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El desayuno con papá es tranquilo, me cuenta de como fue su último viaje con las ventas de bienes raíces y lo sorprendente que son algunos lugares

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El desayuno con papá es tranquilo, me cuenta de como fue su último viaje con las ventas de bienes raíces y lo sorprendente que son algunos lugares. Muchas veces me a pedido que lo acompañe y en verdad quisiera hacerlo, tal ves hasta topar con un buen lugar y mudarnos, pero por una u otra cosa no es posible. Así que tengo que permanecer en este pueblo de mierda hasta que esas coincidencias se acaben.

Lo escucho atenta a cada palabra, la leve sonrisa que se le escapa al hablar de lo mucho que le gusta viajar. Él adora que su trabajo le permita cumplir uno de sus sueños.

—Podemos irnos de aquí cuando termines la universidad—sus palabras salen de su boca con lentitud—, fuera de este pueblo tendrás más oportunidades de trabajo, es bueno no quedarse estancado.

Siento mis mejillas formar hoyuelos de la gran sonrisa que le doy.

—Lo he pensado por mucho tiempo—acepto ladeando la cabeza—, con todo lo que me cuentas, me ánimas a querer experiencias así.

El apego que tenía hacía mi padre es como el de una niña pequeña a su madre, quizás un poco más arraigado, lo que es comprensible. Fue él quien nunca me dejó sola en las noches donde el llanto y la melancolía azotaba con fuerza, él que comprendió qué no podía abrirme tan rápido con el psicólogo, él que alegró mis días. Le ganaba a Batman en mi superhéroe favorito.

—¿Qué pasó con el muchacho que me presentaste?—pregunta tomándome por sorpresa. ¿Cuál de todos?.

Muerdo la cuchara, mirando un punto fijo en la mesa. Ethan, no, Steve, no, a él nunca lo traje.

—Ya no hablamos—miento.

—Me agradó, es una pena—levanta los hombros, concentrándose en terminar lo último en su plato.

Subo las piernas a la silla, abrazándolas contra mi pecho. Aveces me pregunto si puedo huir de todo, o solo esfumarme. Sin prisa me levanto, lavando mi plato y dirigiéndome a mi habitación.

Cierro la puerta a mis espaldas, poniendo el seguro. Me acerco al mesa de noche junto a mi cama, tomando de nuevo la carpeta. Algunas veces pensé en entregar toda mi pequeña investigación a la prensa, dejarla anónimamente a una televisora y que ellos se encargaran de todo, pero, dudo que crean una sola palabra plasmada.

Devuelvo la carpeta a mi armario, confirmando que todas las demás sigan ahí.

Froto mis ojos cansada, cerrando mi laptop y cuadernos con nuevos apuntes. La próxima semana vienen los exámenes y apenas he entendido algunos temas de economía. Me envuelvo de nuevo bajo las cobijas, esperando que el sueño llegué, pero en su lugar mi mente cree mejor recordar un par de ojos.

Revenge In RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora