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Al pasar por las celdas me contengo de coraje. Los hombres en las celdas ya han parado de gritar y suplicar, el silencio es su fiel compañero. Intento relajar las facciones de mi cara a medida que llego a la salida.

Tadeo no dice nada, espera a que hable y niego.

—No dijo nada importante—me limito a contestar y encararlo con la mirada.

Los hoyuelos en sus mejillas aparecen y cierra la puerta, comenzamos a subir hasta llegar a la salida y volver a cerrar.

»Aquí nadie es tu amigo, todos buscamos lo mismo. Y si fuera tu, correría«

¿Qué quiere decir?¿Qué no hay nadie en quién confiar? Eso no es una novedad. Pero, ¿qué corra? Huir a estás alturas no es una opción, todo marcha bien, es solo arreglar detalles para terminar el mes.

»Hasta quien dice ayudarte busca tu carne, los privilegios de tenerte, no seas idiota«

Y de todo lo que dijo, eso fue -en parte- de más claro. Y la primera persona que salta a mi cabeza es Alonso, podría usar me en otros planes si este no funciona. Si así fuera, el plan de escape debe cambiar un poco.

—Y, ¿qué harás después de esto?—lo escucho preguntar cuando cierra la puerta.

Le voy una rápida mirada.

—Irme—aliso mi vestido, revisando que no tenga manchas—, muy lejos.

—¿A dónde?

—Todavía no lo sé—miento.

Entiende que no quiero hablar al guardar silencio. Nos despedimos con un gesto rápido y cada uno va por su lado.

»No sé nada sobre tu padre«

Mis uñas arden sobre mi piel.

»Pero puedo decirte que quién lo hizo, tiene la intención de utilizarlo para obtener algo de ti. Saben lo que harías por tu familia. Te expones mucho.«

Una suave tonada inunda la sala donde ahora algunos bailan. La alegría de desbordan me hace arder en rabia. Las risas de todos y sus miradas llenas de felicidad, la dicha y regocijo.

No sé cuánto tiempo pasó. Pero el licor comienza a verse tentativo y puedo apostar mi mano derecha a que si hablara diría: "Solo bebeme Lucy". Un trago puede costarme la verdad. Las personas se acercan a hablarme y de la forma más cortes que puedo salgo de inmediato de su centro. Ignorando los susurros sobre lo que hago y como actúo.

»No hay un solo ser consciente que no sea malo, así que detente a pensar y reajustar tus ideas«

Era más bien una plática que no llegaba a ningún lado. Divagaba y por un momento creí que lo llamaba la locura. Sus ojos desorbitados y balbuceos no tenían una explicación lógica. Sin importar sus palabras sinceras, nuevamente no podía fiarme.

Revenge In RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora