Capítulo 6: Adorablemente ridícula

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Al salir por esa puerta no miré hacia atrás ni nada parecido. Sus dientes se incrustaron en mi piel desgarrando la zona que cubría su boca ¿Por qué tuvo aquella reacción? No lo comprendía pero tampoco me importaba. Eso era asunto suyo, y se lo hice saber.

Vendando mi mano izquierda la tuve bastante inmovilizada, ajuste mucho la venda pero había dejado de escurrir sangre; adentrando uno de mis dedos por el borde de la venda acomodé la misma. Caminando por los amplios pasillos alcé la mano restante a mí cabeza jalando del cabello pensando necesarias soluciones con Stella, por soluciones me refiero que aprenda a controlar sus impulsos aun así tenga que dejarla sola.

Buscando un taburete en la habitación oscura con el ordenador programado me senté en frente. Anotado tenía el número que debía enviar a la señora Daniela Duals: nada más ni nada menos que la madre incondicional en negocios cubierta en dinero e insoportable de Bianci.

En mi poder tenía un informe completo de esa mujer: su pasado, presente y lo que proyecta a futuro; sus ganancias, inversionistas, socios. Todo lo que esa mujer tiene para darnos a cambio de su hija como también de lo que no voy a permitir que intente, ser una miserable a la hora del pago. Si quiere un poco a la pequeña malcriada de hija que tiene ni siquiera dudará en cumplir con nuestras condiciones.

Envíe el mensaje anónimo y seguro de cualquier tipo de rastreo; solo era cuestión de unos minutos para la siguiente fase: negociación.

Dejé el trabajo al encargado no tenía que hacer más que transcribir la información y hacer el llamado.

—¿Sabes? No. No realices el llamado. Espera que regrese. Yo mismo lo haré. ¿Quedo claro?

—¿De verdad te tomarás el tiempo de hacerlo?

—¿Acaso crees que hablo por hablar? Mejor deja de hacer preguntas estúpidas y termina el trabajo—con la mirada confundida de Joe se volteó al ordenador, callado y con la respuesta atorada en la garganta. Era de esperarse, si es lo único que sabe hacer.

Con el tiempo limitado recibí la llamada que esperaba hace dos días, el encargo de una entrega. Al menos alguien quiere recuperar sus seres queridos.

Despreocupado e informado de dónde recogeríamos el generoso pago tomé mi pasa montaña y los guantes de látex. Vestido con pantalón de mezclilla y remera oscura me dispuse a cargar mi bella nueve milímetros color negra, y el chaleco antibalas. Por protocolo procuro llevarlo a las entregas.

Enfundando el arma en mi cinturón la cubrí con la remera montándome el carro; allí, dentro de la cajuela estaba la niña de cabellos claros amordazada, esperando ver otra vez a su familia y uno aquí deseando tener el dinero en las manos.

Conduciendo con algo de música disipamos la atención del exterior, nadie voltea a vernos solo los demás conductores, lo normal. Lo que me estresaba era ver tanto tráfico obstruyéndonos el paso.

—Manténganme informado de la hora. Tendremos que tomar un atajo.

—Estamos a diez minutos de destino, toma el callejón saldremos directo.

Giré a la izquierda colocando primera en las marchas y nos perdimos en el callejón avanzando hasta el final. Puse los frenos de pronto haciendo que todo dentro del auto se fuera hacia delante, hasta la chica. Un golpe brusco en la zona trasera me alertó. A toda prisa bajaron dos enfundados en sus pasa montañas yendo a la cajuela, ahí detrás sujetaron a la chica por las axilas amarrándola a un poste de luz. Cargaron el bolso con la numerosa cantidad de dinero y sin perder un minuto más ya estábamos los tres de camino otra vez al cuartel.

Bajo el asiento estaban los pasa montañas; teníamos el rostro descubierto muy lejos de ese lugar. Llamé al único número que porta el teléfono, uno descartable, seguro, sin cámara ni siquiera Bluetooth. Mientras más antiguo más seguro.

LOBO (+18)  [Noches oscuras 1#]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora