Capitulo 22

6.6K 848 584
                                    

Narrador

El primer día de Mio viviendo en la residencia del pilar de la flama había sido tranquilo y normal.

Al menos, eso dijo Rengoku luego de que hiciera caminar a la chica a lo alto de un volcan, quedarse en el borde de éste y soportar el calor todo lo que pudiese.

Aún sin terminar, descendieron de la montaña para que ella corriera de un lado a otro cargando un tronco en su espalda, pero por suerte y consideración del rubio era madera fina y delgada, por lo que no le complicó tanto el peso a Mio.

La chica jadeaba del cansancio a más no poder, creyó que eso había sido todo, pero el pilar con una sonrisa radiante le señalaba que recién estaban comenzando.

Pasó el resto del día controlando su respiración, bajando y subiendo de montañas, hizo ejercicios físicos que nunca antes siquiera había hecho; incluso en su colegio.

Mio se encontraba tendida en la tierra observando el cielo despejado sobre ella. El sol comenzaba a desaparecer y ese rojo tinta teñía lo poco que quedaba de celeste en el.

Cerró sus ojos enfocandose en respirar, el aire entraba y expandía sus pulmones a más no poder, luego lo expulsaba poco a poco. Era una respiración profunda y firme.

— Muy bien —exclamó Rengoku acercandose a la chica.

Ella abrió un ojo para ver al rubio que se acercaba peligrosamente con unas tablas entre sus manos.

Antes de que pudiese objetar algo, el rubio dejó las tablas en el abdomen de Mio para que ganara más peso.

— No hables, no me mires —susurró el muchacho—. Esto te ayudara a incrementar aún más tu respiración. Confía en mí.

La chica a duras penas asintió, sentir el peso agregado sobre ella era algo que al principio le resultó incómodo y dificil, incluso sentía sus costillas doler, pero bajo la atenta mirada del pilar se quedó allí tirada con las tablas sobre ella hasta que el cielo se había vuelto negro y estrellado.

— Mio —susurró el chico al sentir una fría corriente de aire—, ya terminamos por hoy. Debemos volver a casa.

Pero la chica no reaccionaba, el pilar volvió a llamarla sin tener exito en ello.

De cuclillas observó con suma atención el rostro de la joven, tenía sus labios entreabiertos y un pequeño gruñido se escuchaba venir de su interior cada vez que exhalaba el aire de sus pulmones.

Rengoku soltó una suave risa cuando se percató que Mio había caído rendida ante el sueño y el cansancio.

Con cuidado retiró las tablas del abdomen de la chica, por accidente rozó su vientre provocando un suave sonrojo en el rostro del pilar. Sacudió su cabeza alejando ese fugaz sentimiento y extendió sus brazos para cargar a la chica cómo sí de una princesa se tratara.

Dejó a Mio recostada en el futón de la habitación que había designado para ella, a pasos lentos tratando de no despertarla caminó dirigiendose a la puerta de salida, pero antes de abandonar a la chica dio media vuelta para verla una vez más allí, su rostro estaba tranquilo y su respiración llenaba cada rincón de la habitación.

«¿Por qué querrá ser una cazadora de demonios?», pensó el muchacho. «Yo podría protegerla de todos los peligros, ella no necesitaría ir a la pelea». Pero Rengoku, sorprendido por sus propios pensamientos sacudió su cabeza alejando aquellas posibilidades.

Dejó salir un último suspiro antes de abandonar el cuarto de Mio.

Mio

— ¡Corre! —su voz llenó mis oídos—, ¡No mires atrás, solo corre!

Jugar con Fuego / RengokuxTu*Finalizada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora