Después de la muerte del coronel Meléndez, la relación de Bárbara y Santos se empieza a complicar, como todos saben el quién terminó la relación entre ellos, pero en esta historia el quién termina la relación es Bárbara al descubrir a Santos con Mar...
Bárbara acaba de llegar a su hacienda, entró a ella, caminó directamente a su cuarto y Eustaquia que la vio entrar sin dirijirle una mirada decidió seguirla.
—¿Niña pero que te pasó? ¿Por qué tienes esa cara? — preguntó preocupada.
—¡Santos Luzardo, eso pasa vieja!
—¿Qué pasa con él?
—Que me tiene hasta la madre, ya no lo soporto. Siento que en cualquier momento le meto un plomazo.— dijo con ira contenida.
—¿Tanto así? — ella asintió — Mi niña no me has contado, ¿qué pasó con el doctorcito?
Bárbara bajó decibeles y le contó todo a su nana, Eustaquia la comprendió.
Se encontraba ambas en la cama.
— Y es por eso que no lo quiero ver — finaliza la castaña, tomando asiento en la orilla de su cama.
—Ay mi niña...cuando parece que serás feliz, te viene a pasar esto.
—No lo quiero volver a ver en mi vida, Eustaquia ¿acaso existe la felicidad para mí? — preguntó con la cabeza recostada en el regazo de su vieja.
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—No lo sé mi niña, hay que dejar el dolor se vaya y dejar que llegue el amor por ti. No lo busques, él llegará a ti — asegura ella.
—No creo vieja... — su corazón está tan herido que no cree en ninguna posibilidad.
—Ten paciencia mi niña, ten paciencia, si no es el doctorcito... el indicado llegará, alguien más que ocupe su lugar.
— Y si, ¿no llega? — Bárbara levantó su cabeza para mirarla a los ojos.
—Llegará Barbarita, llegará. Tú sólo ten paciencia. — le dijo con ternura. Acarició el rostro de su niña.
—Está bien, vieja... — respondió, dejó caer su cabeza nuevamente reposando en el regazo de su nana.
Se quedaron allí en silencio, se sentía tan bien así.
— Santos que bueno que llegas - dijo cuando él entro en la hacienda.
— ¿Pasa algo tía? — preguntó Luzardo, verla así en ese estado.
— Ven siéntate — lo guió hasta uno de los sillones —Santos... en la mañana fui a la hacienda de esa señora. — él se sorprendió.
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