Capítulo 28: Preguntas sin sentido

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La tensión acumulada dentro de mi pecho era insoportable. Oía los latidos retumbar en mis oídos con cada paso dado hacía los pasillos. ¿Hablamos de ansiedad? No, es abstinencia, estrés y presión en la que estoy sometido; no es culpa de nadie más que mía, yo me metí aquí, me acosté con Stella y ahora arriesgó todo por ella.

Busco una respuesta pero aún no la encuentro, lo único que sé es: tenemos que salir, y no sé cómo diablos será.

Los nervios se expanden por mi sistema tan rápido como el trote que doy hacía la habitación de Luna, allí pasaría lo que queda de la noche.

Dentro dudé seriamente en si debía cerrar la puerta, la luz aún no regresa y quedar encerrado con ella no es para nada mi intención. Otra opción no tuve, levantar sospechas tampoco ayudaría en mi situación.

Cerré dejándonos a los dos en cuatro paredes, ella amarrada lo que me dejaba tranquilo de gran manera.

No se dislocó el dedo esta vez, intuyo que no siente la necesidad ahora, sigue creyendo en la muerte de Stella; lo más macabro de la situación: estoy por dormir junto a una mujer que es culpable de un intento de homicidio. ¿Ella esta siquiera consiente de eso? Quizá y ni es la primera vez que comete un acto de esta magnitud. Simplemente me sorprende.

Ahora que no hay manera de salir tendré la precaución de controlarla, no me siento mal por estar paranoico al estar con un potencial peligro para mi vida. Luna descansa sobre su cama, de verdad parece dormida... nunca está de más corroborar. A paso lento me acerqué posando mi dedo índice horizontalmente bajo su nariz, si está despierta sin dudas abrirá los ojos; para mi suerte no fue así.

Recostado en mi cama miré el techo de la blanca habitación. Poniendo sobre la balanza todos los problemas a resolver esta se inclina hacia el desastre, no a las soluciones pero tengo la certeza de que existen; solo necesito tiempo para pensarlas, organizarlas e implementarlas aunque es eso lo que temo, no tenerlo.

Frotando mis ojos con ambas manos liberé tensión contra mí mismo, suspiré golpeando con mi puño la almohada acomodándome de lado en dirección a Luna, cerré los ojos obligándome a conciliar el sueño, con suerte en unas horas la luz regresa y se pueda hacer un día normal en este lugar.

(...)

—¡Lobo! —golpes toscos sobre la puerta se escuchan cada segundo más fuertes— ¡Despierta! ¡Ya llegó la energía! —frunciendo el ceño abrí los ojos, el sudor frio que sentí en la espalda me hizo sentar tocándome la nuca húmeda de transpiración. Aun adormilado la insistencia con la que golpean me irrita con facilidad.

—¡Por la mierda! ¡Ya escuche! —alcé la voz que ronca la tenía— ¡Enseguida salgo!

—No —negaron detrás de la puerta, más de una voz se escuchaba—, tenemos que hablar —afirmaron—. Aquí te esperamos.

Poco y nada era lo que se escuchaba, era difícil de descifrar mucho de lo que me trataban de decir; motivo suficiente para apresurarme. De pie peiné mi cabello hacia atrás y tomé el anillo del suelo; en mi dedo medio lo puse utilizando la misma mano en tomar la tarjeta de acceso. La puerta se abrió dejándome salir, ahí encontré dos de mis compañeros.

—¿Qué sucede? —acariciando mi frente me di cuenta de lo frio que estoy.

—Tenemos algunas preguntas para ti —habló solo uno de los dos, el restante pasea su mirada en mi ropa sudada—, nada de otro mundo, pero son necesarias.

—¿Preguntas de qué? No entiendo —estoy aun dormido, pero proceso la información y aun así no tiene sentido.

—Te contaré —apoyándose en la pared respondía—. Ayer nos encargaron a todos, menos a ti, un trabajo grande. Lo sabes porque fuiste quien cuidó a las niñas en nuestra ausencia.

LOBO (+18)  [Noches oscuras 1#]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora