2-2. Namae Wo Yobu Yo.

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Joshua no se sentía como él mismo últimamente. ¿A qué se debía esto? No estaba seguro. Tal vez era la fama, la presión que provocaba ser una figura pública. A veces sentía que si se atrevía a entablar lazos con los fans u otros artistas eso le acarrearía tener que estar a la altura de sus expectativas. Él había probado ya vínculos que no le hacían sentir esa presión, pero en las últimas semanas todo aquello parecía haberse ido al garete.

Y ahora estaba tan desconfiado de absolutamente todo el mundo que se había aislado en sí mismo. No le gustaba su sensibilidad en momentos como esos, porque sabía que a él le afectaba de una manera anormal sentir que su libertad afectiva era condicionada o que lo que podía dar no era valorado, sino que más bien era usado para juzgarlo.

Eso le pasaba por tratar de hacer algo bonito para otros.

𝘌𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘦𝘯 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢 𝘥𝘦 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘢𝘻ó𝘯
𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪𝘳 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘴𝘰𝘺.
𝘕𝘰 𝘴é 𝘴𝘪 𝘩𝘢𝘣𝘳á 𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘴𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘮í
𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘦𝘯 𝘵𝘶 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰𝘳 𝘺 𝘦𝘯 𝘵𝘶 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻ó𝘯.
𝘈𝘶𝘯𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘰 𝘴𝘦 𝘤𝘶𝘣𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘰𝘴𝘤𝘶𝘳𝘪𝘥𝘢𝘥
𝘶𝘯 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘰 𝘺𝘰 𝘭𝘰𝘨𝘳𝘢𝘳é 𝘴𝘦𝘳, 𝘺 𝘭𝘢 𝘥𝘪𝘧𝘪𝘤𝘶𝘭𝘵𝘢𝘥 𝘷𝘦𝘯𝘤𝘦𝘳.

Zeth había sido su soporte emocional en esa sombría etapa de su vida, el único soporte emocional que Joshua estuvo dispuesto a aceptar porque era el único que estaba seguro que no le presionaba a ser quien no era y no esperaba que fuera como no era. Es más, no sufría cuando Joshua era como era. Entonces él podía percibir que era un bienestar real, honesto y auténtico.

Las ocupaciones habían sido un punto negativo en todo eso porque no habían podido verse con frecuencia, pero incluso en esos momentos Zeth había rehusado soltar su mano. Se había mantenido presente como su pareja, hablando todos los días con él, escribiéndole.

𝘈𝘶𝘯 𝘴𝘪 𝘷𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘰𝘴 𝘴𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰𝘴
𝘥𝘦𝘣𝘦𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘦í𝘳
𝘺 𝘢𝘴í 𝘦𝘯𝘵𝘦𝘯𝘥𝘦𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴, 𝘢𝘷𝘢𝘯𝘻𝘢𝘯𝘥𝘰,
𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘪𝘨𝘯𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘫𝘶𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘳.

Había recibido esperanza, y una pequeña chispa se resistía a ser aplastada en su interior. A veces se preguntaba si realmente se sentiría lo suficientemente en confianza con su entorno como para ser él mismo. A veces se preguntaba si alguna vez volvería a sentir la seguridad suficiente para saber que ser él mismo no provocaría problemas o dolor a los demás.

A veces se preguntaba si los demás podrían querer incondicionalmente. ¿Existía realmente el querer incondicional? Aunque la gente no lo dijera, siempre esperaban algo, siempre. O no querían ser dejados solos, o querían ser su prioridad, o querían que él tuvera que elegir entre diferentes afectos, o lo apabullaban dándole afecto y dejándolo en el compromiso de tener que ser recíproco y devolverles lo mismo.

Y otra vez, ¿por qué tenía él que sentirse presionado a devolver lo mismo?

Por su exceso de empatía.

Joshua había empezado a odiarlo.

𝘜𝘯 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘯𝘶𝘯𝘤𝘪𝘢𝘳é 𝘺 𝘴𝘦𝘳á 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘵𝘶 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦,
𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘥𝘢𝘳 𝘲𝘶𝘪é𝘯 𝘦𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥.
𝘠 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘭𝘢 𝘵𝘳𝘪𝘻𝘵𝘦𝘻𝘢, 𝘦𝘭 𝘥𝘰𝘭𝘰𝘳 𝘺 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘭á𝘨𝘳𝘪𝘮𝘢𝘴
𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘣𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯 𝘥𝘦 𝘵𝘶 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰𝘳,
𝘺 𝘴𝘪 𝘭𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘦𝘮𝘱𝘪𝘦𝘻𝘢 𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘶𝘮𝘪𝘳𝘵𝘦
𝘱𝘰𝘳 𝘥𝘦𝘯𝘵𝘳𝘰 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻ó𝘯 𝘶𝘯 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘯𝘶𝘯𝘤𝘪𝘢𝘳é,
𝘺 𝘴𝘦𝘳á 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘵𝘶 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦.
𝘈𝘴í 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘰 𝘱𝘳𝘰𝘯𝘶𝘯𝘤𝘪𝘢𝘴𝘵𝘦 𝘵ú..., 𝘮𝘪 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘻.

Pero había habido alguien que le había hecho sentir cómodo en verdad, alguien que nunca le había hecho sentir que era extraño o un bicho raro. Zeth, su novio. Y era maravilloso, porque eso era precisamente lo que Joshua había esperado de él. Si había una persona de la cual Joshua esperaba la más honesta y cándida aceptación era de su pareja.

Zeth había cumplido esto. Y más que cumplir, había superado todas sus expectativas. Zeth había sido la prueba de que no todas sus ilusiones se irían a la basura. Que estaba bien que pensara que existían en el mundo personas que comprendían a todos y que podían vivir en paz con todos, sin generar disputas, peleas y sin obligarlo a él a generarlas. Personas que podían dejarle, simplemente, ser.

𝘔𝘪𝘳𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘦𝘭 𝘤𝘪𝘦𝘭𝘰, 𝘴𝘶𝘴𝘱𝘪𝘳é.
𝘔𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵é 𝘴𝘪 𝘱𝘰𝘥í𝘢 𝘤𝘳𝘦𝘦𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳é
𝘲𝘶𝘪𝘻á𝘴 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘦𝘯 𝘮í 𝘦𝘴𝘢 𝘧𝘦𝘭𝘪𝘤𝘪𝘥𝘢𝘥
𝘲𝘶𝘦 𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘩𝘢𝘯 𝘭𝘰𝘨𝘳𝘢𝘥𝘰 𝘺𝘢 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳.
𝘈𝘶𝘯 𝘴𝘪 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘮𝘦 𝘨𝘶𝘢𝘳𝘥𝘢 𝘶𝘯 𝘧𝘶𝘵𝘶𝘳𝘰
𝘵𝘢𝘯 𝘣𝘳𝘪𝘭𝘭𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘭 𝘴𝘰𝘭,
¿𝘥𝘦 𝘲𝘶é 𝘮𝘦 𝘴𝘦𝘳𝘷𝘪𝘳í𝘢, 𝘴𝘪 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰 𝘫𝘶𝘯𝘵𝘰 𝘢 𝘵𝘪 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳
𝘺 𝘯𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘵𝘶 𝘢𝘮𝘰𝘳?

Entonces había intentado continuar, porque en el fondo sabía que esa no era la primera vez que sufría así, y sabía que tampoco sería la última. Sabía que era un tipo resistente como mil infiernos, porque su dolor era también su fuerza y su poder. Y quien lo dominaba podía ser invencible. No había persona más indestructible que la que vivía destruyéndose y reconstruyéndose.

Cuando lloraba o cuando sentía que estaba arruinando las cosas, ahí estaba Zeth para recordarle que no era así. En especial los últimos días, porque la vida de idol había sido tan estresante que Joshua apenas tenía tiempo para componer, y eso le generaba conflicto. ¿Qué iba a hacer si no podía componer?

¿Cómo iba a poder expresarse?

𝘜𝘯 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘷𝘰𝘺 𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘯𝘶𝘯𝘤𝘪𝘢𝘳,
𝘺 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘴𝘦𝘳á 𝘮𝘪 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦
𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘱𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘲𝘶í 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘺.
¿𝘓𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳?

Sentía que todas las rendijas a través de las cuales podía fluir estaban obstruidas, y a ese paso todo lo que contenía se vería reflejado en su estado físico. Su cuerpo siempre lo traicionaba cuando sus emociones se tornaban intensas. Joshua necesitaba recordar quién era y sentirse malditamente orgulloso de ello, jodiera a quien jodiera.

Y necesitaba que eso no le doliera, pero para eso debía ser paciente. Le había pasado muchas otras veces, y la sanación no culminaba de la noche a la mañana.

Habiendo comprendido aquello, conociéndose a sí mismo a ese punto, pudo continuar. Seguía manteniendo estricta reserva sobre sus temas personales con todo el mundo, menos con Zeth. Aun así, se mostró cordial con todos y, mientras no implicase involucrarse demasiado emocionalmente (todavía no se sentía listo para ello), todo marchaba bien.

𝘚𝘪 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘰 𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘦𝘳, ¿𝘢𝘤𝘢𝘴𝘰 𝘭𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘳á
𝘢 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘳 𝘢 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘥𝘦 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥?
𝘌𝘯 𝘦𝘭 𝘷𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩é 𝘶𝘯 𝘴𝘶𝘴𝘶𝘳𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦
𝘱𝘳𝘰𝘯𝘶𝘯𝘤𝘪𝘢𝘣𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘮𝘪 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦,
𝘮𝘦 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘥𝘢𝘣𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘰 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪𝘳 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘴𝘰𝘺.
𝘈𝘶𝘯 𝘴𝘪 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘰𝘴 𝘴𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰𝘴
𝘥𝘦𝘣𝘦𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘦í𝘳 𝘺 𝘢𝘴í 𝘦𝘯𝘵𝘦𝘯𝘥𝘦𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴,
𝘢𝘷𝘢𝘯𝘻𝘢𝘯𝘥𝘰, 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘪𝘨𝘯𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘫𝘶𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘳.

Llegó un día en que pudo descansar. Ese día Zeth debía ir a la compañía para ensayar debido a una actividad en solitario que tendría y Joshua aprovechaba para dormir. Aun así, el peligro se presentó en forma de sueños, porque soñó con su pareja. Lo escuchaba llorar.

Joshua se removió, inquieto, hasta finalmente despertar. Una fina capa de sudor perlaba sus sienes, y cuando vio la pantalla de su móvil tenía varias llamadas perdidas de su musa. Se asustó. Tanto, que ni siquiera se dio una ducha antes de salir. Tomó las llaves del auto y salió corriendo, agitado por su sueño y por las llamadas que no había podido contestar.

Llamó a Zeth, y cuando este no le contestó procedió a llamar a ChangJoo, el manager. Estaba conduciendo ya cuando el hombre le dijo que su amado se había desmayado, razón por la cual pisó el acelerador a fondo.

Cuando llegó a FRZM se dirigió exclusivamente a la enfermería, donde encontró a su desvanecido novio. Por supuesto, lo tomó en brazos y procuró hacerle despertar. Su musa no lo hacía, pero eso no logró que Joshua desistiera. Todo lo contrario, llamó su nombre con mayor intensidad hasta que su musa pareció volver en sí.

—Zeth, mi amor, respira. Así es, uno, dos, tres...

𝘜𝘯 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘯𝘶𝘯𝘤𝘪𝘢𝘳é, 𝘺 𝘴𝘦𝘳á 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘵𝘶 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦
𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘥𝘢𝘳 𝘲𝘶𝘪é𝘯 𝘦𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥.

Oyó a algunas personas decir que el ensayo debía retomarse, a lo cual Joshua pidió que le dejaran retirarse al apartamento. Abrazaba protectoramente a su novio, y aunque su tono de voz era conciliador, si alguien se hubiera atrevido a querer forzar a Zeth a arriesgar su salud de esa forma, Joshua no habría dudado al morder a cualquiera. Afortunadamente, nadie intentó obligarlo.

Esa noche pudo llenar de caricias y mimos a su musa, y pudo caer en la cuenta también de algo: cuando Zeth había estado en esa situación terrible, él se había sentido enteramente él mismo. Cuidar a Zeth se había vuelto ya parte de su esencia.

No le habían creído cuando dijo que había visto a una mujer en la sala de ensayos, pero a Joshua eso no le importó. Le dijo al manager que no dejaría que Zeth volviera a ese estudio, y cuando ChangJoo le dijo que ya habían arrendado esa sala por cierta cantidad de días, se ofreció a devolver la suma de dinero.

Zeth siempre había estado ahí para él como su novio, No había forma en que Joshua fuera a dejarle solo ahora. No ahora. No nunca.

𝘠 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘭𝘢 𝘵𝘳𝘪𝘴𝘵𝘦𝘻𝘢, 𝘦𝘭 𝘥𝘰𝘭𝘰𝘳 𝘺 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘭á𝘨𝘳𝘪𝘮𝘢𝘴
𝘥𝘦𝘴𝘣𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯 𝘥𝘦 𝘵𝘶 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰𝘳, 𝘺 𝘴𝘪 𝘭𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘦𝘮𝘱𝘪𝘦𝘻𝘢
𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘶𝘮𝘪𝘳𝘵𝘦 𝘱𝘰𝘳 𝘥𝘦𝘯𝘵𝘳𝘰 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻ó𝘯,
𝘶𝘯 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘯𝘶𝘯𝘤𝘪𝘢𝘳é 𝘺 𝘴𝘦𝘳á 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘵𝘶 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦.
𝘈𝘴í 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘰 𝘱𝘳𝘰𝘯𝘶𝘯𝘤𝘪𝘢𝘴𝘵𝘦 𝘵ú..., 𝘮𝘪 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘻.

Al día siguiente fue a esa misma sala de ensayos, sabiendo lo que vería. ¿Por qué lo hizo? Quién sabe. Quizá quería afrontar a la presencia que había dañado a quien él más amaba. Quizá quería demostrarle a Zeth que dicha presencia no le haría daño, para que así su novio pudiera dejar de temer por él y por sí mismo.

Quizá solo era un imbécil.

Cuando su ensayo se vio interrumpido por los ruidos extraños, luchó para no inmutarse. Había estado preparado mentalmente, pero aun así el súbito descenso de temperatura le inquietó.

Y la vio. Estaba ahí, como saliendo del espejo, yendo hacia él. Joshua no supo cómo lo logró, pero se mantuvo en su sitio, ignorando las palabras ponzoñosas que salían de la boca del espectro. Ella lo tumbó, y el cuerpo de Joshua cayó con fuerza, pero lo único que hizo fue dedicarle una mirada retadora al fantasma.

—Asustaste a Zeth. Esta no te la perdono, engendro —escupió con tono sombrío. Y lo avaló tal convicción que sonó como si no temiera al espíritu, sino como si mismo espíritu debiera temerle a él. Él estaba seguro de que nada le iba a pasar, y gritó para expulsar aquel espíritu. Le ordenó que se fuera y que dejara de fastidiar. Había oído que eso funcionaba con los fantasmas.

Y esa vez funcionó.

𝘜𝘯 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘯𝘶𝘯𝘤𝘪𝘢𝘳é,
𝘺 𝘴𝘦𝘳á 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘵𝘶 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦.

Llamó a Zeth entonces. Estaba temblando y todavía parte de él no podía creer lo que había visto, pero había una cosa de la que estaba seguro. Ese día se había sentido valiente. Él sabía que había una especie de valentía extraña en sí mismo, pero cuando sufría un bajón lo olvidaba. Ese día había recordado quién era realmente.

Él, Joshua Miller, era aquel que podía ser valiente si así podía proteger a Zeth.

A hundred worlds where I still love you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora