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—¿Qué hace?

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—¿Qué hace?

Su cercanía me produce tantas náuseas que tengo que apartar la mirada, extrañamente dolida. Me pego a la pared, esperando alguna reacción de su parte. Si bien en otras relaciones llegué a sentir celos, no se compara con esto, es una gran ola de sentimientos encontrados.

Me ergui contra la pared al verlo acercarse a su rostro, tomando su mentón. Sus labios gesticulan algo que no entiendo, y seguido le viene una sonrisa.

Jazmín retrocede agachando la cabeza, moviendo sus manos con desespero.

—Lo que tiene de bonita se le duplica de torpe—Escuché a Tadeo exhalar pesadamente, dando golpesitos a la pantalla—. No cargues con problemas ajenos, de lo último que deberías preocuparte es de que te engañe—Me hace un gesto rápido con la mano.

Pero yo sigo igual, inmóvil y con un ardor en la garganta. Elijah sigue su camino y lo pierdo de vista, pero el sentimiento no se va de mi pecho. ¿Qué quiere lograr Jazmín con esto?¿Qué la maten?.

—No olvides nuestro trato.

—Cumpliré—afirmo sin dudar, moviendo la cabeza para salir de mi trance—, ¿y tu?

Tadeo se giró a verme, con un atizbo de incredulidad en la mirada. Me examinó por un par de segundos, hasta encogerse en hombros.

—No lo dudes.

La verdad es que yo dudo de todo. No pude evitar imaginarme otro escenario, uno donde apareciera por arte de magia por detrás de Elijah para reclamarlo frente a la pequeña estúpida.

Sin embargo, el chico de las cámaras tiene razón, no puedo darme el lujo de preocuparme por celos absurdos, no ahora que todo podría venirme encima.

¿Acaso ya le a contado todo?¿Por qué no lo dejó podrirse?

Familia es familia.

—¿Alonso a dado señales de vida?—pregunté cansada.

—Mandó un mensaje para ti—comentó—, que dejes la ventana abierta esta noche—enarca una ceja, curvando la orilla de sus labios—. No sabía que eran tan cercanos—inquiere.

—Solo es otro idiota—ruedo los ojos. Alonso es como un grano en el culo, uno que por más que quieres desaparecer, no puedes.

—Todos los hombres son unos idiotas—exclama, se cruza de brazos—y en el especial los Kibliks.

Suelto una pequeña carcajada, negando.

—Pues, Elijah no parece ser un idiota—admito sin miedo—, hasta ahora se a comportado muy bien—sigo y solo hasta ahora me detengo a pensar en su comportamiento—. Demasiado bien a decir verdad.

—El lobo debe impresionarte—se mofó.

El se acercó sin prisa, y ambos nos recargamos contra la pared, una mezcla de confusión y extraña felicidad.

Revenge In RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora