LV - Omega

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— ¿Vas a acompañarnos en el ataque?

—Claro.

Queda solo en su carpa, tamborileando los dedos antes de dar golpecillos al cofre en el que está sentado. Hay bastante oro hasta donde alcanza a ver, lo cual solo es común en dos carpas del campamento vikingo que aterroriza al reino inglés. Se levanta dando algunos rítmicos saltos y luego dando algunas vueltas.

Un par de saltos, contorsionar su cuerpo hasta finalmente notar que hay alguien viéndolo. Chilla como un cachorro antes de dejarse caer incómodamente al suelo y escuchar una burlona risa por ello.

— ¿Sigues con eso que te enseñó la esclava de oriente?

— ¡Es muy interesante! —afirma levantándose rápidamente—. Además, no es culpa mía que seas tan rígido, es porque te empiezas a poner viejo.

— Hay cosas para cada persona. Lo tuyo es ser más rápido que fuerte, más ágil que contundente. Lo mío es más fuerza que velocidad y más táctica que ira. Así de sencillo.

—Suena a una excusa.

— ¿Crees que me importa ser elástico? No por nada, pero es el deber de mi Omega abriéndose de piernas, de otro modo, no podría cogerlo como se debe.

Hace una mueca bufando, siempre lo gusta de incomodarlo usando esas clases de expresiones. Sabe que lo hacen, pero que lo resalte es odioso, demasiado, aunque bueno, es Namjoon con una especie de euforia o histeria por lo que están a punto de hacer.

Conquistar Mercia.

. . .

—De-deberíamos colgar la oriflama y-

—No hace falta.

— ¡Alteza...!

—Este reino es el más fuerte de Inglaterra. Si nuestros hombres deben llenarse las manos de sangre para ganar significa que no son lo suficientemente buenos. Salgan de aquí.

Todos los nobles salieron con gran preocupación del salón mejor decorado y tan o más ostentoso que antes. Quién está sentado en el único trono cruza las piernas y hace un suave puchero sintiendo que el cabello se le desliza por uno de los hombros. Vaya, realmente los nórdicos vinieron para arremeter con todas sus fuerzas.

— ¿En serio los dejaras morir?

—Son guerreros, aceptaron eso y aunque no me guste... fue su decisión.

—Ouh.

— ¿Te dan pena?

—Lástima. A final de cuentas no tendrán salvación por no creer en los verdaderos dioses.

—Espero que así sea. Muchos se lo merecen y pagan todos juntos por pecadores. Trae a tus hermanos y hermanas.

Pronto estuvo solo. Camina hasta uno de los pocos muebles del lugar y extrajo una caja de madera, examina su contenido para luego dejarla en su sitio y acomodar la corona que tal como su ropa, tiene la mala costumbre de amenazar con caerse o verse torcida en todo momento. Suspira con una sonrisita.

Quizá lleguen pronto.

. . .

Hacerse paso hasta la sala del trono tuvo su dificultad. Hay tantos soldados determinados a no permitir que llegue hasta el rey que le hace gracia y un poco de ternura. Están revestidos de la mejor manera y aun así, pueden contra ellos. Resulta patético. Bueno, quién sabe, quizá no hay solución par lo superiores que son en comparación.

Abre las puertas de la sala del trono de una patada, aun se escuchan gritos, metal chocando y demás de las habitaciones y pasillos de atrás. Sonríe con aire malicioso a los cuatro nobles que hay en el lugar aparte de quién ocupa el trono.

Omega | NamMin || BOOK 1#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora