Acaba de decirme su nombre. Cedric. Ese es su nombre, cielos. Atónita durante algunos largos segundos voltee la mirada al encuentro de sus caricias, tenía la piel erizada no sabía si por el repentino desliz de sus labios o saber ahora su nombre. No tuve oportunidad de dar palabra. Alrededor de mi cintura uno de sus brazos reposaba con tranquilidad su boca explorando a roces suaves mi cuello húmedo, se me dificultaba coordinar los pies con las manos. Sujetando la toalla por la parte superior lo vi alejarse de mí.
—Ahora que solo te escucho respirar no te ves tan odiosa.
Con una sonrisa en sus labios, sujetó mi cuerpo de camino a la habitación. Mi expresión ya no era la mejor. Presionando su mano en mi cintura tomé su muñeca y la quité de mi cuerpo, girando completamente a su dirección.
—¿Es tu verdadero nombre? ¿Te llamas Cedr...?
Obstruyendo mi respiración con su mano nos adentró al cuarto. Por más que intentara quitarlo él no tenía la intención de soltarme. Sosteniendo la toalla con el puño cerrado desesperé y sin otra opción lo mordí.
—¡Stella! ¡¿Qué mierda te pasa?!
Con mi mandíbula ejerciendo fuerza aquella mordida fue torpe. Cerré los ojos gracias aquel grito de su parte siendo el único estimulo que me hizo liberarlo.
—¡No hagas eso, por la mierda! ¡Me desespera! —mi boca se llenó de saliva pero la gota liquida bajándome por la barbilla no era eso. La limpie con el antebrazo retrocediendo a la pared más cercana— ¡Ni te imaginas el maldito terror que tengo y tú juegas con mi cabeza! ¡Entiende! ¡Vienes y te vas! ¡Vienes y te vas! ¡Una y otra vez! ¡Me estás volviendo loca! ¡Cedric ya detente!
Por unos momentos creí era hora de dormir las paredes se comprimían a nuestro alrededor pero solo yo parecía saberlo. En la garganta sentía mi órgano vital palpitar, respiraciones profundas una más torpe que la anterior y dos pequeñas gotas de sangre adornando el suelo. Dudando de si era conveniente alcé con lentitud la mirada a sus manos: una cubriendo la otra sosteniéndola contra su pecho. Lo lastime.
—Regresaré a traer tu vaso de agua, solo vístete.
Sin mover el firme agarre que mantenía en la toalla él se alejó. Salió del cuarto sin darme ni siquiera una queja por haberlo mordido, siempre tenía algo que acotar pero no fue el caso. Otorgándome no más que una oración me dejó sola otra vez.
Motivos para haber reclamado su ausencia para él quizá no tengo, sin embargo para mí tengo muchas y les busco algún sentido. ¿Por qué reclamarle? No lo sé pero quería hacerlo. La soledad allí dentro carcomía mi salud mental, no paraba ni un momento de desear la más mínima señal de interés por parte de mis padres ¿Acaso ya no les importo? ¿Olvidaron tan rápido a su única hija? Todo parecía indicar eso; los días, las horas transcurren y ellos no figuran de ninguna manera. No me entra en el alma una preocupación más pero a mi mente siguen llegando.
Vestida con solo su remera me encontraba sentada sobre la cama las piernas extendidas y los pies colgando; recostada observaba el blanco techo gracias a la luz artificial.
Mi cena reposaba en la mesita de noche, originalmente fue mi almuerzo no pude dar bocado y darle atención tampoco fue prioridad. Ahora sentía hambre como angustia.
Lo mordí hasta hacerlo sangrar pero ni aquello fue suficiente para hacerlo hablar y estoy necesitada de respuestas; más de un mes encerrada contra mi voluntad está afectándome de sobre manera, ya no puedo estar aquí. Si no buscaba mi libertad nadie me la daría. Esperé paciente ser liberada siguiendo los consejos burdos de mi madre. +se una delicada flor si quieres que te traten como una, aun en las peores circunstancias, se una delicada flor.+
Se murió su delicada flor, me cansé del encierro, de no saber en qué día vivo, la hora en la que despierto, en la que duermo, de no tener ni siquiera la privacidad de ir al baño. No merezco bañarme amarrada como un maldito criminal. Exijo me devuelvan todo lo que me han quitado, mi libertad.
Así me tome meses, así me absorba la poca esperanza que tengo. Hare todo lo que esté en mis manos para salir.
(...)
No sabía nada de Cedric ni siquiera había oído algo a mí alrededor. Recostada sobre la cama dejaba la marca de aquellas mantas sobre mi mejilla izquierda, el tiempo se hacía más y más eterno; él no apareció en ningún momento desde ese que salió.
Algo me huele muy mal, muero de hambre y nadie aquí ha venido ni a caminar por el pasillo nada podía oírse. El silencio tan abrumador permitía que mis pensamientos fueran los únicos presentes. No tenía la menor idea del día, la hora quizá la noche no había llegado y yo pensando que es otro día... Estoy muy desorientada para dar conclusiones.
En silencio comencé a caminar rodeando la habitación, subía a la cama y bajaba así con la suya con la mía y de esa forma liberaba un poco de la tensión acumulada. No supe en que momento ocurrió en que momento estaba cantando en voz alta y en silencio a la vez, un cóctel de canciones se extendieron por mi cabeza, y al término de una seguía cantando otra. Usando un tono a mi antojo todo era más sencillo, nadie podía oírme mucho menos quejarse o eso es lo que pienso.
Aburrida de dar un concierto privado con mis no muy afinadas notas busqué un pasatiempo saludable, cantar es la manera en la que logro quitarme el estrés. Aún recuerdo aquella noche varada en la nada. El carro liberando humo por la zona trasera y el capo, se fundió a mitad del viaje. Mi padre no siguió las instrucciones específicas para reparar el auto por lo que improvisó.
Tres de la madrugada me encontraba sentada observando la oscura nube de humo mientras dedicaba hasta el último de mis alimentos por no perder el agudo solo que recitaba. Sabía que mi padre estaba saturado con mi canto pero no me silencio, por el contrario acompañaba los coros sonriendo con cansancio. Esa noche fue una de las mejores, habíamos pasado más tiempo juntos que en años anteriores...con estrés o sin este, las canciones compartidas junto a él siempre estarán en mi cabeza, me siento segura recordando esa ocasión, y hoy canto en busca de un poco de eso.
Lo extraño... lo extraño demasiado, extraño más que nunca su compañía, llamadas... aun siendo lo único que mi madre le permitiera darme, algunas llamadas en horarios específicos. Fue muy triste el primer año en esa situación, dos momentos en el día donde hablábamos no más de diez minutos. Jamás llegue a saber si también eran las condiciones legales o el simple hecho que su tiempo era limitado cuando este no le generaba dinero. Aprendí de Aaron saber cuándo es mejor seguir tus instintos que órdenes. Me llamaba dos veces más de lo que podía... al menos así era dos años atrás.
Abrazada a mis piernas sobre la cama era un pequeño ovillo. Mis rodillas sostenían mi mentón, apoyada mantenía ojos cerrados en silencio y entre tantas lágrimas mi rostro se sentía caliente y húmedo, no dejaba de llorar. Es increíble con la facilidad con la que podía cantar por un buen recuerdo y entristecer con el mismo. Tanto tiempo aquí metida me estaba haciendo pensar en todo lo que antes no tenía importancia para mí y aquello me causaba un inmenso vacío, profundo y cruel donde me hundo más y más con cada minuto aquí.
No puedo explicar cuanto necesito tenerlo aquí conmigo, que me regale una sonrisa y entre sus brazos me ayude a dejar de llorar. Al menos oírlo siquiera...
—Ten, tu vaso de agua. Sobre la mesa de noche te dejaré la pizza. Has de tener hambre.
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LOBO (+18) [Noches oscuras 1#]
Novela JuvenilDos puntos opuestos, un día en especial. Una deuda por saldar los hará encontrar de la forma más oscura e impensable. Stella sabrá desde el primer momento que Cedric es todo lo que tiene. El peligro sucumbe su vida ahogando cada referencia de esp...