Admiro su esbelta figura a la distancia. La camisa con cuello de tortuga evita que vea sus tatuajes. Desde la ventana puedo ver que habla con unos hombres, ellos asienten a lo que sea que dice.
—¿Quieres un pañuelo?—pregunta a mis espaldas.
—¿Un pañuelo?
—Sí, vas dejando toda tu baba por toda la habitación.
Frunzo el entrecejo sin voltear a verlo. No entiendo cómo es que logra ocultar su olor, entro sin problema a mi habitación y ahora es como un grano en el culo.
—¿No puedes cerrar la boca de una buena vez? Eres un fastidio—bufo sin verlo.
—Te hace falta diversión, no puedes culparme por querer dartela.
—Si puedo.
Su risa burlona es lo único que se escucha dentro de la habitación. Me siento en el vanity, haciendo caso omiso a lo que dice.
Hace dos días que Elijah mantiene su distancia, se suponía que habíamos avanzado, pero fue al revés. Sé que viene en las noches, joder, juro que siento sus labios besar cada parte de mi rostro, su cercanía y su colonia varonil que queda en la habitación. Y su me concentro lo suficiente, también el toque de sus manos en la curva de mi cintura.
—Ya puedes hacerlo.
—¿Acaso me estás dando permiso?—toca su pecho incrédulo y le sonrío.
—Puede ser.
Enarca una ceja. Cierra los ojos unos minutos, los más largos de todo el día. Al abrirlos tiene un débil tono rojizo opaco. Cepillo mi cabello, esperando.
Y una pequeña bomba fue lanzada.
Los gritos de miedo y auxilio fueron el detonante para el inicio de un pequeño ataque. Pero no es caos. Hombre y mujeres con vestimentas negras y cafés salen en filas, partiendo a separarse en los inicios de la oscuridad del bosque.
El leve roce de sus manos por mis hombros me pone los pelos de punta. Su caliente respiración choca con mi cuello, aspirando con fuerza mi olor.
—Deben pensar que los ataques mediocres siguen—murmura sobre mi cuello. Veo a los árboles sacudirse con fuerza, como si estuvieran llenos de ira—, es perfecto. Y es solo el principio.
Perfecto es una palabra demasiado grande para ustedes.
Me remuevo en sus brazos, alejándome de su tacto. Mantengo una expresión seria, admirando el comienzo de un pequeño caos. Me paro más cerca de la ventana. Algunos caen heridos, pero se levantan con rapidez, tragándose su dolor. No muy lejos alguien capta mi atención. Una mujer con un niño en brazos, corriendo desesperada entre el bullicio.
Y como si la llamará, sus ojos cubiertos de miedo y angustia se posan en mi ventana. Sus labios se curvan en una sonrisa, encorvandose empieza a correr de nuevo, más rápido y en mi dirección.
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Revenge In Red
WerewolfSe contaban leyendas de seres que habitaban los bosques de todo el mundo, bestias con un lado salvaje y otro humano. Olvidados por el tiempo solo pocos conocían de su existencia, temiendo de ellos más que a cualquier otra cosa. Decían que destrozaba...