Por un breve instante sentí como el mundo se me desplomaba en los pies, un vacío profundo en el que caía sin tener como salvarme. Esa prueba con dos líneas rosadas me dejó un nudo en la garganta, grande y denso como el repentino peso que tenía sobre los hombros.
Nada en mi cabeza coordinaba hasta que lo escuché, tan clarito como el agua, como la voz de alguien que habla en la habitación silenciosa.
Suave, lenta y tardía lo miré, las piernas como las manos me temblaban pero era su expresión indescifrable la que lograba erizarme la piel. Se hizo un bache entra la discusión que antes manteníamos, uno donde yo nos ubique no puedo responder a su pregunta, no puedo mover mis labios ni en el más forzado intento.
—Stella —se acercó, y yo me hice pequeña sobre la cama—. Necesito que hables, me digas que quieres hacer.
Se detuvo cerca de mi cuerpo de pie observándome, se lo notaba dudoso, querer y no sentarse. Dudoso de querer algo de todo esto, y es algo que note en él. No tiene idea que es lo que quiere.
—¿Tengo otra alternativa? —la voz en un desliz se me apagó, la garganta se me secó y busqué tragar saliva en vano.
Cedric llevó la mirada directo a mis ojos, y esta vez se sentó en la cama. En ese momento me convertí en un mar de lágrimas. Cubrí mi cara con las manos allí las hice permanecer para que no pudiera ver mí pena. No quería su lastima.
—Tal vez la tengas.
Los brazos de él de pronto me rodearon y atrajeron hacia sí. Contra su pecho mi rostro reposa, y las lágrimas empapan su camiseta. Utilizando mis manos las deslice por su espalda y con las palmas abiertas me aferré a su cuerpo. Quería guardar silencio, llorar en silencio; en la soledad que me acompaña desde que nací pero Cedric seguía aquí.
Mi rostro se tensó cuando un gemido torpe salió desde lo más recóndito de mí ser, una y otra vez alaridos desesperados desgarran mi alma y sus brazos me aferran más contra él. El corazón me late en los oídos, mi garganta duele de tanto llorar, y apenas logro tomar pequeñas caladas de aire. Un millón de preguntas golpearon como apuñaladas en mi pecho, dolieron de tal manera que ya me retorcía de dolor e intenté enderezarme. Una mano en mi pecho reposó podía oír el bombeo frenético de mi corazón, Cedric me contuvo aun entre sus brazos un tiempo más.
En mi espalda las yemas de sus dedos acarician parte de mí vestimenta, me mantiene inerte entre sus brazos. Comencé alejarlo de mí. Alcé la vista a su rostro aun inexpresivo mientras contra su pecho extendía los brazos, entre sollozos empujaba su cuerpo hacia atrás buscando a toda costa que me soltara, él se negaba.
—¡Suéltame! ¡Vete! ¡No quiero verte! —tuve un momento de ventaja cuando abrió las manos para sostenerme con más fuerza, y me solté. A paso apresurado me alejé. A ciegas trataba de ver, las lágrimas nublan completamente mi visión. Siento que el suelo comienza a moverse y tambaleo tocando la pared acolchonada a mi lado.
—Stella. ¡Basta! ¡Te hará daño! —gritó de pronto. Su expresión cambio a una de suma preocupación e ira.
Fue ese instante donde dejé de llorar solo y exclusivamente para explotar.
—¡¿Daño?! ¡¿Qué demonios sabes tú?! ¡¿Qué tiene que importarte a ti?! —erguida contra la pared apreté las manos en firmes puños.
Se tomó unos instantes en responderme, se notaba en su pecho como respiraba profundamente como si buscara calmarse.
—Me importa, y si, quizá debería importarme una mierda la vida de una niña, y el destino de ese bebé dentro de ti. Pero no es así, entiende eso.
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LOBO (+18) [Noches oscuras 1#]
Novela JuvenilDos puntos opuestos, un día en especial. Una deuda por saldar los hará encontrar de la forma más oscura e impensable. Stella sabrá desde el primer momento que Cedric es todo lo que tiene. El peligro sucumbe su vida ahogando cada referencia de esp...