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Tuve la impresión de que me encerraría en los calabozos cuando empezamos a bajar

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Tuve la impresión de que me encerraría en los calabozos cuando empezamos a bajar. Pero no hubo ninguna duda cuando lo pasamos.

—Si me llevas a tu lugar especial, esto va a caer en lo cliché—me burlo. Me da una rápida mirada, negando.

—No existen los lugares especiales—expresa con voz suave, sin afán de discutir—, son los momentos y las personas las que lo hacen especial. Podría estar en medio de la nada, pero si es contigo, no tendría comparación.

Elijah Dagger, el hombre que empieza a robarme sonrisas. Me dejo guiar sin objetar, con la mente en blanco. El único sonido es el de nuestros pies caminando apresurados, pero no hay incomodidad.

—Joder ve más lento—me quejo cuando casi tropiezo—. Casi le doy un beso al suelo.

Su risa me pone de buen humor. Detiene sus pasos, dándome un suave tirón para que me coloque a su lado, paso mi brazo por el suyo.

—No sabía que te gustaban los anillos.

—Hay muchas cosas que no sabes de mi—sonrío por lo bajo—, pero tranquilo, me encargaré de mostrartelas todas—declaro con doble sentido.

El pasillo de hace más estrecho a medida que avanzamos, tenía el tamaño justo para que Elijah pasara. Al final del pasillo alcanzo a ver una puerta de madera liza.

Es su propio cuarto de juegos.

Ni que fuera Christian Grey. Empuja la puerta sin esfuerzo alguno, la densidad de las luces es menos, otorgando un ambiente más íntimo. Abro los ojos asombrada. Un gran árbol es el centro de atención apenas entras, pequeños focos cuelgan de sus ramas junto con manzanas, es como una pequeña terraza. Siento como acaricia con su pulgar mi cintura.

—Esta todo listo Alfa—comenta una mujer de mediana edad.

Una pequeña mesa hace compañía al árbol. Recorre la silla para que me siente y le agradezco.

—Es muy lindo.

Subo mis codos a la mesa, apoyando las manos en mi barbilla. Elijah revisa algo en su celular y lo guarda enseguida. Pasa las manos por su cabello, tirando de el.

—¿Ocurre algo?—pregunto al ver cómo su ánimo decae en una fracción de segundo.

—Nada de lo que debas preocuparte—se excusa. Pero su mirada contradice sus palabras, la sonrisa que se asoma en sus labios no le llega a los ojos.

Hay tanto que debo aprender de él. Tantos detalles y tan poco tiempo.

—¿Qué hay de este lugar?—trato de disipar la tensión.

No dejaría que su ánimo decayera, me gusta ver el destello de emoción en sus ojos, al igual que su aire desinteresado del momento. Al menos por ahora voy a encargarme de robarle todas las sonrisas que pueda.

Revenge In RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora