Capítulo 22 - Atacan el Miedo

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---En la capital---

El tráfico del mediodía, los trabajadores arreglando la calle, sirenas y muchos ruidos más acompañaba la ciudad.

Sergio volvió a la capital volviendo a oír esos molestos sonidos, nada mejor que el sonido de la naturaleza que da el Arauca, pero este era su mundo y ya debe de estar acostumbrado.

Sergio: Aquí estás Sergio, de nuevo a la civilización. - inhaló y lanzó el aire de un rápido suspiro.

Se adentró a un gran edificio de una de las empresas más importante del país, estando ya dentro lo recibieron con un saludo dándole la bienvenida de nuevo a su empresa, siguió su camino pasando por el gran pasillo hasta llegar a su oficina, con grandes puertas por suerte su despacho no era tan lujoso.

No le interesa prefiere lo sencillo.

Pasó parte del día revisando papeles, atendiendo clientes, horas en una reunión hasta por fin llegar la hora del descanso. Al día siguiente terminaría con otros asuntos que aún no pudo terminar.

Entró a un departamento donde antes solía vivir, todo estaba como lo había dejado, se lanzó al sofá de la sala y se relajó.

No pudo evitar no recordar aquellos bellos ojos azules, esa sonrisa y su boca de rubí rojizas.

Despertó de golpe, observó su reloj y ya era bien entrante de la noche, no podía dejar de extrañarla, platicar un momento con ella o solo observarla en silencio.

–Bárbara... – dijo Sergio suspirando.

 Al día siguiente en el Miedo estaba movilizándose de aquí y allá, los peones estaban armando un nuevo corral, otros arreglando resto de la hacienda, Bárbara dio las órdenes de arreglar todo.

Eustaquia la seguía por toda la casa regañándola para que se estuviera quieta, pero ella nada la paraba necesitaba tener la casa más luminosa, más hermosa de lo que nunca podía imaginar. Quería que su hijo que venía en camino tenga el hogar más alegre y más linda del todo el llano.

Lo iba a consentir mucho, la vieja Eustaquia le paró a todo trabajo y la dejó descansado en su cuarto.

Ha estado moviéndose toda la mañana.

Un hombre se acercó, estando cerca de la entrada de la hacienda escondiéndose detrás de un árbol y luego salió corriendo de allí.

–¿Qué viste? – preguntó una voz gruesa y de mando.

–Están ordenando la hacienda señor. – dijo el hombre intimidado.

–Perfecto, perfecto... muchachos, hora de actuar. – dijo el que parecía el jefe.

Un disparo se oyó y todos emprendieron a disparar.

Balbino que estaba allí salió como una gallina asustada por la ventana.

–Maldito! – gritó el tipo.

La balacera seguía y este estaba nervioso, tomó su arma y esperó.

Su puerta del despacho se abrió de golpe y este disparó hiriendo a quien fuera que estaba atacando a su casa.

---En Altamira---

–¿Entonces qué hermano? – Antonio preguntó al ver a su amigo que tenía su rostro apachurrado.

Santos: Me rechazó, Bárbara me rechazó... a pesar de que la pasamos muy bien, a pesar de que habíamos avanzado mucho pero...

Doña Bárbara: Otra Vida (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora