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Me paseo por el cuarto aburrida, revisando cámara tras cámara

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Me paseo por el cuarto aburrida, revisando cámara tras cámara. Llevo una hora esperando a Tadeo, ya que según él, tiene algo importante que decirme, ¿qué puede ser más importante qué el desayuno? Pero a juzgar por su voz alarmada, tal vez sea justificable.

Me dejo caer sobre la silla giratoria. Vuelvo mi vista a las cámaras, especialmente, a la que da con la cocina. Jazmín levanta sus brazos con histeria, su boca se abre tanto que se entienden sus gritos. Las demás chicas de servicio la ignoran, colocándose detrás de Janeth.

Esa pequeña arpía se ha mantenido calmada los últimos días, volteando la cara cuando pasa por mi lado, escupiendo a mi comida y con sus discretos empujones. ¿Qué si es molesta? Por su puesto, pero cuando trato de hablar sale huyendo a otras salas con más personas.

—Es muy molesta—doy un pequeño saltito al escuchar su voz.

Vuelvo a girar en la silla, tocando mi pecho y dándole una mirada acusadora.

—¿Acaso no sabes tocar?

—Tu eres la que debía esperar afuera—espeta sin inmutarse. Se cruza de brazos, juntando su suéter verde pálido.

—Cómo sea—le resto importancia a su revuelto. Jugueteo con un mechón rubio de mi cabello, enrrollandolo en mi dedo—, ¿para qué necesitas mi magnífica presencia?

Relaja los hombros cuando se acerca, soltando un bajo suspiro.

—Me enteré de lo que pasó con tu padre.

Volteo el rostro, en negativa. Si lo he guardado por días él no hará que cambie eso.

—¿Estás bien?

—Por supuesto—froto mis cienes con cansancio.

Su mirada acusadora no me deja ni cuando empiezo a girar en la silla. Camina hasta llegar a uno de los teclados, presionando teclas ágilmente. ¿Cómo fue que cayó en manos de Alonso?¿Siempre a tenido este papel en la manada?¿Cuánto lleva así?

—¿Y qué tal está Elizabeth?—me da una rápida mirada antes de volver a las pantallas.

—¿Qué con ella?-enarco una ceja, reposo mis brazos en las recargaderas.

—Pues, eres cercana a ella, esperaba que me dijeras cómo la está pasando.

—Mejor pregúntale a ella—respondí tajante, viéndola pasar por la pantalla principal. Una nueva pregunta se instaló en mi cabeza, una que podría cambiar el fino desenlace.

Esto empieza a romperse.

—¿Qué pasa con tu mate?¿Todavía no la encuentras?—mi pregunta parece disgustarle, golpea el escritorio de metal con sus dedos, frunciendo el entrecejo.

—Me rechazó—gruñó sin disimulo.

—¿Y eso pasó por qué...?

—Lucy—me corta él, el azúl en sus ojos se oscurece. Creo que nunca entenderé a qué grado los afecta hablar de sus mates—, así como tu no das detalles de tu vida—declaró—, yo no te daré de la mía.

Revenge In RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora