Desde la noche que un rehén escapó bajo mi cuidado no he salido de este lugar. Puedo dar fe que me encuentro por poco, igual a ellas, hay una mínima diferencia y es el paso libre que tengo de transitar los pasillos e instalaciones conjuntas; de otra manera estaría siendo un rehén más.
Tengo que darle crédito a Stella, ahora entiendo lo que ella padecía con el encierro, la soledad y la falta de afecto pero eso lo traía desde antes.
Catorce días pasaron... largas horas, momentos tensos, hasta incontables reclamos. Todo el tiempo ocurría algo nuevo, un problema que por más insignificante era la excusa perfecta para ser un peso sobre mis hombros.
Todo comenzaba a sobre pasarme, no descansaba ni siquiera un tercio de esas cuatro horas, que de por sí eran pocas. Mi cabeza se dedicaba solo a torturarse estoy paranoico la mayoría del tiempo y todo es culpa de mi inconciencia, de permitirme dominar por los instintos carnales que me conforman como humano; de poner en riesgo mi vida por un poco de sexo. Tal vez no pagaría hoy tan caro si hubiera buscado una dama de compañía, aun así jamás tuve la necesidad de pagar por lo que conseguía de manera tradicional; Conocer, conversar, lograr interés y plantear que intenciones tienes que quieres de ellas: Sexo casual.
A mi edad la última novia que tuve fue hace mucho tiempo o al menos yo lo siento de esa manera. Tenía dieseis años, un trabajo donde apenas me pagaban, un departamento con deudas y una dulce pequeña a quien cuidar; no podía también sostener una relación... sin contar que ella tampoco puso de su parte para intentarlo. Esa experiencia fue mala, la situación empeoró con los años y solo me mantengo de pie. No tengo a nadie más, solo problemas.
Recorriendo los pasillos a paso lento me dirigía a la cocina, o lo que se le llamaba cocina. Es un espacio grande, amplio pero sin un mísero utensilio de cocina. Tres neveras adornan un poco la habitación cumpliendo su propósito: conservar la comida de las internas. Botellas de agua y emparedados de tres variedades, se les dan intercaladamente con la intención de evitar que dejen de comer. Creen en eso aun cuando desde pequeños nos lo han dicho: quien no come es porque no quiere o aún no ha pasado hambre.
Abrí la nevera de los emparedados y tomé dos, repetí la acción en la que guarda las botellas cargando por igual dos. Compartiría mi almuerzo con ella la chica de cabello castaño y ojos pardos. Cuando no se logra tomar palabra de una persona con la que pasas gran parte del día solo puedes observarla.
Salí de la cocina enfundado con el pasamontañas y regresando por el mismo camino; retomando el pasillo que me llevaría a su habitación sostenía en una mano la comida y en la otra la bebida. Dentro del bolsillo trasero llevaba mi tarjeta de acceso, ahora la guardo en otra parte donde nadie a excepción de mi pueda usarla, lo que me daba tranquilidad al estar en esa habitación con la chica, ella podía saber de su existencia pero no la encontraría nunca. Tomé la tarjeta del bolsillo, esperé que la puerta se abriera y me adentre al cuarto.
La castaña reposaba sobre la cama con una mano esposada a la cama, parecía estar dormida a no ser por tener los ojos fijos en el techo.
—Es hora de almorzar.
Alzando un poco la mirada noté que no me tomó atención. No volví a dar palabra, cerré la puerta y caminé hasta su lado, suavemente metí mis brazos bajo los suyos para jalarla y hacerla sentar. Su mirada cayó en la mía y sus labios se abrieron.
—No tengo hambre... —respondió.
—Tampoco yo pero necesitas consumir algo —hable con la verdad. Eso tenía que hacer, comer.
Ella solo bajó la mirada y por si misma acomodó la cadera para quedarse sentada apenas apoyada en el respaldo oscuro de su cama.
—Está bien —moduló con cansancio— ¿Qué tiene dentro? —haciendo a un lado su cabeza observó los emparedados— Soy alérgica al queso.
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LOBO (+18) [Noches oscuras 1#]
Novela JuvenilDos puntos opuestos, un día en especial. Una deuda por saldar los hará encontrar de la forma más oscura e impensable. Stella sabrá desde el primer momento que Cedric es todo lo que tiene. El peligro sucumbe su vida ahogando cada referencia de esp...