Capítulo 30: Por favor, perdóname

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El corazón se me detuvo unos instantes, apenas tenía la valentía de respirar y contener los gritos desesperados que anhelaba liberar. Cedric apuntándome con el arma a la cabeza es la vista que tenía.

Su pulgar arrastraba hacia atrás y adelante el seguro, jugando con el peligro que significaba para mí, él mostraba una disposición compleja con lo que constantemente ese hombre de estatura media le exigía hacer.

—Hazlo —hablando en su oído busca de su obediencia—. ¡Dispara! —gritó— ¡Mátala!

Apreté mis ojos con fuerza sintiendo por mi nuca una gota de sudor descender por la espalda, respirando con dificultad el terror en su máxima expresión me estremece hasta la punta de los pies, sin moverme esperaba aquel disparo que tanto aclamaba ese desgraciado entre gritos. Me consumía el pánico de manera que mis muslos comenzaron a fallarme, entre lágrimas y sudor mi cuerpo experimenta sensaciones perturbadoras. Sollozando mis oídos comenzaron a doler, tantos gritos y mi propio llanto creaba un ambiente hostil y macabro.

—Por favor... —supliqué— Termina con esto —con mi boca llenándose de saliva alce la cabeza para verlo una última vez—. ¡Hazlo, Cedric! —grité mirándolo a los ojos, con los míos cargados de lágrimas que derramaba sentí como mis brazos son jalados causando un jadeo doloroso de mis labios. Detrás de mi había un hombre dominando mis movimientos, por más que quisiera moverme no podría. Mi pulso es frenético cuando él solo guarda silencio, escuchando risas por parte de esas personas ajenas en la habitación.

Cedric apretando la mandíbula percibí como su rostro marcaba una expresión cruda de maldad, mojó su labios fijando la mirada en la mía, haciendo gestos con sus ojos hacia un lado que mantuvo unos instantes.

—Tendremos que aclarar este acuerdo, no me es suficiente —girando la vista hasta el cañon del arma que apunta su cabeza habló después de tanto silencio—. Quítame esa porquería de la cabeza, me desconcentras —quien mantenía el arma se negó y otra opción que desistir de la idea no tuvo—. Inutíl.

—Dispara —el hombre de mirada perversa insistió— solo tienes que apretar el gatillo ¿Es tan difícil?

Golpes, un golpe torpe penetró mi oído y de pronto estarlo mirando sirvió de algo. Arrojando mi cuerpo a la derecha alce los brazos por inercia y en la habitación helada los oídos se me taparon. Estruendos potentes se escuchan, sobre el suelo vi los casquillos caer luego que mi cuerpo choca. Mareada voltee a ver qué había ocurrido.

—¡Vámonos! —gritó la única persona de pie en el lugar— ¡Por la mierda, Stella! ¡Hay que irnos! —deslizando la mirada a mi alrededor el suelo se teñía de rojo; la sangre de dos hombre y el lamento de aquel tercero sosteniendo su muslo.

—¡Desgraciado mal parido! —ahora no me cabe dudas de que ese señor era su jefe— ¡Te juro por mis hijas que no saldrás con vida! —cubrí mis ojos con ambas manos buscando ponerme de pie, no entiendo nada pero la necesidad de huir es más grande que el entender.

—La vida de mi hijo es la que me importa —el arma expulsó dos casquillos de su interior y dos balazos se incrustan en pecho del hombre herido. Cerrando y abriendo mis ojos el mareo persiste mientras Cedric busca de mi brazo. Sin pedirme o decir nada al respecto me llevo casi arrastras a la salida— No sé cómo decir esto, ni como comenzar pero es hora de que sepas que haremos al salir de esta puerta —caminando hasta los cadáveres él buscó las armas que portaban, tomando las municiones se acercó a mí—. ¿Sabes usar una? —preguntó mirándome a los ojos dónde negué con sinceridad.

—No, no he usado nunca un arma —mojando mis labios busqué tomar una de las tres que tenía. Él me la extendió con cierta inseguridad.

—Toma esto como una clase express, presta atención y repite conmigo —sujetando el arma me indico como remover el cargador para cambiarlo o revisarlo. Deslizando el dedo pulgar quitó y puso el seguro. Me enseño como tomar el arma y posicionar los pies de forma correcta— Con las dos manos: con la izquierda rodeas la culata y la derecha abrazas la izquierda, el dedo siempre al lado del gatillo, nunca encima, se puede escapar un disparo de lo contrario —sus indicaciones eran precisas y exactas, mientras habla yo imitaba— cuando caminas apuntas al suelo con los brazos delante del pecho a la altura de la boca del estómago, ante cualquier amenaza es rápido como puedes ubicarte y disparar. Inténtalo.

LOBO (+18)  [Noches oscuras 1#]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora