Sentada sobre el suelo tenía las piernas extendidas, ambas palmas de las manos plasmadas en la superficie y la mente vagando desorientada. Tengo muchas respuestas que darle a este hombre pero el silencio será mi aliado un tiempo.
Lo que ese tipo de contextura física ancha y robusta decía me orientaba a un cambio, grande y drástico. Hablábamos de tener otro hombre en esta habitación, y no el que me permitía estar sin grilletes ni amarrada en la cama, sin los ojos vendados. Si con Cedric había creado algún tipo de confianza con este hombre no ocurrirá.
—Vete.
Pedí de forma rápida, la palabra brotó de mis labios como una orden, una que das solo cuando el terror te consume de pronto. Comenzó a reírse toscamente, el sonido salía rasposo de su garganta logrando estremecerme hasta la espina dorsal.
En nada se parecía a su risa ni siquiera la primer noche dentro de esta mierda. Sentí un nudo pasearse por mi garganta de arriba abajo subiendo hasta mi boca.
—Tan bella pero idiota. Guarda en tu cabecita esto: yo hablo, tú escuchas, yo ordeno, tú obedeces, yo pido y tú me das. Lo que se me antoje me darás. ¿Entendiste?
Era quien hablaba, una sola palabra fue emitida por mi boca, y como si fuera absolutamente nada este hombre rompió con todo su significado.
Comencé a buscar entre miles de grandes quejas alguna respuesta que tuviera un poco de calma. No encontré, solo asentía suavemente con la cabeza.
Tomar del hombre una característica física era muy difícil, y es que hablando solo de su altura y ancho no servía para mí. Vestía pantalones negros, botas oscuras y un extraño suéter verde, en su rostro el pasamontañas mientras sus ojos apenas se distinguían.
No lograba entender el porqué de su insistencia con mirarme, no dejó de hacerlo ni un instante al punto de temer levantarme del suelo y darle la espalda un segundo.
—Sabes... Iré por un atuendo menos personal, remeras sudorosas en mi presencia no usarás.
—Estoy cómoda... —respondí deslizando mis manos sobre el borde de la remera y apretando la tela contra mis muslos alcé la vista a él.
—No te hice una pregunta. Te la quitas.
—Sé que no lo hiciste, te digo que estoy bien. No puedes pedirme eso.
Mi respuesta estaba cargada de indignación y fastidio, sentada sobre el suelo me levanté con cuidado mirándolo en todo momento.
Sonrió. La tela sobre su cabeza se vio tensa en las mejillas mientras caminaba a mi dirección. Firme donde estaba recibí su frío tacto sobre mi mejilla acariciándome.
—No entendiste —su mano impactó contra mi mejilla con fuerza, había tomado distancia para darme esa bofetada. No tuve tiempo ni a tocar la zona que ardía como los mil demonios, caí contra el suelo golpeando la mejilla sana y amortiguando el golpe me raspé hasta la sien.
Una ligera gota tibia comenzó a bajar por mi sien hasta la mejilla, no puede ser sangre... maldita sea, si lo es.
—No te levantes porque cierro la mano —dijo él y mirando su rostro mis gestos faciales se tornaron serios. Bajé la cabeza al ver mi rodilla rojiza gracias a la caída—. Cuando regrese te quiero sobre la cama y sin ese trapo sucio encima —continúo de la misma manera que antes: demandante plantándose frente a mí—. Compórtate.
Deslizando la yema de mis dedos por la curva de mi pómulo derecho sentí la gota de sangre que él dejó en mi rostro.
Apreté mi mandíbula contando desde el cero al nueve. Contando los segundos para que se largara de la habitación.
Arrastrando los pies fuera de la habitación salió. No sabía de cuánto tiempo disponía en su ausencia y eso me alteraba. Dejé de tocar mi mejilla, y secando mis dedos con la remera me reincorporé con prisa. Una buena idea no fue pues llegué a tambalear. Ligeramente mi cuerpo se mecía, estaba mareada sin duda.
Con mis manos indague a ciegas la pared más cercana. Cerrando los ojos el mareo no me desorientaba tanto.
Apoyada con el lateral izquierdo de mi cuerpo mi cabeza también reposo unos minutos. Necesitaba dejar ir la sensación abrumadora dónde el suelo no se sentía firme bajo mis pies. Volteando en dirección al resto del cuarto encontré particularidades que nadie, absolutamente nadie debía enterarse. Había demasiado aquí dentro que cambio hace algunas horas atrás, tantas que mi pulso comenzó aumentar con cada segundo que pasaba.
La cama, la misma dónde estuvimos disfrutando de nuestros cuerpos era un notable desastre. Caminé para ver qué tan mal estaba y como esperaba una aureola de fluido adornaba las sábanas. ¿Cómo le quitaría esa mancha? No quiero ni pensar que harían si saben lo que ocurrió entre nosotros...
Le quité los acolchados con la fuerza necesaria. Me encontraba tan nerviosa que de entre estos cayó mi brasier a un lado de la tela que solía ser mi braga.
Con los nervios de punta, y el tiempo en contra me tengo que ingeniar un plan para deshacerme de toda evidencia así sea con resultados pocos ortodoxos.
Tomé las bragas anudándolas de forma que solo quede una pequeña bolita de tela. Alcé con una mano el colchón escondiendo está debajo de donde dormía. Allí no lo vería.
Busqué del brasier que yacía en el piso, lo dejé bajo la almohada y así me senté sobre la cama. Dejando la mancha delante de mí, estaba sobre la almohada con dos dedos hurgando mi garganta. Empujando estos, los sentía húmedos en la cavidad rugosa que era mi garganta, llegando a la campanilla las arcadas no tardaron en llegar. Entre cada una empujaba más adentro, mis ojos lagrimando dieron aviso al vomito de una vez por todas. Expulse lo que había cenado y bebido sobre la mancha ya hecha. Observando la escena con el aire retenido lentamente deslice los dedos fuera y empujé tan brusca que otra arcada acompañada de comida no digerida cubría gran parte de la otra mancha superponiéndose.
Esto es asqueroso, poco higiénico y definitivamente un acto desesperado pero no tenía muchas alternativas, mis planes eran otros. Nunca pensé que fallaría... nunca pensé en estar en una instalación tan grande... esto no parecía un clásico lugar donde se efectúan secuestros y quizá las películas no sean una fuente confiable para mis deducciones, no sé mucho, pero si querían dinero no está funcionando. Mi mamá no movió ni un solo dedo por rescatarme, la prueba de ello es seguir aquí contra mi voluntad aun nadando en dinero como lo hacía.
Comencé a toser una que otra vez deslizando mis dedos sobre las mantas para limpiarlos. Había logrado inclinarme lo suficiente para no ensuciarme.
Entró por la puerta, y el silencio que antes había ya no estaba, hacia unos minutos que tosía, no podía dejar de hacerlo.
—¡¿Qué mierda hiciste?! —cubrió su boca con una mano caminando a pasos firmes que resonaron en la habitación, se estaba acercando y solo supe que lo tenía cerca cuando enrolló mi cabello en una de sus manos.
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LOBO (+18) [Noches oscuras 1#]
Teen FictionDos puntos opuestos, un día en especial. Una deuda por saldar los hará encontrar de la forma más oscura e impensable. Stella sabrá desde el primer momento que Cedric es todo lo que tiene. El peligro sucumbe su vida ahogando cada referencia de esp...