una buena opción para ninguno de los dos.

Al llegar sintieron como las miradas de sus compañeros se posaron en su inesperada llegada de compañía, pero aquello era lo que menos le importaba en ese momento cuando ya tenían una amonestación por la tardanza. Después de unos minutos, tomaron asiento en sus respectivos lugares.

Finalmente, la clase de Literatura había culminado, y apenas salieron al receso, Abigail se dirigió al pequeño almacén para comprarse algo de comida, pero antes de que llegara sintió como la lajaban hacia un espacio diminuto con violencia.

- ¿Que... - al mirar a quien la había agarrado vió a Alexander acorralandola contra la pared, sintió temor por lo que había pasado anoche pero cómo siempre no lo dejaba notar.

- ¿Que pasó entre vos y el idiota ese? - preguntó molesto, la miraba con ira, no aceptaba la idea de verla acompañada de otra persona, y menos aceptaba que sea con Paulo.

- Soltame pelotudo de mierda - dijo a su defensa pero lo unico que consiguió fué aumentar su ira

Agarró sus manos con las de él pero cuando iba a gritar la calló besandola desesperadamente, como era de esperarse ella no lo siguió, solo sentía asco por él.
Intentó safarse más de una vez pero sus intentos solo terminaban en fracaso, era inútil que lo siga intentando.

Ya hace más de un año que habían terminado su relación, pero tambien hace un año que Alexander la seguía acorralando, ella no podía hacer ni decir nada porque nadie le creería, por esa misma razón es que se acercó a Paulo ya que sabía perfectamente cómo se sentía él.

Por más que no lo aparentaba era tímida y no le gustaba socializar con las demás personas, en pocas palabras era como él, antisocial.
Pero sabía que si lo dejaba notar la tratarían mal, que Alexander la trataría peor y que se podía aprovechar de eso, tal vez esa era la respuesta a lo que sentía por Paulo, lo atraía porque era igual a ella.

Sentía que ya no tenía más fuerza de voluntad para luchar contra él, su cuerpo se estaba desvaneciendo hacia el dolor que sentía en el interior de su alma. Toda esperanza ya ese había perdido en su mente, y sentía como las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas, convirtiéndose así en un ser vunerable ante su vista. De un momento a otro sintió como su fuerza disminuía y se alejaba bruscamente de su lado. Levantó la mirada y encontró a Paulo, quien de inmediato soltó una botella de vidrio que llevaba en la mano.

- Vámonos - tomó su mano, aferrándose a ella para sacarla de la escuela y de todo lo que había ocurrido

Antisocial | Paulo Londra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora