Capítulo 29: Confesiones.

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Post; Elisa

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Post; Elisa

Pasaban los días, cada vez más fastidiosos y horribles, 15 días exactamente. En estos, venían a revisarme toda clase de doctores, neuros, ortos, hasta uno que otro psicólogo.

Seguí fingiendo sobre mi falta de memoria, notaba la fuerte desesperación de mis padres, sobre todo de mamá. Angélica venía a verme todos los días, y al parecer creía en todo este circo inventado por mi. Mi padre se veía menos, no sabía en qué andaba metido ahora, solo mamá contaba que tenía mas trabajo él que ella, y me mandaba pequeños mensajes de preocupación.

En lo referente a Angélica, actuaba muy bien. Se notaba su preocupación por momentos, otros me ignoraba. ¡Era totalmente extraña! Si, es la palabra... Extraña.

Pero todo en mi, seguía creyendo su falsedad y era como si mi cuerpo creará un especie de escudo y notará su maldad.

Por otro lado Lucifer, venía ya solo por la noches. Tuve que insistirle a mi madre, que se podía ir a descansar. Ayudó mucho las palabras de los doctores, que iba mejorando poco apoco, que pronto me podría ir a mi hogar y en 15 días más podrían retirar los yesos en mi pie y brazo. La inflamación en mi cabeza estaba mejor y ellos aseguraban que tal vez en mi hogar podría recuperar mi memoria. Me hacia tanta falta descansar en mi cuarto y pronto se acercaban las fiestas de navidad y fin de año.

En Lucifer se notaba su fastidio, el último día que tuvo que usar el cuerpo de ese doctor chistoso, y al día siguiente que volvió era el mismo del cual me había enamorado.

En esos 15 días el venía muy amoroso y detallista, no pensé que un demonio fuera así, él menos que nadie. Pensaba que todo su ser era maldad, pero me di cuenta que no, cada día que pasaba, traía un dulce o chocolate de diferente sabor, traía mis cenas y me ayudaba dándome él de comer, cepillaba mi cabello, me preguntaba en cada momento como me sentía y si necesitaba algo. Esos pequeños detalles me hacían darme cuenta, que  tal vez si sentía amor y tal vez si tenía corazón. Y también que tal vez era capaz de amar como cualquier otro, aunque aún no me lo confirmara con palabras, y yo cada día me enamoraba más de él.
No volví a tocar el tema sobre la sombra que me vigilaba en mi patio trasero. Tendría que confiar en lo que Lucifer, averiguara.

Él día numero 16, 4 de diciembre. Justo a las 7 de la noche mi madre se fue a casa, media hora más tarde llegó Lucifer, entró por la puerta con un carrito donde traía mi cena.

─ Siempre me pregunto, ¿como haces para andar como si nada en los pasillos y aparte traerme tú la cena? ─ pregunté, frunciendo un poco el seño para simular dudas.

Llegó con el carrito y lo posicionó a un lado de mi cama, había una especie de mesilla, que se podía poner sobre mis piernas pero no la utilizaba por que el me daba de comer y al parecer disfrutaba hacerlo.

Me regalo una gran sonrisa, esa que hace mucho tiempo no veía, sabía lo que venía después pues su ceja izquierda se levantó un poco, y en sus ojos veía lo que su mente pensaba, "aquí viene, aquí viene el Lucifer sarcástico y bromista"

Lucifer © (✔️Completa) #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora