Últimas amenazas

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Claro, si fuese tan fácil...

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RICH

—¡Todos, a los vehículos!

Nos habían estallado la cárcel, no sabíamos quien era ni como lo hizo, solo sabíamos que quería algo.

La parte delantera ardía, las llamas avanzaban y no parecían querer parar, todos estaban asustados, corriendo lo más lejos posible del fuego.

Silithur conducía, Rubik iba de copiloto y yo con Shadoune y Nia íbamos de pasajeros. Ni idea de los demás. Pisaron el acelerador a fondo y las ruedas se movieron, afortunadamente salimos con vida de allí.

Explicaré más o menos como nos sentíamos todos; Silithur no tenía señales de nervios o ansiedad, solo miraba al frente. Mientras Rubik jadeaba asustado, al igual que Shadoune.

Yo trataba de despejar mi mente, pero era imposible. Nia se apegó lo más posible a mí, se veía en su rostro que estaba paralizada del miedo.

—¿¡Rich, a dónde vamos?! —gritó Silithur.

—Tú solo avanza, después ya veo donde. —respondí.

Recapacité todo lo que pasó hace unos minutos, estaba hablando con Shadoune, luego me fui hacia mi oficina y allí fue cuando explotó la parte delantera. 

¿Quién pudo haber sido? Bandidos, algún loco o...

Gona.

Un sonido extraño estaba en el coche, no provenía de afuera ya que sonaría un poco más despacio. Miré a mi bolsillo y allí estaba, el walkie-talkie vibrando.

Lo agarré y me estaban hablando:

—¿Señor, está ahí? —se escuchó.

—Sí, ¿de dónde viene su aviso?

—Desde donde usted nos mandó.

Recordé que había una base en el Desierto de Tabernas, dirigí mi mirada a Silithur y le dije:

—Cambio de planes, hacia el desierto de Tabernas.

—Lo que tú digas, Rich.

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LUH

Las llamas, los gritos, la gente, mis oídos totalmente tapados por el ruido, mi boca sangrando por la explosión, mis piernas a tan solo unos metros más de caer, mi cabeza en otra parte, ese era yo.

Solo pensaba en correr, mirar hacia adelante, olvidar lo ocurrido, pero me era imposible hacerlo. Pensaba en todas esas personas inocentes, las cuales probablemente habían muerto.

Me detuve, las piernas ya se me cansaron, no era muy bueno para correr si hablamos de atletismo. Levanté mi mirada, y pude ver a varias personas montadas a caballo. Al principio pensé que eran Gona y los demás, pero después de mirar mejor, no lo parecía.

—¿Qué tal, forajido? —habló uno de los extraños, el que parecía ser el jefe y estaba montado en un caballo—. ¿Buscas grupo?

—No, ya tengo un grupo.—oh Luh, grave error decir eso.

EliteCraft - El principio del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora