4. Memories.

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Estaba hecho un desastre y lo peor de todo era que estaba solo. No había nadie además de los cachorros que aullaban con pesar, tratando inútilmente de sacarlo de ese trance en el que el mismo se había metido en el momento en que la curiosidad pudo más que su sentido común y se había dispuesto a ver el contenido de aquel libro. Babadook. Debió haber sospechado desde el primer momento. ¿Se arrepentía? Totalmente.

Como una película los recuerdos que tanto había tratado de reprimir desfilaron por su cabeza. En ese segundo dejó de ser Zeth y de pronto volvió a ser HyukJae. Volvió a ser aquel niño que fue botado junto a su hermana en casa de una supuesta familia que no les veía nada más que como una fuente segura de dinero. Tan sólo debían mantenerlos vivos para seguir cobrando su pensión.

La vida pudo haberse equivocado con sus padres, pero con Sora no. Claramente la amaba, era la única familia que pensó tener durante mucho tiempo antes de que Joshua llegase a su vida, sin embargo, en ese entonces e incluso ahora nunca estuvo dispuesto a que ella sacrificara a su propia felicidad por cuidar de él. Ella no tenía por qué adoptar un papel que no le correspondía. Merecía vivir su vida, tanto como él merecía vivir la suya.

El resentimiento opacaba su sentir, en cierta forma repudiaba esa parte de su historia, esa parte imborrable de su pasado, la que si bien le había hecho ser quien era ahora, también le había causado un dolor infinito. Se había visto obligado a madurar, no podía darse el lujo de ser dependiente y verse decepcionado de nuevo. Pero lo que más detestaba era ese temor que se ocultaba en su corazón a raíz de los sucesos de su infancia atormentada. Era un temor al que antes no le había puesto mucho hincapié, pero el cual ahora parecía haber cobrado una fuerza extraña.

Estaba aterrado, tenía miedo de fallar y de no poder proteger a la familia que pudo crear junto a su novio y a la cual pensaban agrandar en un futuro próximo. Joshua, Myron, Parfum, incluso los pequeños que planeaban tener eran su mundo, la razón de su vivir y así como estaba seguro de que daría la vida por ellos, también prevalecía el miedo a equivocarse. No podría perdonarse si algo malo le pasaba a alguno de ellos.

Pero aunque el temor estaba allí, también era consciente de que no podía vivir así y que pese a los obstáculos que llegasen a su vida él sería capaz de afrontarlos junto al hombre que ahora dueño de su mente, alma y corazón.

El dolor de su historia no se iba a repetir, ellos estarían bien, él estaría bien. Zeth Ionaddis era más fuerte que su pasado.

A hundred worlds where I still love you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora