He sentido muchas cosas a lo largo de mis veintitrés años de edad, no obstante lo que ahora abundaba en mi pecho lo desconocía. Una sensación cálida, profunda e intensa calándome el pecho. El corazón me palpita con calma, y mis manos se entumecen al pasar el tiempo.
Mientras me tomo unos minutos en lo recóndito de mi mente indagaba en mi interior que sentía... Jamás creí que me encontraría en una situación como esta, tan... irreal. Ella está esperando una vida, y probablemente solo quede en un recuerdo. Un momento de su vida donde tomó la decisión de abortar.
Tengo que abrir la mente para aceptar lo que ella decida y respetar sea cual fuese esta.
Hablar con Patrick seria de ayuda en este momento, solo él podría conseguir una píldora abortiva sin levantar sospechas.
Me corresponde aun ver por las jovencitas que en este momento están cenando, no hace mucho les dejé la cena lo que me da unos minutos para visitar a mi querido, correcto y tolerante doctor de confianza. Solo espero contar con su presencia.
Si los trabajos en sí mismos toman su tiempo aun sin tener dificultad alguna, un secuestro múltiple quizá les lleva la noche completa, pero yo no tengo tanto tiempo.
Tuve que apresurarme. Con los pasillos desolados fue práctico llegar a su puerta. Cerré mi mano en un puño y dando una secuencia de golpes que usaba solo con él. Poco después la puerta se abrió brindándome el paso. Me quité el pasamontañas.
—Regresaste aun más tarde de lo que esperaba.
Inició la conversación de esa manera ni un saludo me ofreció. Dejando la puerta cerrada detrás de mí tuve la necesidad de apretar mis puños, hacer tronar las articulaciones de mis dedos. Si en este momento mi mente piensa en mí desastre, mi cuerpo no olvida, y necesita de las sustancias que compraba en lo recóndito de Canberra.
Tenía los labios secos, la garganta áspera y el pulso acelerado, hasta estoy sudando.
—Sí. Hice mal el pedido.
No comprendía porque él me veía de esa manera, expectante... calculador. Su cabello castaño en tonos blancos refuerza su carácter, y la expresión de disgusto que cargaba este momento. Sabía que no siempre dormía bien, sospecho que es un día de esos. Turno nocturno.
—Lo supe cuando solo pediste la prueba —comentó con despreocupación, ocupó su silla y con toda paciencia metió una mano a su cajón—. Buscaste saber si estaba el problema, no la solución. Ten —me extendió una pequeña tableta con una sola pastilla. Cargaba un papel sujeto con una banda elástica—. Tú no pensaste en la solución, yo sí.
Me dejó callado como un adolescente que se queda sin palabras ante una verdad dicha por un adulto, le molesta pero nada puede decir.
—Mi error —tomé la tableta apretándola en mi mano— ¿La descontaste de la cuenta? —pregunté buscando aliviar los nervios.
—De hecho —me deslizó sobre el escritorio dos pastillas más—, llévate eso antes que me arrepienta —agregó tomando entre sus manos una pila de papeles que reposaban a un lado de donde dejó las píldoras.
Verdes de forma ovalada eran estas de un nombre peculiar del cual no podía preguntarle. Conocía bien estas maravillosas píldoras aunque aún no las tomaba.
Las llevé a mi boca y busqué de una botella de agua como la última vez. Las tragué poco después llevando mi mirada a él.
—Te ves muy mal, ese es el motivo por el que te doy *Rohypnol*. No creas que me siento bien brindándote alucinógenos, pero tenerte con abstinencia solo te haría hacer idioteces.
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LOBO (+18) [Noches oscuras 1#]
Novela JuvenilDos puntos opuestos, un día en especial. Una deuda por saldar los hará encontrar de la forma más oscura e impensable. Stella sabrá desde el primer momento que Cedric es todo lo que tiene. El peligro sucumbe su vida ahogando cada referencia de esp...