Después de la muerte del coronel Meléndez, la relación de Bárbara y Santos se empieza a complicar, como todos saben el quién terminó la relación entre ellos, pero en esta historia el quién termina la relación es Bárbara al descubrir a Santos con Mar...
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Caminando lentamente como si sus piernas pesaran, llegó hasta su destino cual era una tumba con ella, se hallaba una lápida, suspiró para evitar el llanto. Sus ojos amenazaban con aguarse. Sin embargo, tomó fuerzas de donde las encontró, suavemente se arrodilla en el suelo sin pasto, sus rodillas se llenaron de polvo, pero, eso ahora no importaba.
¿Por dónde empezar?
Un hombre de mediana estatura la espera pacientemente desde una larga distancia.
–Yo sé, que desde un principio no nos hemos llevado bien..., también sé que fue por mi culpa. Pero lo que no sabes, es cuanto me duele de que estés ahí, cuanto me arrepiento de no haberte dicho cuanto te quería cuanto te amaba. ¿Cómo no hacerlo? Si, eras un pedacito de mí. No sabes cuánto me arrepiento de no haberte pedido..., suplicado tu perdón. La última vez que nos habíamos dirigido la palabra fue para pelearnos. No sabes cuánto me arrepiento de no haber estado ahí para evitar lo que sucedió, pero los había no existen, nomás me queda decirte que espero que hayas podido perdonarme por todo el daño que te he hecho durante la vida que has tenido aquí – sollozó sin poder evitarlo. –Te amo hija, mi niña, mi Marisela.
Bajó su mirada y rompió en llanto.
Llevó una mano hasta la lápida que decía:
"Marisela Barquero"
Se encontraba en las tierras Altamireñas, se había colado ahí sin que nadie lo supiera para poder despedirse de su hija ya que antes no ha podido por estar hospitalizada. Secó sus lágrimas, se quedó allí por un largo tiempo, oyendo los sonidos de la naturaleza, como las aves, la cascada, los caballos.
Se sentía paz por ese lugar.
Recordó lo poco que pudo convivir con su hija y lloró más.
"Ya no quiero odiarte más mamá, no quiero que tú me odies"
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