XLVII - Reflejado

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Jin era una persona muy curiosa. Cualquiera que lo viera pensaría que era un Alpha, quizá un Beta, todo por culpa de sus hombros y espalda ancha. Alto, con masa muscular. Realmente era un tipo no muy particular de Omega incluso por aquí. Posiblemente sea eso mismo lo que me gustaba físicamente de él.

Cuidaba mucho su apariencia a pesar de tener mucha manía por ser un vikingo que saquea y fuese capaz de heredar Kattegatt en un futuro. Peleaba bien, también era bastante temerario como cualquier otro vikingo. Se le daba bien cazar también, pero a final del día siempre tuvo el mismo problema y es que aunque le gustaba hacer todo eso, era capaz de tener a gente que lo siguiera...

No sabía cómo comandarlos.

Para liderar era poco más que desastroso y a menos que alguien lo ayudara no sabía qué hacer, era bastante patoso en ese asunto y es ahí donde hice acto de presencia para él. Era cinco años menor que él y en sus propias palabras: Un niño bastante feo que con suerte Baldr tomaría piedad de embellecer un poco al crecer.

Fui una especie de consejero, como un segundo al mando y un cachorro de diez años con la mala suerte de aun no tener casta. Tarde mucho en desarrollarla. Bastante alto y que practicaba con Jin cada día posiblemente. Nos hicimos amigos, yo su persona más leal por siempre lograr que triunfara y Kattegatt no entrara en conflicto cada dos por tres.

A mí me gustaba. También había que ser un poco tonto para que eso no ocurriera pasando tanto tiempo junto a él como un espectador de todo lo que pudiera hacer. En el campo podía hacerse respetar como si fuese un Alpha, pero en otros aspectos era tan un omega que me parecía increíble.

Como su necesidad de tener sexo. No entendía que tanto podía ser un celo; también porque le generaba tanta tristeza que aun con tantos compañeros sexuales y también tantos celos en su haber... no tuviera ni un solo cachorro.

—Los dioses me odian.

— ¿Me lo dices a mí? —Alce una ceja, Jin me lanzó un cuerno y lo esquive sin problema -no tenía la mejor puntería en realidad-, haciéndome el cabello atrás, no sabía hacerme trenzas para ese momento—. Tengo trece y aun sin una casta. Entre tú y yo, yo estoy peor.

—Si te sirve abajo ¿Qué importa? Parece que soy un Omega inútil e incapaz de concebir. Si esto iba a ser el precio de tanta belleza—Tuvo un momento silencioso, mirando al techo mientras movía los labios y yo solo esperaba que terminara—. No creo querer ser más feo. Ellos se pierden esta cara.

—Siempre tan enfocado. —Bromeo riendo por la nariz al sentarme junto a él. De forma temerosa y un tanto tímida acerqué mi mano y acaricié el hombro derecho de Jin.

—Que manos más ásperas tienes.

—En caso de que lo olvides vengo de tratar de cultivar y también peleo. Es imposible para mi tenerlas lisas ¿O que hay de ti? —Jin resopló antes de recostarse de mí y verme muy de cerca, tanto que me puso nervioso.

—Eres un lobo de luna nueva ¿no?

—Sí.

—Para tener un aspecto tan corriente, eres raro en ese aspecto. No hay muchos, eres el único aquí. Quizá los dioses me dieron a mí la belleza y a ti la particularidad—comentó pensativo antes de estirarse y darme un beso de lo más fugaz—. Es mejor que no tener nada y bueno. Quiero algo.

Jin era un tanto receloso con su lobo, uno tan brillantemente rubio como ningún otro y resultaba bastante envidiable. Sus ojos marrones apenas claros en diferencia a los azules que tiene siempre. Pronto tuve al lobo de lomo ancho encima mientras yo era un adolescente a duras penas, como un lobo negro y larguirucho.

Omega | NamMin || BOOK 1#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora