LOBO (+18) [Noches oscuras 1#]

Capítulo 25: Un psicópata

No es mi primera vez aquí ni con un cadáver a mis pies, y aun así no creo poder acostumbrarme nunca a esto. Cualquier persona diría que un acto como este refleja la insensibilidad humana, el desprecio por el prójimo y conducta que solo un psicópata puede ejercer, y quizá en algunas cosas halla algo de razón, sin embargo, no soy un psicópata y estoy mentalmente capacitado para desmembrar a un cadáver. Aprendes, vives con el cargo de conciencia hasta que aceptas los muertos en tu armario; ahí, en ese momento dejan de atormentarte.

Dejé de escuchar a Patrick de un instante a otro. Voltee a ver dónde se había metido pero solo pude apreciar su silueta de espaldas a mí. Era imposible tener una buena visión de sus acciones desde mi lugar. Estaba casi seguro que preparaba el ácido.

—¿Cómo va eso? —preguntó— No tenemos mucho tiempo.

Sin dar respuesta alguna me concentré en lo que tenía que hacer: deshacerme de Joe.

Tuve la brillante idea de tomar precauciones antes de iniciar con la laguna de sangre; un par de guantes de látex y el ambo de repuesto que siempre tenía él en el armario de medicamentos. De rodillas sujeté la sierra quirúrgica entre mis dedos mientras me tomaba unos momentos para dividir mentalmente las partes del cuerpo. No estaba seguro por donde debía comenzar.

Con la mano izquierda jalé de su pierna derecha y la separé de la restante repitiendo la acción con sus brazos. Abierto como si hiciera ángeles de nieve lo posicioné decidido a comenzar de arriba hacia abajo. No hay manera que suprima el daño causado por este animal, no solo a Stella lastimó aunque esto esté ocurriendo por ella. Sin saberlo les hizo un favor a muchas.

Plasmando la mano abierta sobre el torso tibio de Joe la deslicé hasta sus clavículas calculando la distancia entre mi mano y el comienzo del cuello. Ejerciendo presión con mis dedos aquel notable orificio en la piel comenzó a supurar sangre, poco a poco el líquido cae en la manta que reposa debajo. Contengo la respiración y presionando la sierra contra la piel tersa de su garanta pierdo el control. Ciego a cualquier cosa que me distraiga la presión comienza ser un corte, mis dedos se aferran al metal empujando hacia delante y atrás una y otra vez como si balanceara la hoja en el tronco de un árbol. El sonido obsceno del líquido tener por donde escapar se escucha si me concentro en la herida. El roce del filo desgarrando la carne se prolonga al inevitable paso de la cuchilla insatisfecha de tener apenas la mitad de su cuello en dos, mi brazo derecho se tensa e intento ser más práctico: alzo mi brazo dejando la punta de la sierra en el extremo derecho forzando el movimiento al bajar el filo completo mientras le serruchaba el cogote. Sujeté del cabello la cabeza decapitada del y bajo la mirada de Patrick la tiré en el suelo, me daba rabia hasta verla.

—Tranquilo, prometo no estar complacido con lo que hago —traté de hablar sereno.

—Haré como si lo que sale de tu boca es la verdad, y no que realmente disfrutas arrancarle las extremidades.

—Disfrutaría si no tuviera que mancharme las manos —alcé mis comisuras en una sonrisa vacía—, pero me toca hacerlo.

Por el orificio ancho y húmedo donde antes estaba su cabeza brotaba una considerable cantidad de sangre. La manta cumplía con su función hasta el momento, pronto tendría que seguir y mantener el orden o esto se convertirá en una carnicería.

No tengo otra opción que irme trasladando de un lado a otro mientras busco la posición correcta donde el corte sea efectivo y "limpio". Según Patrick me comentaba, sus indicaciones harían que la práctica me permita hacer cortes limpios. Es el único que piensa en algo así desmembrando una persona.

Por alguna extraña razón él no había dado palabra, no desde que vio la sonrisa perversa que tenía en la boca. ¿Acaso le sorprendió mi reacción? Creo que él no me conoce tanto como dice hacer.