Capítulo 38: Confesión.

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Post; Elisa

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Post; Elisa

Llegamos al centro comercial, el único donde se podía encontrar un lindo vestido presentable. Mi madre me ayudó a bajar del auto, mientras que Angélica bajaba malhumorada y se adelantaba a la entrada de aquel edificio.

Hacia demasiado frío, y ya me arrepentía de haber traído solo un delgado saco, todo era bosque, alrededor de esta pequeña ciudad y quería irme, irme lejos.

─ Elisa, vamos hija, que hace frio.

Empecé andar, vi que Angélica esperaba ya dentro y nos miraba a través de la puerta de cristal. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho, y una cara que no sabría describirla.

Entramos, y recorrimos tienda por tienda en busca del vestido para la gala, Angélica lo encontró primero. Era un vestido hermoso, color rosa despampanante, con brillos en la falda de corte princesa y el escote en forma de corazón con tirantes delgados. Mi madre fue la segunda, ella un poco más discreta con un vestido negro, pegado a su figura, falda lápiz, escote cuadrado y tirantes gruesos.

Aunque pasamos varias tiendas, no encontraba ningún que llamara mi atención, y empezaba a cansarme. Mi madre se dio cuenta y acudimos a servicio al cliente donde nos proporcionaron una silla de ruedas, me frustraba volver a utilizarla pero ya no podía mas.

"Ojala, empiecen rápido las secciones de fisioterapia"

Elisa, ¿Quieres que volvamos a entrar a las tiendas de nuevo?

─ No, madre. Ya solo vamos a la última que queda, si no encontramos nada, nos vamos. ─ respondí tristemente.

─ Verás que encontraremos algo mi amor. ─ respondió mi madre con voz dulce, animándome.

Mi madre empujaba la silla de ruedas hacia la única tienda que quedaba en el moll, entramos y una amable señorita nos dio la bienvenida, interrogándonos para quien era el vestido que buscábamos, mi madre enseguida le contestó que era para mí, y la joven nos condujo al área juvenil.
Repaso los estantes buscando el que según ella era el indicado. Hasta que se detuvo en uno, sonrió como si hubiera encontrado el tesoro más sagrado del mundo, lo tomó del estante y camino con el hacia a mí.

Al llegar, lo extendió y lo coloco delante de ella, para que pudiera apreciarlo mejor. Ahora entendía su gran sonrisa al encontrarlo...

"En verdad, es hermoso"

Era rojo, extraple, con detalles en forma de florecillas en el busto, la gran falda con holanes. En verdad muy bonito, en cuanto lo vio mi madre sonrió, pero Angélica solo hizo una mala cara.

─ Muy bonito y todo, lastima que tendremos que usar abrigos. No lo podrás lucir. ─ dijo con veneno en cada una de sus palabras.

─ Claro que los podremos lucir hermanita, ─ le respondí ante su negativa. ─ dentro del salón hay calefacción.

Lucifer © (✔️Completa) #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora