La castaña no entendía mucho de lo que estaba diciéndole pero la dejé procesar lo que había ocurrido a su tiempo. Contra mi pecho acariciaba con suavidad su espalda desde la zona baja ascendiendo hasta su columna y de regreso. Stella respiraba con dificultad y suspiraba en seguidas ocasiones; está muy alterada y no le hará bien.
Nos sentamos en la cama aun abrazados. Aferrada con sus manos a mí Stella no deja de llorar en silencio, no quiero ni imaginar lo que por su mente está pasando en este momento. Matar a una persona no es un juego ni algo que cualquier persona puede afrontar. Incluir la palabra fácil en estos momentos es una locura, ella cruzó una línea de la que no se regresa jamás; no volverá a ser la misma chica de diecisiete años que entro aquí hace dos meses.
La diferencia entre ella y yo este momento es: mató por defensa, yo lo hice por dinero. Dormir por las noches el primer tiempo era imposible, era un maldito tormento ver el rostro de aquel hombre tratando de evitar el secuestro de esa adolescente aquella mañana de abril. Le disparé dos veces en el pecho y entre al auto. Yo no le desearía eso a nadie. Sabía que ella pasaría un proceso así, solo me queda brindarle mi ayuda basada en la experiencia. Me hubiera gustado mucho tener quien me aconsejara a su edad con mi primer cadáver en el armario.
La hice recostar en mi pecho acariciando su cabello suave y maltratado por peinarlo con sus dedos. No encuentro las palabras adecuadas para llamar su atención, tampoco tengo la intención de asustarla o apresurar su proceso; es una niña.
Tomándola entre mis brazos la cargué con sumo cuidado aprovechando el corte eléctrico y caminé hacía la salida.
—Te llevaré al cuarto de la chica que cuido ahora —le susurré al oído—. Yo me encargaré de esto, tú debes descansar.
—No... no puedo —se negó en suaves susurros— tengo que ayudarte... —alzó la mirada a mi rostro y con los ojos hecho cristales de tanto llorar soltó un sollozo.
—Stella, no —alcé su mentón con mi mano derecha— necesitas entender algo —tomé su cintura acercándola a mí para hablarle— no hiciste nada malo, él te hizo daño y pago su deuda con sangre —ella cerro los ojos dejando caer lagrimas por sus mejillas— nadie va velar por este malnacido, ni merece una sola lagrima tuya —limpie sus mejillas con los pulgares apoyando estos sobre sus pómulos.
—Lo maté... lo maté —repitió por lo suave bajando la mirada hacia el cadáver. No encuentro duda alguna en su valentía, ella aun podía ver el resto de ese animal; no cualquiera podría.
—Lo hiciste para quitármelo de encima —le recordé—, me salvaste —liberé su rostro y ella dio un paso atrás— y no puedo permitir que te culpes por ello.
Tomándola por la cintura la guie hasta la salida pero recordé de lo que debíamos hablar. Sin saber cómo tocar el tema metí la mano dentro del bolsillo y le extendí la pastilla abortiva.
—¿Qué es? —preguntó ella hasta que al tomarla leyó en la tableta su respuesta. Se quedó muda.
—Te avisé que traería conmigo otra opción para ti —traté de ser sutil y cuidadoso en mis palabras—. No quiero que asimiles esto como una obligación a tomarla, la dejo en tu poder para que sea lo que fuese que decidas —tomé aire— sepas que lo acepto.
—Tú... ¿Quieres decirme algo al respecto? —preguntó mostrando en su expresión una viva preocupación— Cedric, no quiero tomar esta decisión sola —susurró—. Eres parte de esto, y quiero saber si mi bebé tiene un padre o no.
Escucharla decir aquellas palabras me dejó mudo. Una adolescente de su edad hablando de tal manera me sorprendía.
—Estoy aquí para lo que necesites. Stella ese bebé tiene un padre, uno que estará en la vida de ese bebé si tú decides dársela.
ESTÁS LEYENDO
LOBO (+18) [Noches oscuras 1#]
Ficção AdolescenteDos puntos opuestos, un día en especial. Una deuda por saldar los hará encontrar de la forma más oscura e impensable. Stella sabrá desde el primer momento que Cedric es todo lo que tiene. El peligro sucumbe su vida ahogando cada referencia de esp...