27

429 71 33
                                    

Los guardias nos ven confundidos, pero se limitan a no preguntar y seguir en lo suyo, a excepción de uno que nos ayuda con la maleta más grande

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los guardias nos ven confundidos, pero se limitan a no preguntar y seguir en lo suyo, a excepción de uno que nos ayuda con la maleta más grande. Al salir de la casa una camioneta negra la espera y junto a ella una mujer vestida estilo militar.

—Si encuentras un lugar mejor, no vuelvas—bromeo echando su maleta en la parte trasera de la camioneta.

—Ya estoy dudando—rie por la naríz, mordiendo su labio inferior—. Gracias por todo.

—Y lo volvería a hacer—inclino mi cabeza—, ahora vete de una buena vez.

Rueda los ojos divertida, negando mientras camina y abre la puerta trasera del vehículo. Cuándo la cierra de inmediato baja la ventana, asomando su cabeza.

—Recuerda enviarme fotos.

—Y tu no me olvides tan fácil.

Me quedo detrás de la camioneta, viéndola irse. Ella necesita un nuevo comienzo. Uno de los guardias me hace un movimiento con la cabeza para que entre, siento sin mucho entusiasmo, subiendo las escaleras, hasta escuchar el crudo portaso

Reviso de nuevo mi reloj de mano, nerviosa. Apenas las diez y cuarto.

Subo de nuevo las escaleras, dándole un vistazo al cuarto que ahora tiene a un huésped que pronto de irá. Muevo los anillos entre mis dedos, insistiendo con uno que guarda una pequeña punta afilada.

Continúo al lado contrario, suavizando mis pasos si llegar al cuarto de la pequeña rubia. Su aguda voz me recibe cantarina.

—¡Lucy!—sus delgados brazos abrazan mis piernas.

Doy algunas palmadas en su cabeza, observando su colorida habitación.

—¿Cómo estás pequeña?

Tira de mi mano, guiandome al centro donde hay unas pequeñas sillas y mesas.

—Bien, mi papi ya volvió de su viaje—comenta con entusiasmo, saca algunas tacitas de uno de los "muebles de cocina". Las deja sobre la mesa y corre a su cama, tomando un peluche de gato—, ¿quieres té?

Me siento en una de las sillitas, cuidando no aplastarla con mi peso. Asiento sonriendo.

—¿Y cuándo volvió tu padre?—pregunto mientras sirve el té imaginario.

Hace un mohín con los labios, soltando balbuceos.

—Mi tío Elijah dijo que ya volvió, pero no me deja verlo.

—Tu papi tiene que descansar Candy, ya verás que pronto vendrá a verte—sus ojitos brillan ante mi respuesta, inocente a la mentira—, ¿y tus hermanos?

—El gato bigotes está aquí—señala al peluche—, Bruno y Chris se fueron con los abuelos.

—¿Y por qué no fuiste?—bebo de mi sabroso té. Recarga su codo sobre la mesa, haciendo que se tambalee.

Revenge In RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora