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—Mi pequeña Lucy—mamá acuna mi rostro en sus suaves y delgadas manos—, en el bosque hay criaturas malas, debes temerles

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—Mi pequeña Lucy—mamá acuna mi rostro en sus suaves y delgadas manos—, en el bosque hay criaturas malas, debes temerles. El miedo te mantiene viva.

Yo no quiero temerle a nada.

—¿Por qué mami?.

—Porque son criaturas de la noche, maldecidos por los hermanos de la luna, pero, son criaturas asombrosas—sus ojos adquieren un brillo a cada palabra que dice—. Ellos van a herirte sin importar nada, porque es lo que mejor hacen.

—Yo no quiero temerles—frunzo el ceño—Yo quiero que me teman a mi, yo puedo herirlos, ayer levanté el rifle de papá yo sola.

Mamá me mira con algo de gracia, acaricia mi cabello. No entendí por qué hasta esa misma noche.

—Vamos a la cama Lucy, mañana hay escuela y no queremos que tengas esas horribles ojeras, ¿verdad?—pregunta y yo niego rápidamente.

Mamá dice que una mujer siempre debe verse hermosa. Sin detalles.
Mientras camino detrás de ella veo su caminar, un pie frente a otro, lo hace con gracia y delicadeza, su cabello castaño brilla aún sin la necesidad de tanta luz, su piel se ve tan suave. Yo quiero ser como mamá. Se escuchan voces afuera pero a ella parecen no importarle y sigue hasta mi habitación.

Cuando termino de ponerme mi pijama y cepillar los dientes salgo a buscar a mamá, pero no está esperándome para arroparme.

Mamá siempre está ahí.

Salgo con rapidez de la habitación, con un extraño mal sabor en la boca.

—¿Mami?.

Las luces de abajo estan encendidas, escucho pasos por toda la planta de abajo, camino lentamente a las escaleras evitando hacer cualquier ruido que delate mi presencia. Los pasos se escuchan como algo raspando el piso, como si una navaja rayara el piso. Trato de controlar la respiración, asomó la cabeza por las escaleras y la veo. Pero no sola.
Esta de rodillas, veo una sombra que cubre todo su cuerpo y su alrededor, eso no es una sombra humana.

Jadeo con sorpresa al ver un lobo delante de ella, su hocico muestra furioso sus dientes, gruñidos abandonan al animal.

Y todo pasa.

Un grito retumba por las paredes de la casa. Cala en mi cuerpo.

Veo su hermoso cuerpo ser mordido por aquel animal, justo en el cuello y no espero más. Me levanto deprisa al despacho de papá, cierro la puerta detrás de mí y corro al baúl donde guarda su escopeta. Las lágrimas me nublan la vista al cargarla con las balas favoritas de papá. Escucho como golpean las puertas, mis manos tiemblan y no se si por el miedo o el peso del arma. Me siento justo al frente del escritorio, sosteniendo mejor el arma. Las puertas crujen y se que lo viene.

Mami, ya voy.

Apenas veo su hocico en la puerta quitó el seguro y disparo, escucho su llanto lastimero acompañado de un gruñido. Las puertas se abren de golpe y el lobo entra, otro disparo, el lobo lo esquiva con rapidez podría asegurar que se está burlando de mí. Es sonido de sus garras chocar contra el piso me pone aún más nerviosa, no se contiene más y se abalanza contra mi, vuelvo a disparar.

Uno, dos.

Las fuerzas abandonan mi cuerpo, mi respiración  irregular, quiero dormir, pero solo puedo pensar en una sola cosa, mamá. Con las piernas temblando me pongo de pie, vuelvo a tomar el arma que ahora esta mojada con sangre y corro lo más que puedo al piso de abajo.

—¡Mami!.

Me dejo caer a su lado sin importar el charco de sangre que la rodea trato de tomarla, de abrazar su cuerpo. Sus ojos están entre abiertos deja escapar un jadeo cuando me siente a su lado.

—Mami, mamita, tranquila, voy a llamar a papá, a una ambulancia—apenas trato de alejarme su mano toma la mía.

—Mi pequeña Lucy—lagrimas escapan de sus hermosos ojos—, cuidate de las criaturas del bosque.

—No hables mamá, voy a llamar a la ambulancia—trato nuevamente de alejarme, pero su llanto se vuelve más fuerte—. Mamita, por favor...

—Te amo mi Lucy—una débil y pequeña sonrisa adorna sus labios—, dile a tu padre que lo amo...

Sus ojos se van cerrando, la desesperación me recorre, su mano deja de hacer esa débil fuerza hasta soltarse de la mía.

—Mamá no me dejes, por favor mami, no me dejes, te necesito, ¡Mamá abre los ojos!—grito desesperada.

Abrazo su cuerpo con toda mi fuerza, rompiendo en llanto. Su cuerpo comienza a perder calor dejando un hueco en mi corazón. Mamá siempre estaba calida. En el mar de llanto vuelvo a escuchar pasos pero ahora fuera de la casa. Aún con lágrimas tomo el rifle a mi lado y como puedo apunto directo a la puerta.

Solo en ese momento soy consciente del ruido a mi alrededor, los gritos y vidrios romperse. Pero solo uno tiene mi atención, de sus patas pisar la tierra, quedo pasmada y aterrada al ver el tamaño del lobo que está a solo unos metros de distancia, sus ojos ven directo a los míos pero no hace ningún movimiento, como si estuviera hipnotizado, hasta que ve lo que descansa sobre mis piernas.

Cómo si el animal entendiera algo agacha la cabeza y yo sostengo con mayor fuerza el rifle apuntando directamente a su cabeza.

Soulmate.

Una voz suena en mi cabeza, pero lo ignoro totalmente, quitando el seguro y disparando. El lobo me ve nuevamente a los ojos y gruñe, me he quedado sin balas. Trata de avanzar un poco y vuelvo a colocar el rifle como si fuese a disparar, se detiene.

—Mátame de una vez—murmuro furiosa.

Cierro los ojos con fuerza y tiro el arma, abrazo nuevamente el cuerpo sin vida de mi madre, sus garras chocan con el piso y lo escucho acercarse hasta sentir su presencia tan cerca de mi.

—Vamos a estar juntas—murmuro.

El lobo parece olfatear mi aroma una y otra vez como si estuviera ansioso, pero es un animal. Escucho sus patas ir de un lado a otro hasta escucharlo detenerse solo para soltar un alto aullido.

Seguido de eso el silencio reina en todo el lugar, no más gritos, ni llanto, solo un abrumador silencio.

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Revenge In RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora