Cap. 23

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Azul me recogió en mi propio garaje para ir a desayunar juntos, Catalina hasta me dijo que si quería podía quedarme a comer con él.

Todos estaban preocupados y aún así me daban esta libertad.

Solo me pidieron que mantuviera el teléfono encendido.

–Que tal te encuentras? Antes de ayer me dijiste que la medicación del hospital te tenía por los suelos –Comentó Azul una vez conseguimos salir del garaje.

–Si, pero estoy mejor, ya se ha ido el efecto –Contesté mirando con desconfianza las ventanillas manteniéndome algo agachado.

Una llamada de teléfono casi me interrumpe, pero colgué sin necesidad de mirar quien era.

–No hay nadie, no te preocupes –Intentó calmarme al darse cuenta de mi miedo pero sin prestarle atención al teléfono.

Sin quitar la vista de la carretera me dio la mano consiguiendo que le mirara solo a él y su brillante pelo rojo que con la luz de la salida del sol parecía brillar aún más.

–Tienes mucha hambre Tortita? Te voy a llevar al mejor sitio de desayunos del mundo –Preguntó con una sonrisa que me resultó hasta contagiosa.

Sentí que hasta se me hacía difícil mantener la mirada en él al sentir lo rápido que su sonrisa se pegaba.

Sus dedos estaban calientes en comparación a mi mano.

–Vale, sorprendeme –Pedí apretando muy ligeramente su mano sentándome correctamente.

Mi padre había arreglado con denuncias lo de las cámaras y si tenía algún problema solo debía llamar a la policía, tenía que relajarme un poco.

Azul estaba conmigo, no me iba a pasar nada.

Soltando mi mano solo para cambiar de marcha Azul se pasó todo el camino haciendo bromas con cualquier cosa, como siempre que hablábamos, pero por primera vez agradecí que fuera así.

Estuvimos más tiempo en el coche del que esperaba, nuestra suerte fue bajar y que aún no hubiera comenzado a llover.

El cielo se estaba poniendo gris muy rápido y yo tuve que poner el teléfono en silencio.

–Cuanto de lejos estamos del centro? –Pregunté esquivando un charco al bajar del coche.

El suelo del parking no estaba asfaltado, era solo tierra con piedras que evitaban que se convirtiera en un lodazal.

–No se, dímelo tu –Respondió pasando su mano, como si de la caricia a un gato se tratara, por mi cuello.

Levante la cabeza dudoso por su movimiento, pero solo me pude quedar mirando en la lejanía la ciudad.

Habíamos ido tan lejos que a poco más y todo parecía diminuto como un insecto.

–Venga, no vaya a ser que enfermes –Tiró de mi pasando su brazo por encima de mis hombros para que saliera de mi sorpresa.

Entramos en la parte de abajo de una casa que parecía perfectamente decorada, hasta el más mínimo detalle.

Parecía hasta sacada de otro siglo.

–Azul! –Saludó una chica de pelo rosa pastel que lo llevaba recogido en dos moños bajos algo deshechos.

Las raíces las tenía muy oscuras, destacaban demasiado.

–Que tal? –Le devolvió el saludo subiendo los peldaños del porche de madera mientras ella limpiaba el agua de una mesa de forja–. El negocio sigue intacto por lo que veo.

Error (Yaoi/BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora